I. Las impugnaciones de la CNTE a la reforma laboral –pues nada tiene de educativa ni menos pedagógica, sustentada en exámenes sin una previa actualización académica y tecnológica–, es cuantiosa y de calidad en sus argumentos para solicitar un diálogo-discusión con el señor Nuño, quien insiste en su monólogo autoritario; y que los profesores acepten no manifestarse en todo el país, porque es ya constitucional la “reforma” peñista, como si la Constitución no pudiera ser modificada. Lo que pasa es que Nuño es un ignorante en cuestiones jurídicas constitucionales y lo que mal aprendió en la Ibero sobre teoría política y social le crearon un criterio muy estrecho. En su monólogo, Nuño no sabe dialogar, discutir e intercambiar opiniones. Él sólo quiere tomar la palabra y con ello ha aumentado la gravedad del conflicto, creyendo que los maestros se rendirán con sus amenazas cumplidas de robarles sus salarios, mandarlos al desempleo y encarcelarlos.
II. Nuño ya no sirve en la SEP y debe ser relevado. Los profesores en la oposición tienen derecho a su libertad de expresión para discutir sus inconformidades y, en todo caso, ser convencidos en un diálogo. Se va Nuño o Peña lo obliga a dialogar, haciendo a un lado su monólogo autoritario para escuchar las demandas democráticas del magisterio que no claudicará en su protesta nacional. No llevó a los maestros a una previa capacitación e información; y dispuso una “reforma” mañosamente aprobada por el servilismo del Congreso y con el apoyo de la Corte. Y al negarse a tener un encuentro con la disidencia magisterial de la CNTE, ha demostrado que su misión es despedir profesores y sancionarlos por protestar; porque considera que como “autoridad”, no debe transigir con la democracia directa. Nuño debe ser sometido a un examen académico sobre educación y, sobre todo, a una evaluación psiquiátrica. Pues sólo se ha dedicado a retar a la CNTE pertrechado en la impunidad de un cargo al que debe renunciar, antes de que en una de las represiones ordenadas por él haya acciones sangrientas.
III. Si la reforma laboral de Nuño fuera racional, no tendría por qué no sentarse a dialogar con los maestros que están en desacuerdo con ella. Pero para tratar de conmover a la sociedad y, en particular, a los padres, el señor Nuño, machaca su discurso represivo poniendo por delante del conflicto magisterial, a los niños. Pero el derecho de éstos a recibir educación no es superior al derecho de sus profesores a participar en todo aquello que los afecta y compete conocer y participar. Inconformes, esos maestros han hecho uso de sus derechos a criticar, en manifestaciones públicas, que Nuño ha reprimido. Y para sentarse a discutir la “reforma”, quiere que primero la acepten y vayan a clases; lo cual es una estupidez que empujará más a Peña a su despeñadero, y puede poner en riesgo su presencia en el cargo. Con esa terquedad, lo único que está generando es la radicalización de la protesta, y que se llegue a los homicidios de maestros y policías; encaprichado como está en no entender que la política democrática exige mediar para resolver los problemas.
Vía Contralínea.
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