CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Aurelio Nuño está en la Secretaría de Educación Pública gracias a la voluntad de su amigo Enrique Peña Nieto que lo mandó ahí a ejecutar o terminar con lo que resta de la disidencia magisterial. Este funcionario carece de un proyecto educativo y de ideas de largo plazo para modificar o adecuar el nuevo modelo educativo que necesita el país. Está en timón sólo para llevar a cabo el fin de quien considera un enemigo político sin ninguna otra idea de educación en la cabeza.
Nuño no tiene en su historial ninguna pizca de un educador y menos de un político brillante que pueda dejar alguna huella en la instancia educativa que es estratégica para el futuro de millones de niños y jóvenes que hoy deambulan en un ambiente violento, incierto y lleno de zozobra.
Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Iberoamericana y Maestro en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Oxford, Nuño tiene un enorme hueco en su historial político porque usando como trampolín la amistad con Peña, saltó a ser funcionario en materia educativa y ahora con esa enorme deficiencia tendrá en sus manos las nuevas líneas de la SEP que habrá de anunciar pronto Peña Nieto.
Nuño empezó en el Senado como vicecoordinador de Planeación Estratégica del grupo parlamentario del PRI de 2000 a 2006 y luego de la mano de su otro gran amigo, Luis Videgaray, en 2009 lo hizo su coordinador de Asesores siendo diputado y presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública. De 2010 a 2011 fue asesor de Enrique Peña Nieto durante su paso como gobernador del Estado de México. Posteriormente trabajó en la campaña de Eruviel Ávila hacia la gubernatura del Estado de México.
Todas y cada una de las actividades que ha desarrollado Nuño las ha obtenido gracias a sus relaciones políticas o de amistad, nunca por sus capacidades. Fue así como en la campaña presidencial de Peña Nieto llegó a ser coordinador de Mensaje y Mercadotecnia, después encargado de manejar el tema de educación en el equipo de transición y luego Jefe de la Oficina de la Presidencia donde tejió las redes de interés político con algunos de los medios de comunicación que lo catapultaron hasta la SEP creándole una imagen de educador que no tiene.
¿Alguien conoce el proyecto educativo de Nuño? Creo que nadie, ni sus más cercanos colaboradores podrían responder a esta pregunta básica para quien ostenta el cargo de titular de la SEP y pretende trascender en la vida política del país.
Nuño es simplemente el ejecutor de Peña Nieto en su plan de terminar con el sindicalismo magisterial y con la educación pública. Esa podría ser su meta más alta y hasta ahí llegarían sus sueños de sustituir a su amigo y jefe en la silla presidencial porque además de sus limitaciones propias, tiene ante sí a una buena parte de los maestros que no van a aceptar sus imposiciones y que a pesar de que no lograron el paro nacional anunciado para este lunes, aún tienen fuerzas para obstaculizar las reformas peñistas en materia educativa.
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