Se arroga reforma energética que
administraráel tricolor
El PRD gana en argumentos, y el perredista Mayans vota en favor
Los senadores Isaías González, del PRI; Miguel Barbosa y Zoé Robledo, del PRD, con los priístas Emilio Gamboa, Carlos Romero y José Ascención Orihuela, en la sesión del Senado en que se aprobó el régimen fiscal para Petróleos Méxicanos y la Comisión Federal de ElectricidadFoto José Antonio López
Arturo Cano
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de agosto de 2014, p. 7
Miércoles 6 de agosto de 2014, p. 7
Esta no es la reforma de Peña Nieto, dice, con todas sus letras, el PAN. En tribuna, en corto y en largo, los panistas presumen de ser los verdaderos autores de la versión más decididamente neoliberal de la reforma energética. La llaman
victoria cultural, aunque no suene a letras ni a leyes, sino a monedas que se desparraman en una brega de eternidad.
Si negociaron todo directamente con Los Pinos, la mayor parte del tiempo fuera del Congreso, ¿qué sentido tiene venir al escaño sólo a escuchar discursos incendiarios de una izquierda que no se cansa de llamarlos paleros y traidores a la patria?
A veces deciden responder, para beneplácito de los priístas, que sonríen mientras PRD y PAN se tiran lodo y se acusan unos a otros de ignorantes (¿Conoce usted, señor Demédicis, qué es una página de Internet?, pregunta el panista queretano Francisco Domínguez, enredado en su propia lengua, al senador perredista morelense).
Los panistas están aquí –es un decir, porque a ciertas horas sólo hay en el salón dos de 38 senadores del PAN– para defender una reforma que reclaman suya, pero que será puesta en práctica por un gobierno del PRI.
Se dan el lujo de regañar a los priístas. Emilio Gamboa controla a sus huestes y nadie les responde, ni siquiera cuando se meten con el mismísimo Presidente de la República (único asunto que puede incomodar a los herederos del liberalismo social).
Suelta el mandarriazo el panista Carlos Mendoza Davis a sabiendas de que no tendrá respuesta:
Esta no es la reforma del presidente Peña Nieto, sino una parte de la reforma que hemos venido proponiendo.
El partido de Felipe Calderón es generoso:
En el PAN no impera el resentimiento, ni privilegiamos la estrategia electoral por encima de los intereses de la gente.
Pero también pone límite retórico a su entrega al nuevo PRI:
Ya no hay pretextos. Administrar esta reforma de manera responsable, honesta, profesional, es una asignatura pendiente del gobierno federal. Se cumplió su petición, ahora tienen una obligación.
Cuando el panista reduce la idea de gobernar a
administrar la reforma, uno comienza a entender, tardíamente, los 12 años de gobiernos del PAN.
Trópico, ¿para qué me diste las manos llenas de voto a favor?
Al PRI y al PAN, México no los perdonará. Los senadores del PRD se toman la foto mañanera con su nuevo letrero (aprovechan los ventanales de sus oficinas para hacer letreros monumentales, de los que llevan tres).
En el arranque de los debates, se quisieron lucir con una paráfrasis monterrosiana:
Y cuando México despertó, el dinosaurio seguía ahí.
No les habría venido mal leer algunos textos más de don Augusto, quien también escribió:
Hay que someterse a una causa, pero no a las exigencias de otros amigos de esa causa.
Se podrían haber explicado lo que para algunos fue sorpresa: que el senador por Tabasco, Fernando Mayans, votara en favor, en lo general, de la porción presupuestal de la reforma energética.
Lo hace, claro, a instancias del gobernador Arturo Núñez, quien hace unos días llamó a todos los legisladores de su entidad a votar favorablemente un capítulo que, en teoría, le dará más recursos a ese estado petrolero.
Alejandro Encinas explica en tribuna:
Esta medida aparentemente positiva se ha convertido en la zanahoria para los estados petroleros, pero es sólo ficción. No se conoce la estimación de ingresos ni las de operación, y no contempla que las empresas asuman los costos ambientales de estas actividades fuertemente contaminantes.
La figura de la zanahoria no convence a Mayans, orador histriónico que siempre rebasa el tiempo asignado, incluso cuando receta a los oyentes pasajes de la obra poética de Carlos Pellicer (Trópico, ¿para qué me diste las manos llenas de voto a favor?).
Mayans pudo optar por votar en favor sólo el tema del fondo de manera particular. Pero no. El tabasqueño espera a que se cierre el tablero electrónico para aparecer desde el fondo del salón, con la mano alzada: quiere que su voto sea de viva voz, que lo escuchen hasta la Quinta Grijalva.
Los panistas la agarran al vuelo y lo insultan en Twitter:
Se cansa de acusarnos de traidores a la patria, pero hoy vota por repartir la lana. (Foto de un can rumbero). Con dinero baila el perro.
¿Y dónde está el PRI?
Despistado o mal informado, el coordinador de los perredistas, Miguel Barbosa, saluda una manifestación de miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas que ocurre temprano fuera del Senado.
Lealtad con usted y sus reformas estructurales, dice la manta que da las gracias al C. Presidente de la República.
El regenteador de ambulantes que despacha en la Secretaría de Gobierno del DF manda mucha policía, pero los uniformados terminan comiendo tacos en los alrededores del Senado, porque los manifestantes resultan en favor.
Con traje azul y sombrero dandy, rodeado de roperos que detienen a una fila de granaderos para que él cruce, va Jorge Sánchez García, el más salinista de los ex dirigentes del SME, quien encabeza a los 500 ex trabajadores y jubilados que ya no quieren saber nada de Martín Esparza.
Mala cosa, para la izquierda, que la única manifestación en el penúltimo día de debate de una reforma que le marca otro camino sea para respaldar la propuesta del gobierno.
Adentro no hay protestas, sino fuegos artificiales.
El PRI prefiere contestarle a la izquierda (a veces) pero nunca responde a los reproches del PAN, que lo acusa de mezquindad por no haber aprobado la reforma, similar aunque menos ambiciosa (de alguna forma hay que decirle), propuesta por Felipe Calderón en 2008.
Los mejores oradores de las izquierdas –no más de cinco o seis– suben a tribuna una y otra vez, desmenuzan y desmontan el discurso de la mayoría, pero saben que hablan para los medios y el pequeñísimo sector ciudadano que sigue el Canal del Congreso.
Aunque casi no están en la sesión, los panistas se enojan por los insultos (dado que la traición a la patria está tipificada como delito, los senadores perredistas insisten en que no es ofensa).
Díganme si se van a dedicar a quemar pozos en Tabasco, suelta el panista Francisco Domínguez, instalado en la provocación.
En el tiempo que le deja subir fotos de gatitos cariñosos a Internet, el ex secretario del Trabajo Javier Lozano exige respeto. Dice que los panistas no son conservadores ni paleros, ni mucho menos traidores a la patria.
Estamos cumpliendo con una obligación histórica.
Condescendiente, dice entender el nerviosismo de los perredistas, preocupados, asegura, por el nacimiento de Morena y por el hecho de que el pueblo mexicano les va a cobrar haber votado, con el PRI, la reforma fiscal.
Armando Ríos Piter, perredista sólo porque en Guerrero el PAN nomás no la hace, acusa a Lozano de tener
doble vida, una en Twitter y otra en el Senado, y le recuerda su relación con un célebre caso que se recuerda por la frase:
Coopelas o cuelo.
Tenga pantalones, venga a decirlo acá, enfrenta Dolores Padierna al panista Salvador López Brito, que alude a artefactos elásticos. Algo más argumenta Padierna sobre los iniciales escarceos PRI-PAN en los tiempos de Salinas y Diego Fernández de Cevallos.
Y a todo esto, ¿dónde quedó el PRI? Cuando despierten de sus pleitos, todavía estará ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario