Escrito por Jenaro Villamil el 28 septiembre 2014 a las 10:01 am en Sociedad
La historia está llena de símbolos. A una semana que las calles de Zacatenco volvieron a ser testigos de un movimiento estudiantil en el Instituto Politécnico Nacional, a cinco días que se conmemore la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, falleció el líder más destacado del Consejo Nacional de Huelga de 1968, el “estratega” y representante de la escuela Físico-Matemáticas, Raúl Álvarez Garín.
A los 73 años, asediado por un cáncer, Álvarez Garín falleció sin dejar el activismo y la asesoría permanente a jóvenes estudiantes que caracterizó toda su trayectoria.
A raíz de la matanza de Tlatelolco, Álvarez Garín estuvo dos años preso en Lecumberri, se exilió en Chile, militó en los partidos de izquierda independiente, fundó el PRD, encabezó desde el 2000 el Comité de Libertades Democráticas y fue uno de los impulsores del juicio de la fiscalía especial para delitos del pasado en contra de Luis Echeverría Álvarez, el fantasma represor del 68 que aún los sobrevive.
Elena Poniatowska, en su libro germinal La Noche de Tlatelolco, identifica muy bien a Álvarez Garín como uno de los principales dirigentes, al igual que otro integrante del Consejo Nacional de Huelga, Luis González de Alba, en su libro testimonial Los Días y los Años.
En el CNH –rememora González de Alba- “pesaba mucho la opinión de dos delegados: Raúl Álvarez Garín, de Ciencias Físico-Matemáticas, y Sócrates Amado Campos Lemus, de Economía. El acuerdo de los dos era en la práctica el acuerdo de la mayoría”.
La generosidad nunca fue una virtud de González de Alba. En su mismo relato considera a Álvarez Garín como autosuficiente y con una actitud “insoportablemente despectiva”, pero otros testimonios identifican al entonces delegado del Politécnico como uno de los más sensatos del movimiento.
“Era el estratega del movimiento. Nos decía por dónde ir y ahora venimos a despedirlo con la muerte en el alma”, rememoró Roberto Escudero, al acudir al velatorio del ISSSTE donde Álvarez Garín fue despedido por cientos de amigos, seguidores y políticos que lo respetaban.
En el libro polifónico La Noche de Tlatelolco, de Poniatowska, Álvarez Garín da este testimonio generacional:
“En el Poli yo nunca oí términos como ‘momiza’, ‘fresiza’, ‘onderos’ y demás monerías. Nunca se nos habló de la generación ‘sandwich’, la de los padres aplastados entre sus hijos y sus propios padres como una rebanada de queso de puerco. Quizá en la UNAM se emplee este lenguaje, pero a mí me parecen más bien términos intelectuales o de pequeños grupos que quisieron acercarse al movimiento, estar ‘in’. Nosotros hablábamos puras groserías, eso sí, empleamos más bien el lenguaje de los albañiles cuando discutimos entre nosotros”.
Álvarez Garín formó parte del “desmadre” del Consejo Nacional de Huelga del 68 (como definió Salvador Martínez della Roca, El Pino, a esa multitud de corrientes de las izquierdas que querían incidir en el movimiento: trotskistas, maoístas, pescados del Partido Comunista, espartaquistas). Fue comunista de formación y de corazón.
Se casó con María Fernanda Campa, hija del legendario líder ferrocarrilero y dirigente del Partido Comunista Mexicano, Valentín Campa. Anduvo en aquella legendaria campaña electoral donde Campa fue candidato presidencial sin registro.
Ahora, tras muchos años de persistencia y la emergencia de nuevos movimientos estudiantiles, alguien escuchará en alguna asamblea, la famosa petición de Álvarez Garín:
“Bien concretito”.
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