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a delegación Cuauhtémoc es muy pequeña. Sólo tiene 500 mil habitantes y su superficie no rebasa el 2.1 por ciento de la extensión del DF. Sin embargo, su significado simbólico es mayor: en su territorio se ubicaba la antigua Tenochtitlan y luego la ciudad virreinal. Sus límites son semejantes a los que tenía la capital en 1900. Es el corazón político de México y es aquí donde Morena logró que Ricardo Monreal se posicionara para competir después por la conquista de la capital y ser uno de los ejes de la campaña de AMLO en 2018. Con una intención de voto de apenas 4 por ciento en diciembre, alcanzó 30 por ciento para ganar.
No fue el único campanazo de estas elecciones: un candidato independiente, Jaime Rodríguez Calderón, ganó la gubernatura de Nuevo León. Movimiento Ciudadano conquistó la metrópoli de Guadalajara. Los tres grandes partidos aliados al programa de Peña Nieto obtuvieron un voto de castigo (mucho menor al daño que han hecho). La derrota del PRD fue demoledora.
En el DF, Morena se convirtió en la primera fuerza: ganó cinco delegaciones y es posible que obtenga una o dos más si se cuentan bien los votos. Tendrá la mayoría en la Asamblea, y si hubiera gozado de una fracción del caudal con que se promovió al Verde, sería hoy primera o segunda fuerza nacional.
Más allá de las estadísticas, debemos ir a los factores internos: 1) La cohesión interna de los grupos. Las impugnaciones fueron un puñado, no hubo el desgaste de lucha de tribus; 2) Austeridad. Contó con pocos recursos y, en lugar de gastarlos en publicidad, apoyó a los brigadistas que hicieron campaña casa por casa; 3) Un voluntariado de miles trabajó para levantar la estructura del partido en poco más de un año; 4) AMLO encabezó la ofensiva, recorrió los 300 distritos y realizó unos 400 mítines, una hazaña: recordemos que a finales de 2013 tuvo un infarto. La gente no lo ha olvidado.
¿Morena podría tener una participación estelar, incluso ganar la Presidencia en 2018? Es posible si termina a tiempo su fase gestatoria, si hace buenos gobiernos, limpios y eficaces, administra bien el dinero que reciba y continúa con la táctica de vincular a los militantes con la base. Puede influir el deterioro del régimen y de la partidocracia, que tiene harta a la población. Es difícil que pueda revertirse en los próximos tres años la violencia, la pobreza y la impunidad. AMLO y su partido tendrán que construir alianzas con empresarios y organizaciones progresistas, no sólo aquí sino afuera, empezando por Estados Unidos, sin descuidar el entorno latinoamericano. El reto, como siempre, será la organización. Sin una red nacional bien articulada, numerosa y disciplinada, no podría promover el voto ni defenderlo.
Twitter: @ortizpinchetti
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