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La información que difundió Carmen Aristegui a unos días de la llegada del Papa Francisco a México, referente a la boda falsa que protagonizaron Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto en 2010, puso a temblara todo el aparato político-gubernamental de nuestro país.
Si decimos que Francisco pidió cancelar su llegada a México, no exageramos; pero para evitar el Papa no dejara al presidente de la República como novia de pueblo, se echó a andar una maquinaria nunca antes vista en la política mexicana.
Llamadas telefónicas, correos electrónicos, agendas, intercambios de cartas, y miles de recursos más, fue lo que utilizó el gobierno de Enrique Peña Nieto para hacerle ver al Vicario de Cristo, que la información deAristegui era parte de un complot izquierdista para desestabilizar al país.
El jefe del Estado Vaticano tuvo que venir a fuerza a México, y no porque lo haya convencido Peña Nieto, sino porque su arribo significó una ganancia de cientos de millones de euros para la Santa Sede.
Es decir, dime cuánto tienes, te diré cuánto vales.
Resuelto el asunto, el Papa Francisco hizo como que no vio el informe de Aristegui sobre la boda falsa de la Gaviota; pero no solo eso, Su Santidad también comprendió que un pecado garrafal cualquiera lo puede cometer, y por eso habría que darle una nueva oportunidad a la actriz de Televisa.
Los milagros existen: en un abrir y cerrar de ojos, Peña y Rivera volvieron a ser la pareja más honesta del mundo.
Superando este trauma, Angélica Rivera convocó a diseñadores exclusivos para que le confeccionaran los trajes que utilizaría en los eventos del Papa. Cada vestimenta costó alrededor de 500 mil pesos, que para ella es una ganga, considerando que el Sumo Pontífice la perdonó de cualquier pecado consumado.
Superando este trauma, Angélica Rivera convocó a diseñadores exclusivos para que le confeccionaran los trajes que utilizaría en los eventos del Papa. Cada vestimenta costó alrededor de 500 mil pesos, que para ella es una ganga, considerando que el Sumo Pontífice la perdonó de cualquier pecado consumado.
Pero el momento que evidenció el verdadero lado monstruoso de la Gaviota, fue cuando el Papa visitó elHospital Infantil de México. En ese lugar, remodelado y pintado por la visita de Francisco, acuden niñas y niños que sufren lo insufrible. El cáncer está acabando con sus vidas, y con las de sus familias.
Desde que empezó su “gestión” como Primera Dama, Angélica Rivera ha acudido al Hospital Infantil dos o tres veces, y eso para tomarse la foto con su marido; después de eso nadie ha vuelto a ver a la esposa del presidente en el nosocomio…hasta que llegó el Papa.
Oportunista hasta el límite de sus capacidades, la Gaviota abrazó, besó, apapachó, lloró, sonrió, grito y cantó, con las niñas y niños a los que tiene abandonados a su suerte. Basta escuchar las historias de los papás y las mamás de los pequeños con cáncer: nadie les contesta sus cartas enviadas a la Residencia Oficial de Los Pinos, ni siquiera para negarles el apoyo.
Eso de que Angélica Rivera tiene buen corazón, es como si dijéramos que se casó por la buena, y amandocon todo su ser a Enrique Peña Nieto. ¿Verdad que no cuadra?
En fin, así es la Gaviota…de hecho, todo México sabe cómo es.
Una última pregunta, ¿saben cuándo regresará Angélica Rivera al Hospital Infantil?
La respuesta también ya la conocemos.
(Editorial)
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