sábado, 21 de mayo de 2016

Desde 2014, Aurelio "Nerón" ya había amenazado

“No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo”: Aurelio Nuño

 
Aurelio Nuño, Jefe de Gabinete de Enrique Peña Nieto. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 7 de diciembre (SinEmbargo).– El Jefe de Gabinete del Presidente Enrique Peña Nieto, Aurelio Nuño Mayer, reconoció, en entrevista con el diario El País, que ante la tragedia de Iguala, “nos quedamos cortos” y dijo que el país vive una profunda crisis de confianza y que la estrategia de comunicación no está funcionado.
Advirtió: “No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo”.
El Jefe de la Oficina de Los Pinos dijo al medio español: “Nos faltó una agenda más contundente en materia de seguridad y de Estado de Derecho. Nos quedamos cortos. No vimos la dimensión del problema y la prioridad que debería haber tenido”.
Las declaraciones forman parte de un reportaje que publica el diario hoy, que titula: “México acelera las reformas para desactivar el otoño del descontento”.

El País dice que han bastado más de dos meses de “tragedia, sospechas de corrupción y errores de comunicación del Gobierno para que las expectativas generadas hace dos años por el plan de reformas lanzado por el presidente Enrique Peña Nieto al día siguiente de su toma de posesión, aquello que la prensa internacional llamó ‘el momento México’, se hayan desvanecido”.
Aurelio Nuño, dice el medio, no tienen “empacho” en reconocer los errores en este trayecto de la “esperanza a la desconfianza”.
Y agrega que el funcionario tampoco se excusa en la devastación social causada por Felipe Calderón. “La responsabilidad de la herencia recibida es enorme, pero es una herencia de muchas décadas. Pensar que es problema de un Gobierno es no entender nada. Iguala es un problema estructural”, declaró Nuño a El País.
El diario señala que los estados de Michoacán, Oaxaca y Chiapas quedaron al margen de la apertura política y liberalización económica experimentadas por México en las últimas décadas y su atraso comparativo no ha dejado de crecer. Esos estados hora son objeto de atención prioritaria por parte del Gobierno que ha lanzado un plan de rescate económico de la zona y enviado al Congreso una nueva agenda de reforma de las fuerzas de seguridad, en defensa de los derechos humanos y de recomposición del sistema de justicia.
Pero, destaca la publicación, esos cambios propuestos llevarán tiempo, cuestan dinero y el humanos social mayoritario es de impaciencia. “La sociedad ha dicho ‘¡basta ya!’ y hasta el propio Peña Nieto ha señalado que ‘México no puede seguir así’, dice El País.
Aurelio Nuño reconoció que el país vive una profunda crisis de confianza y que la “estrategia de comunicación no está funcionando”. “No es fácil cambiar las llantas con el coche en marcha”, señaló.
Además dejo en claro que la urgencia en los cambios que pide la opinión pública no va a marcar el rumbo. “No vamos a sustituir las reformas por actos teatrales con gran impacto, no nos interesa crear ciclos mediáticos de éxito de 72 horas. Vamos a tener paciencia en este ciclo nuevo de reformas. No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo ni a saciar el gusto de los articulistas. Serán las instituciones las que nos saquen de la crisis, no las bravuconadas”, sentenció.
El País agrega que la crisis mexicana tiene otro flanco, el del retraso en la aplicación de las reformas ya aprobadas, sobre todo las económicas, que corre en paralelo con el “drama de la inseguridad”. Indica que las reformas aprobadas, la fiscal, la energética, las de telecomunicaciones y la educativa, “que iban a generar competencia acabando con los monopolios e impulsar el crecimiento hasta alcanzar un 5% del PIB al final del sexenio. Dos años después, la previsión oficial para este año es de solo el 2,1% y los ciudadanos no han notado ninguna mejora en sus bolsillos. Al contrario. La reforma fiscal ha soliviantado a las clases medias al subirles los impuestos y la pequeña y mediana empresa no ha logrado aún créditos más baratos”.
Y más grave aún, dice, la Reforma Energética, llega en un momento de caída de la producción y de los precios mundiales del petróleo.
Nuño asguró que el impulso reformista del Gobierno sigue vivo, sin embargo admitió el frenazo en la práctica. “Hay resistencias al cambio por parte de los propios afectados como en el caso de los maestros, y resistencias, algunas visibles y otras menos evidentes, de grupos económicos, mejor organizados, contrarios a la competencia”, precisó.
Ante la caída de popularidad del Presidente Peña Nieto, Nuño descartó de momento “golpes de efecto”. “Nuestra intención no es castigar a nadie ni ir en contra de nadie. No haremos pagar a nadie la salida de la crisis ni vamos a hacer populismo económico. No habrá represión. La segunda agenda del sexenio es acelerar las reformas de la primera agenda”, aseguró.
“Peña Nieto, que siempre se ha definido como un pragmático, se fijó como meta de su mandato restaurar la preeminencia y autonomía del Estado frente a los poderes fácticos —incluido el crimen organizado— en un contexto democrático. Un objetivo muy ambicioso que hoy parece más lejano y borroso que ayer”, plantea El País.
“Acelerar y perseverar en las reformas y pedir un poco más de paciencia a la población con la promesa de que no se recurrirá a resabios autoritarios del pasado es la receta decidida por el Gobierno del PRI para afrontar este otoño del descontento. ¿Será suficiente?”, finaliza.

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