http://www.animalpolitico.com/2016/06/un-futuro-sacerdote-un-taxista-un-comerciante-algunas-de-las-victimas-de-nochixtlan/
Las familias de los jóvenes que murieron en el enfrentamiento entre manifestantes y policías los despidieron este martes. Sus amigos y conocidos los ven como héroes que ayudaron a su pueblo, Nochixtlán.
Jesús Cadena Sánchez quería ser sacerdote. La próxima semana concluiría el bachillerato y luego buscaría entrar al seminario. Desde los 15 años comenzó a dar clases sobre catecismo en la iglesia de Nochixtlán a otros niños casi de su edad; decía que todos debían conocer las enseñanzas de Dios: ayudar al prójimo como forma de vida.
El domingo 20 de junio, Jesús acudió alllamado del padre Adrián, quien repicó las campanas de la iglesia desde las 9 de la mañana. A esa hora, según los pobladores, policías federales lanzaban gases lacrimógenos contra los pobladores que mantenían una barricada en la carretera federal como parte de las protestas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
“Voy a ayudar”, le dijo a su madre al salir de su casa.
Él no estaba en la confrontación directa, dice la señora Avendaño, quien estaba en el lugar y fue herida de bala. Ella vio que Jesús bajaba botellas de agua y refresco de una camioneta proveniente de la iglesia para contrarrestar el picor del gas lacrimógeno en ojos y garganta. Estaba entregándolos a quienes participaban en la refriega y ahí “le atravesó la bala”, dice.
Jesús estaba a más de 50 metros de la hoguera en que se había convertido el tráiler atravesado en la autopista cuando fue herido con dos impactos de bala. Según Enriqueta y Miguel – pobladores de Nochixtlán – los disparos vinieron desde el Hotel Juquilita, por eso, dicen, los manifestantes quemaron el lugar.
Su hermana llevaba su foto de generación al frente del cortejo, mientras el cuerpo del joven de 19 años era llevado en un ataúd de tela blanca. Este martes 21 de junio, Jesús fue enterrado en el panteón municipal.
Su madre, Patricia Sánchez, vestida de negro, no lloraba, pero apenas podía hablar, solo miraba la fosa antes de colocaran el ataúd. Alrededor, los pobladores que acompañaban a la familia se referían a Jesús como un “héroe” que defendió a su pueblo, otros jóvenes entre lágrimas gritaban: “Por qué, por qué los asesinan, si son la esperanza de América Latina”.
Él es uno de los nueve fallecidos durante la confrontación entre pobladores y policías el domingo 20 de junio en Nochixtlán, Oaxaca, un municipio de la mixteca.
Óscar Luna Aguilar también fue sepultado este martes. Su cuerpo fue llevado al centro del pueblo, frente al kiosko. Los presenten se refirieron a él como un joven digno que defendió a Nochixtlán del ataque policiaco.
Sus padres, Blanca Aguilar y Sergio Luna, perdieron a su primogénito, “a su mano derecha”, dicen. Al ejemplo de sus dos hermanos menores. Aunque apenas tenía 22 años, era un pilar importante para la familia.
Apenas hace cuatro meses había iniciado su propio negocio, una juguería en la calle Libertad. Estaba contento de tener un ingreso extra para su familia.
Se levantaba desde las cuatro de la mañana para ayudar a su padre a cortar pastura que vendían afuera de su casa. Apenas amaneciendo, iba con su madre a vender tamales en el mercado del pueblo, mientras sus hermanos se preparaban para ir a la secundaria. El siguiente turno era su juguería, que tanto orgullo le daba.
El balazo que recibió el domingo 20 de junio le quitó la vida y su intención departicipar en la representación de la Pasión de Cristo durante el próximo festejo de Semana Santa.
Eran tan querido y conocido en el pueblo que su cortejo fue de cientos de personas que lo despidieron con coronas de flores blancas y una banda de música que acompañó al cortejo en su camino al panteón.
Yalid Jiménez Santiago tenía 29 años y dos hijos que apenas cursan el preescolar. Su familia es originaria de Santa María Apazco, una población con poco más de 400 habitantes, pero vivía en Nochixtlán.
En su taxi colectivo recorría una y otra vez los dos lugares en donde creció: Apazco-Nochixtlán. Él no siguió los pasos de sus padres, ambos maestros de primaria, pues desde los 19 años encontró en el taxi su forma de vivir.
Mucha gente de Nochixtlán acudió al sepelio el lunes 20 de junio en Apazco. “Duele recordar”, dice Misael, un hombre de 60 años que cuenta que Yalid formó parte del comité para los festejos del pueblo en 2011. Lo conoció desde que era un niño y no duda en describir al joven como “tranquilo que no se metía con nadie”.
“¿Por qué los mataron? Nunca en mi vida había visto esto y duele, duele mucho”, dice Misael.
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