Polemón
Por: Jorge Gómez Naredo (@jgnaredo)
1 de septiembre de 2015.- La batalla por nuestro pasado es, sin duda, la batalla por nuestro presente y nuestro futuro. Decir, aceptar y ser conscientes de dónde venimos, lo que somos, lo que como sociedad (comunidad imaginada y a la vez concreta) hemos sido, es algo que nos determina. Podemos aprender de lo que hicimos mal y evidenciar en su contexto a los que hicieron mal y a los que hicieron bien.
Enrique Krauze y otros historiadores y “periodistas” han comenzado, desde hace tiempo, a reivindicar la figura de Porfirio Díaz. Basándose, según ellos, en argumentos “científicos” y “analíticos”, han establecido (o comenzado a establecer) que Porfirio Díaz no era tan malo, que fueron periodistas y personas mal intencionadas como John Kenneth Turner los que nos hicieron pensar que era malo, que habría que “analizar” mejor lo bueno que hizo Díaz, como tender vías de ferrocarriles y modernizar al país. Dicen, y lo repiten hasta el hartazgo, que con Díaz México no estaba tan mal, al contrario, con Díaz, México estaba bien, muy bien.
Estas reivindicaciones de un personaje que hizo de la humillación, la pobreza y la esclavitud de su pueblo la única vía para el enriquecimiento de unos cuantos, han comenzado a surtir efecto en ciertos personajes y políticos. Un ejemplo lo tuvimos hoy.
El alcalde de Orizaba, Juan Manuel Díez Francos, empresario y político del PRI, decidió que el municipio que gobierna debía gastar su buen dinero en construir una estatua de tres metros que representara a Profirio Díaz en su última etapa, todo lleno de insignias militares.
Durante el acto de develación de la estatua, una chica, de nombre Norma Edith Colohua Sáenz, subió a templete, tomó el micrófono y cuestionó que cómo era posible que un ayuntamiento levantara una estatua a un asesino. Policías vestidos de civiles pronto la atraparon y la alejaron agresivamente del acto. El ayuntamiento, a los pocos minutos, emitió un comunicado argumentando que quienes “agredieron verbalmente” en el acto de la develación de la estatua del “ex presidente Díaz” eran del Partido del Trabajo.
Lamentó el ayuntamiento de Orizaba “que este grupo de políticos carezca de interés en lo que realmente ocurre en la ciudad; la figura del ex presidente Díaz es un pretexto”.Además, se agregó en el comunicado, que ésos que pensaban diferente al presidente municipal de Orizaba, era unos “intolerantes con quienes no profesan su causa”.
La estatua, en su base, tiene un inscrito lo siguiente: “Legado. Ferrocarril y carreteras. Telefonía y correos. Electricidad, Comercio y Exportación. Cine. Palacio de Bellas Artes. Palacio Postal. Palacio de Comunicaciones. Hemiciclo a Juárez”, además de: “Militar activo por 31 años. Héroe de las batallas de Calpulalpan. Puebla 5 de mayo. Oaxaca. Revolución de Tuxtepec. Presidente de México. Poca política y más administración. Soberanía y estabilidad. Nombra a Orizaba la ciudad más educada del país”.
El municipio de Orizaba no solamente construyó y puso en un lugar público la efigie deuno de los mayores asesinos que ha habido en México, sino que también organizó “conferencias” y “mesas redondas” de análisis y reflexiones sobre la vida y obra de Profirio Díaz, en las cuales participó el columnista conservador y misógino (una especie de pleonasmo) que se hace llamar Catón.
Así pues, podríamos decir que los esfuerzos de Enrique Krauze y sus epígonos han comenzado a dar buenos resultados: las plazas públicas del país se comenzarán a poblar de estatuas asesinos. Hoy fue Porfirio Díaz, después, quizá, seguirán Gustavo Díaz Ordaz, Carlos Salinas de Gortari, y hasta Felipe Calderón. Un éxito el trabajo de Enrique Krauze: ¡enhorabuena!
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