domingo, 14 de junio de 2015

Su Pacto espurio los condenó

Proceso. JESUSA CERVANTES
El voto de castigo imperó. Los grandes perdedores en los recientes comicios fueron los partidos que impulsaron el Pacto por México a inicios de este sexenio: PRI, PAN y PRD. El priismo se quedó sin gubernaturas importantes y profundizó el repudio que concita entre grandes sectores debido a sus prácticas antidemocráticas. El panismo obtuvo su peor resultado en un cuarto de siglo, y el perredismo se desmoronó en la Ciudad de México: en sólo dos años y medio pasó de obtener 65% de la votación a alrededor de 20%.
El PRI se alzó con el triunfo en la Cámara de Diputados al lograr cuando menos 260 legisladores en alianza con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (Panal). Sin embargo, la selección de sus nueve candidatos a gobernadores y el abandono económico en que la dirigencia nacional dejó a sus abanderados locales el pasado 7 de junio “disminuyeron a la presidencia del partido y fortalecieron a los gobernadores”.
Así resume la situación un operador priista, que detalla cómo a las dos de la tarde del 7 de junio la alerta sonó en el segundo piso del edificio sede del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI. Ahí, el presidente de este instituto político, César Camacho; la secretaria general, Ivonne Ortega; el secretario de Administración, Luis Vega, y el recientemente nombrado secretario de Elecciones, Arturo Zamora, empezaron a recibir desde Los Pinos llamadas de reclamo: Nuevo León y Querétaro, dos estados claves, se estaban perdiendo.
Aurelio Nuño, jefe de la Oficina de la Presidencia, fue el encargado del regaño. Primero habló con Camacho, quien de inmediato exigió a los gobernadores priistas “operar” para revertir las tendencias. Éstos le reclamaron que “al cuarto para las doce y sin que bajara el dinero, era imposible”. Después lo evidenciaron ante Nuño; Camacho se defendió arguyendo lo siguiente: Luis Vega “nunca nos dejó operar el dinero, ya sabes que sólo responde a Peña”.
Uno de los participantes en la encerrona sigue con el recuento: “Para las cuatro de la tarde esto era un pleito, había reclamos de todos lados. Nuño hablaba con los gobernadores, éstos le aseguraban que ni Camacho ni Ortega hicieron trabajo político en los estados: ‘Nos dejaron solos’”. Nuño seguía reclamando a Camacho, y éste se defendía alegando: los propios gobernadores “no quisieron que me metiera a operar”.
Y mientras la dirigencia priista recibía desde la Presidencia de la República presiones y reprimendas, en la sala de prensa instalada en la explanada central del partido se tenía el dato de que el candidato independiente Jaime Rodríguez El Bronco estaba nueve puntos por arriba de la priista Ivonne Álvarez García en Nuevo León, y que Claudia Pavlovich, ahijada política de Manlio Fabio Beltrones, recuperaba la gubernatura de Sonora con siete puntos de ventaja.
A las 7 de la tarde las dirigencias nacionales del PRD y el PAN salieron a dar tendencias. El PRI aguardó. Camacho nunca dio la cara a los medios de comunicación. En tanto, en los nueve estados donde se disputaban las gubernaturas, los aspirantes priistas se iban apareciendo tímidamente –acompañados incluso por voceros designados un día anterior, como fue el caso con Héctor Gutiérrez de la Garza, en Nuevo León–, hablaban de tendencias que no les favorecían o cómo aventajaban ligeramente en Colima y San Luis Potosí.
Proceso consultó a cuatro analistas del PRI, y todos coincidieron en que Camacho no quiso hablar para no arrogarse la responsabilidad de la derrota. Sólo apareció ante Televisa y, el lunes ante noticiarios de radio, vía telefónica.
En charla con Javier Solórzano, en el Canal 11, Camacho aceptó: “A las dos de la tarde me enteré por la tendencia (que íbamos perdiendo Nuevo León). Se empieza a abrir la línea, de suerte que estadísticamente es imposible que regrese. Nos provoca un gran dolor pero hay que admitir las cosas como son: hubo claroscuros (para el PRI)”.
“El partidazo” se atomiza
El CEN del PRI determinó que la Secretaría de Elecciones se hiciera cargo sólo de la elección federal, esto es, de la renovación de la Cámara de Diputados.
Esa dependencia se concentró en 60 distritos, en los cuales el PRI aventajaba o perdía por una diferencia de tres puntos o menos con su más cercano competidor. Durante el último mes, diariamente monitoreaba a los candidatos y les exigía que aseguraran el triunfo.
Así fue como el PRI logró 25 diputados en solitario y 131 en alianza con el PVEM. Este último partido, sin embargo, no ganó ni una sola diputación por sí mismo.
Al final, gracias a esta alianza, más los legisladores de representación proporcional y su coalición de facto con el Panal, el otrora “partidazo” en el poder se alzó con 260 diputados federales para la última legislatura de Peña Nieto.
Aunque el PRI logró la mayoría en la Cámara de Diputados, la falta de operadores políticos y apoyo económico en los estados donde ya gobierna el PRI generó una nueva fuerza para los mandatarios estatales, que a decir de los priistas consultados se rebelarán. Esto los puede convertir de nueva cuenta en jefes locales de su partido, “un poco como sucedió cuando se perdió la Presidencia de la República”.
Uno de los operadores del PRI –que pide el anonimato– relata que a mes y medio de las elecciones la dirigencia nacional envió a 700 operadores políticos a los nueve estados donde se renovaron gubernaturas (Colima, San Luis Potosí, Nuevo León, Baja California Sur, Sonora, Campeche, Michoacán, Guerrero y Querétaro), más Guanajuato, Yucatán, Campeche, Tabasco, Morelos, Estado de México y Jalisco, en donde se eligieron alcaldías y legislaturas locales.
“A los gobernadores les dijeron que se hicieran cargo de sus elecciones locales, y en los estados donde el PRI es gobierno no les mandaron dinero”, relata el operador.
Lo anterior tendrá consecuencias en el siguiente presupuesto federal, que se votará en la Cámara de Diputados. “Como los gobernadores sacaron solos la elección, entonces son ‘sus’ diputados y a ellos responderán. Eso hará más tensa la relación con el gobierno federal”.
Pero además, advierten los analistas del PRI, habrá 12 elecciones el próximo año. Si la estrategia de estos comicios se repite, todos los mandatarios se sentirán libres de exigir, pues el CEN los dejó solos y sus diputados responderán a los intereses del jefe estatal.
“Los gobernadores que tendrán proceso electoral se convertirán en ‘gobernadores guerrilleros’. Eso tensará la relación con el gobierno federal. Este proceso, gracias a la desatención de la dirigencia nacional del PRI, a quien fortaleció fue a los gobernadores”, dice uno de los analistas.
Los perdedores
Nuevo León se convirtió no sólo en la sorpresa electoral para todo el país, sino que también, por sus resultados, ha puesto en peligro a César Camacho Quiroz como coordinador de la próxima bancada del PRI en San Lázaro.
Uno de los encargados del proceso de elección del candidato priista en Nuevo León admite que hubo desaciertos. Primero, dice, porque mientras la iniciativa privada respaldaba al priista Idelfonso Guajardo como abanderado del PRI, uno de los hombres cercanos e impulsor del actual Ejecutivo estatal, el senador Emilio Gamboa Patrón, promovió que el gobernador Rodrigo Medina designara al abanderado.
Medina se inclinó por otra cercana colaboradora de Gamboa, la también senadora Ivonne Álvarez. La caída de la priista en las encuestas era estrepitosa, por lo que desde la Presidencia Aurelio Nuño envió a uno de sus hombres cercanos a tratar de recomponer la situación: Enrique Jackson.
La confianza depositada en el sinaloense por parte de Nuño viene de tiempo atrás, cuando en 2006 se creó la alianza contra el aspirante a la candidatura presidencial Arturo Montiel. Y durante la LIX Legislatura federal, el sinaloense conoció a Nuño; tiempo después lo recomendó con Peña Nieto cuando éste gobernaba el Estado de México.
Jackson no pudo hacer nada. El Bronco ganó y al estar Camacho como encargado de las elecciones gubernamentales –y por lo tanto ser en parte responsable de la derrota en Nuevo León– es que, según las fuentes del propio PRI, Nuño pretende desplazarlo como coordinador de la bancada priista e imponer a Jackson, quien figura como tercero en la lista de diputados plurinominales por la primera circunscripción.
Sobre Michoacán, donde perdió José Ascensión Orihuela, los priistas detallan que ese aspirante fue impuesto por el propio Peña Nieto, mientras que Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público, “placeó” públicamente al perredista Silvano Aureoles: Cuando éste era presidente de la Junta de Coordinación Política, Videgaray se presentó en Michoacán para anunciar un apoyo de 4 mil 112 millones de pesos para la entidad.
Fausto Vallejo aún era gobernador, y el Congreso local era el que había logrado el préstamo. No obstante, Videgaray lo anunció como concesión de la Federación y logro de la Cámara de Diputados federal –que entonces encabezaba Aureoles. “En el PRI sabemos que quien ganó con Michoacán fue Videgaray”.
En Colima se presenta una situación contraria. El candidato del PRI, Ignacio Peralta Sánchez –quien al cierre de la edición estaba a menos de un punto arriba del panista Jorge Luis Preciado–, fue subsecretario de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y coordinador de Proyectos Especiales del equipo de transición de Peña Nieto. Es considerado un hombre cercano a Videgaray, e incluso los operadores de la Secretaría de Elecciones del PRI refieren que fue impuesto, pues las encuestas ubicaban como favorito a Federico Rangel, alcalde colimense.
“La imposición tensó la relación con el gobernador, pues Peralta nunca tuvo base social y tenía en su contra la falta de arraigo. Pero el Grupo Universidad, que encabeza el exgobernador Fernando Moreno Peña, lo arropó aun en contra del mandatario, quien al final dijo: ‘Lo vamos a tener que sacar adelante’. Esta falta de arraigo y la imposición fracturó al priismo y le dio ventaja al panismo”, comenta la fuente consultada.
Hoy, la gubernatura de Colima podría perderse en caso de que alguna de las casillas que se abran presente irregularidades en contra del PRI.
“El que estaba arriba en nuestras encuestas del PRI era el alcalde de San Luis Potosí, Mario García Valdés, pero aquí también se impuso a Carreras, quien por cierto fue funcionario de la Comisión para la Regulación de la Tenencia de la Tierra, Corete, durante la administración del panista Felipe Calderón”, dice el operador priista. Así, las fuentes coinciden en que la derrota se atribuye a Camacho y Gamboa.
Por lo que respecta a Guerrero, el priista Héctor Astudillo Flores, virtual ganador de la gubernatura, es del grupo político del exgobernador de dicha entidad, René Juárez, según los analistas del PRI. “El acuerdo con el PRD y la Presidencia de Peña fue que tanto en Michoacán como en Guerrero se iba a respetar la elección si la diferencia era de más de seis puntos”.
Por lo que se refiere a la derrota en Querétaro, la gente del PRI la atribuye a la “desatención” del gobernador hacia el partido local. “Tonatiuh Salinas, presidente de la dirigencia local, estaba reestructurando el partido desde los (comités) seccionales, pero renunció en diciembre de 2014. El gobernador desatendió el proceso y el partido quedó abandonado. No hubo partido que respaldara la elección”.
Así, el calderonista Francisco Domínguez, del PAN, ganó la elección en dicha entidad.
El PRI también perdió Baja California Sur. Su abanderado fue el senador Ricardo Barroso Agramont. Si a esto se suman los fracasos de los también senadores Ivonne Álvarez (Nuevo León) y Ascención Orihuela (Michoacán) se entiende que Emilio Gamboa –coordinador del PRI en la llamada cámara alta– sea visto como uno de los padres del descalabro.
Y aunque Campeche lo ganó, el senador Alejandro Moreno Cárdenas también es considerado gente cercana al exgobernador de Oaxaca y autor del Pacto por México.
En la próxima reunión del CEN del PRI, la gente de la Secretaría de Elecciones no sólo advertirá de la pérdida de las gubernaturas, “sino de las principales ciudades como Guadalajara, Morelia, Zapopan, Celaya y León; perdimos el contacto con la gente y eso nos lo pueden cobrar en las próximas federales”.
Estos problemas los deberá resolver el siguiente presidente del PRI, pues se espera que una vez que Camacho asuma la diputación federal sea relevado de la cúpula del CEN. El rumor es que puede llegar Miguel Ángel Osorio Chong, y su lugar de la Secretaría de Gobernación sea ocupado por Nuño.

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