MÉXICO, DF (Proceso).- En tiempos de los aztecas –nos dicen los libros oficiales de historia– la llegada de un nuevo año era motivo de un “fuego” que no sabemos a ciencia cierta si era un asado. Amén de las cosas terribles que se cuentan que hacían los ancestros no hay forma de saber si eran reales. Tampoco importa. Según la cultura oficial los aztecas le tenían tanto terror a no volver a ver el sol a la mañana siguiente que decidieron lo más lógico: sacarle el corazón a bellas damas y guerreros valerosos. Según esto, a los ancestros nunca se les ocurrió que si no salía el sol era, por ejemplo, porque había “norte en Veracruz”. Los mismos libros nos dicen que, además, los pueblos ancestrales podían predecir eclipses y el fin de los tiempos. Esta idea la perpetuó mi tío Nayo en 2012:
–Lo predijeron los mayas. Todo va a valer madre a las 12 de la noche. Ábrete la otra botella y sácate la guitarra –hay que decir que a esto el tío Nayo le llama “ponerse bohemios”.
Por supuesto nada terminó esa noche, más que las botellas y la entonación.
Tampoco soy muy afecto a las cenas de año nuevo. Lo repito: se dan los abrazos y siempre se recuerda a “los que se nos adelantaron en el camino” o se evocan historias en las que siempre alguno de la familia termina humillado. Casi nunca he escuchado que alguien hable del futuro. A lo más alguna tía asegura que fue al mercado a comprarse calzones rojos y uno suplica que se le borre esa imagen de la mente. El futuro no parece estar en las charlas de las cenas. Será porque somos, en el fondo, bien aztecas.
Pero esta columna piensa romper ese sortilegio. Para ello consultamos a una serie de brujos que nos han dado respuestas para lo que sucederá en 2016. Sin poder revelar fuentes puedo decir que son mi prima Rosy, que tira el tarot y hace psicoanálisis de perros por internet, y dos caricaturistas que publican en esta misma revista. Se invocó con una güija a varios espíritus, pero parece que estaban fuera del área de servicio, aunque sí se nos aseguró que esperáramos en línea porque nuestra llamada era muy importante. Concluimos que los espíritus trabajaban en una especie de outsourcing.
El resultado, entrecruzando los datos disponibles, es el siguiente.
Enero
El presidente de la República termina un fragmento de La Biblia. Se referirá a ello en un discurso memorable en la Casa Blanca:
–Yo ya había visto la película. Esos fariseos, qué “infrestruktur”.
Febrero
Angélica Rivera anuncia su cambio de apodo de La Gaviota a Doña Blanca. Lo hace en un discurso televisado a toda la nación en el que nunca revela quién es ese jicotillo.
Marzo
El ego del secretario de Economía firma un tratado de libre comercio. Nadie recuerda su nombre.
Abril
En un alcance de la eliminación de los tres ceros al peso frente al dólar, se le quitan ahora los sietes.
Mayo
El secretario de Gobernación anuncia el final de la investigación sobre los estudiantes normalistas de Ayotzinapa:
–No están desaparecidos. Sólo evadidos de su entorno.
Junio
Pemex adelgaza la mezcla mexicana de “hidrocarburos” porque contienen muchos “carbohidratos”.
Agustín Carstens se inconforma.
Julio
Margarita Zavala anuncia su decisión de ser candidata por el PAN a la Presidencia del DIF.
Agosto
Los Chuchos forman un trío que se presenta en el Bar Cadillac los martes y jueves de ladies nights. A veces los acompaña Felipe Calderón desde el piso.
Septiembre
Carmen Aristegui no regresa a la radio. Javier Lozano lo explica:
–No me da la gana y háganle como quieran. Nos vemos a la salida.
Octubre
El orgulloso cine mexicano estrena 10 películas. Ocho son sobre narcotraficantes.
Noviembre
La muy planificada Secretaría de Cultura emprende un nuevo programa de fomento a la lectura: que los mexicanos corramos con libros en la mano. El jefe de Gobierno de la Ciudad de México propone que se llame “corredor cultural”.
Diciembre
Peña Nieto lee otra parte de La Biblia. En un nuevo discurso afirma:
–No entendí el final. Debe ser que no leí lo de en medio.
Y, según los herederos de esta bellísima tradición ancestral de la profecía, ese será nuestro 2016. Aunque cabe la posibilidad de que no sea así, aunque para evitarlo haya que sacarle el corazón a alguien.
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