martes, 14 de abril de 2015

Carcome corrupción a Peña Nieto .- Lilia Arellano

Carcome corrupción a Peña Nieto

La corrupción es el principal problema de México. La mayoría de los mexicanos (más del 60 por ciento) piensa que en lo que va del gobierno de Enrique Peña Nieto, la corrupción aumentó. Los ejemplos abundan y embarran al primer mandatario, a su esposa Angélica Rivera, conocida como “La Gaviota”, al secretario de Hacienda, Luis Videgarya, y ahora también al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y a su subalterno, Luis Enrique Miranda Nava, a quienes se les descubrieron propiedades inmobiliarias en el sector más exclusivo de las Lomas de Chapultepec. La administración del mexiquense se ha destacado por su eficiencia en la conversión de los dineros públicos en regalías privadas, y por la impunidad que prevalece ante las múltiples evidencias de actos de corrupción que se han acumulado en poco más de dos años.
Como principal problema del país, la corrupción es el tema central de las campañas a los cargos de elección popular, que incluyen la renovación de la Cámara de Diputados y 9 gubernaturas, entre otros cargos. Sin embargo, los partidos políticos se han entrampado en su mismo lodo, y no pueden utilizar este tema sin salir raspados por sus propios actos ilícitos, en el que están inmersos desde sus mandatarios, dirigentes políticos y candidatos. Las pruebas publicadas en medios de comunicación que demuestran la compra de propiedades de políticos y gobernantes mexicanos, tanto en el país como en el extranjero, no han podido ser utilizadas al 100 por ciento por los partidos políticos de oposición, porque inmediatamente se les señalan sus propios actos de enriquecimiento personal.
El mismo proceso electoral se ha contaminado con irregularidades que imposibilitan la competencia equitativa. Tanto la legislación electoral como las autoridades en la materia enfrentan vicios arraigados, sometidos a los poderosos y haciendo a un lado a los electores. Los gobernantes no han tenido empacho en mostrar sus preferencias políticas, apoyar a sus candidatos, abierta o soterradamente, pese a la legislación que lo prohíbe. Las denuncias sobre la utilización de los recursos públicos desviados a campañas electorales se han vuelto común y ya no causan extrañeza a los ciudadanos, ni tampoco atención por parte de las autoridades electorales.
La Iglesia católica lamenta que México padezca “el mal desafortunado donde servidores pueden moverse en la impunidad más absoluta porque creen estar por encima de la ley. No obstante, la ciudadanía reclama el mínimo de coherencia por ser ésta una nación muy lastimada por los partidos y exige de ellos transparencia y sinceridad en sus aspiraciones”. Ha denunciado que a pesar de la legislación en la materia, desde las precampañas y en el inicio del período de campañas, “los electores han sido testigos de la deshonestidad, prepotencia, desacato y cinismo de contendientes contrariando la reforma electoral”. En el semanario “Desde la Fe”, se denunció este fin de semana “los inmorales” regalos de monederos electrónicos, lentes gratuitos, la promoción de vales de medicina, campañas en cine y el emblema partidista impreso en papel para envolver tortillas, que han realizado diversos partidos políticos, con lo que, acusa, se ha vulnerado la equidad de la contienda política.
En su editorial, denuncia que “en la capital del país, la guerra entre grupos políticos llega a la inmoralidad del reparto de despensas, lucrando con las necesidades más esenciales bajo pretexto de que tales insumos no tienen propósito electoral alguno, a pesar de la veda de programas sociales que pudieran incidir en la decisión en las urnas; por otro lado, en una aparición escandalosa y sólo vista en la era del autoritarismo, gobernadores y diputados de izquierda se trasladan en helicópteros para dar el espaldarazo en la apertura de campaña del candidato a gobernador de uno de los Estados más lastimados por la violencia e inseguridad. Este cínico acto es típico de prepotentes que raya en el escándalo en una entidad pobre –Michoacán- y en rezago social”.
LODO CONTRA LODO
Los partidos políticos de oposición no han podido aprovechar en esta época electoral los escándalos causados por los excesos del presidente Enrique Peña Nieto, que incluyen a su familia, a ministros de primer nivel, y al dirigente nacional de su partido, el PRI, debido a que se han debilitado como consecuencia de la exposición de sus propios actos de corrupción en medios de comunicación.
El diario estadounidense The New York Times, destaca en una nota publicada el fin de semana bajo la firma de Elisabeth Malkin, que “los partidos de oposición han tardado en hacer hincapié en los excesos personales en el PRI del señor Peña Nieto a causa de los escándalos de corrupción en sus propios partidos”. Más bien se han visto obstaculizados y en la guerra de lodo en que se han convertido las campañas en México han puesto oídos sordos a los llamados de los dirigentes empresariales a comprometerse con la transparencia y el combate a la corrupción. El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) advirtió que se necesitan compromisos y hechos concretos a favor de la transparencia y el Estado de Derecho, más que mercadotecnia electoral de acusaciones, que no terminan en denuncias formales, y menos aún en investigaciones y sanciones de los presuntos actos de corrupción.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) sigue exhibiendo los grados de corrupción que lo carcomen. Ahora tocó el turno a Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, quien de acuerdo a una investigación de la revista “Proceso”, publicada en su último número, el funcionario habita dos casas en la colonia Lomas de Chapultepec, financiadas por su contratista consentido en Hidalgo y presuntamente adquiridas por su esposa.
De acuerdo con un reportaje firmado por Jesusa Cervantes y Santiago Igartúa, tanto Osorio Chong como su subalterno Luis Enrique Mirando Nava viven en casas del sector más exclusivo de las Lomas de Chapultepec. La investigación periodísticas logró detectar y documentar dos propiedades multimillonarias que han sido habitadas por el secretario de Gobernación, y una más en construcción del subsecretario Miranda Nava. Los dos funcionarios recurrieron a una fórmula ya probada: residencias lujosas, esposas adquirientes, y contratistas consentidos que las financian.
El escándalo de las residencias de Osorio Chong y de Miranda Nava opaca el de David Korenfeld Federman, quien renunció a la Comisión Nacional del Agua (Conagua), después de una despiadada cobertura mediática sobre el uso que dio a un helicóptero oficial. Este es sólo un botón más del gran manto de corrupción que cubre a la administración de Peña Nieto, en donde son ya común las imágenes de relojes y autos de lujo y mansiones suntuosas, que causan gran indignación entre la opinión pública por el cinismo con que se gasta el dinero público para provecho personal de los funcionarios.
Pero los partidos de oposición no logran capitalizar esto porque se encuentran entrampados en su propios actos de corrupción. El PRD, por ejemplo, enfrenta el escándalo por la utilización de cinco helicópteros que aterrizaron el domingo en la apertura de una campaña por el gobierno de Michoacán del candidato del “Sol Azteca”, Silvano Aureoles Conejo, y que llevaron a gobernadores y dirigentes de ese partido, incluyendo a Carlos Navarrete, dirigente nacional perredista.
El PAN ha tratado de canalizar a su favor los casos de corrupción en el gobierno de Peña Nieto, pero se vio obstaculizado por otro escándalo por parte del gobernador panista de Puebla, Rafael Moreno Valle, que fue mostrado en una ambulancia aérea para transportar la modelo Ximena Navarreta Rosete, el pasado 4 de marzo de 2012. La dirigencia del PAN guardó un cómplice silencio sobre esto.
Aunque no han podido ser utilizados por al oposición, los escándalos de corrupción de integrantes de la administración de Peña Nieto no han tenido freno, desde la remoción, en 2013, de Humberto Benítez, titular de la Profeco, luego de que su hija le pidió a inspectores de esa dependencia cerrar un restaurante porque no le dieron mesa.
A eso se suma el conflicto de intereses surgido del escándalo que incluyó al propio Peña Nieto, a su esposa Angélica Rivera y al titular de la SHCP, Luis Videgaray, luego de que investigaciones periodísticas revelaron que el mexiquense y su esposa vivían en una casa de lujo propiedad de un contratista del gobierno. El titular de Hacienda también había adquirido una casa del mismo contratista. Aunque Peña Nieto ordenó una investigación, cuyo objetivo es sin duda relevarlo de responsabilidades, nadie creyó que un subordinado, colocado como el responsable de la averiguación, sacara a la luz posibles irregularidades de su jefe.
Tras ese escándalo, “La Gaviota”, como también se le conoce a la esposa de Peña Nieto, se mantuvo alejada de los reflectores durante meses. Pero la vanidad la volvió a meter en problemas, al aparecer en la revista de celebridades de Hola, que realizó una amplia difusión de la visita oficial de la familia presidencial a Gran Bretaña. La difusión de esa publicación coincidió con el anuncio de recortes presupuestales en el gobierno mexicano para compensar la caída de los ingresos e exportación de petróleo, lo que contrastó el derroche del estilo de vida de la familia presidencial, con la austeridad a la que se obliga al pueblo mexicano.
Dicho derroche también fue más que evidente durante la cobertura televisiva que exhibió el “Shopping” que “La Gaviota” realizó en Beverly Hills, California, acompañada de sus hijas y de otras personas, y que demostró que la austeridad sólo se aplica a la población, no a la élite gobernante y mucho menos a la familia presidencial.

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