domingo, 15 de junio de 2014

Juan José Esparragoza, “El Azul”: vivo o muerto, en el misterio

PROCESO 1963


Si se confirman las versiones periodísticas, envueltas en la bruma, de que Juan José Esparragoza murió de un infarto, el capo apodado El Azul  habría muerto como vivió y operó en su calidad de uno de los líderes del Cártel de Sinaloa: ajeno a los reflectores, entre las sombras, en el misterio. Al respecto, el gobierno mexicano admite que está desinformado, mientras que las agencias estadunidenses afirman estar obligadas al silencio. Una fuente policiaca mexicana revela que antes de 2012, cuando emitió medidas contra la familia del Azul, el gobierno de Estados Unidos trató de negociar su entrega en algún punto de la frontera, para evitar que las autoridades de México lo asesinaran…
La supuesta muerte de Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, por un paro cardiaco abona a la leyenda del considerado “padrino de padrinos” del narcotráfico en México ante el declarado desconocimiento del gobierno de Enrique Peña Nieto.
La tarde del pasado domingo 8, el semanario Ríodoce, de Culiacán, Sinaloa, informó del presunto deceso del narcotraficante cuando convalecía de un accidente automovilístico. El medio citó “fuentes policiacas extraoficiales y personas cercanas a la familia del narcotraficante”.
Horas después, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, dijo no saber nada de nada. “No tenemos confirmado nada, yo no tengo información”, declaró escueto a la prensa cuando fue interrogado en Madrid, donde se encontraba como parte de la visita de Estado del presidente Enrique Peña Nieto a España.
Poco más tarde, en Ciudad Victoria, Tamaulipas, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, reiteró la posición oficial durante una conferencia de prensa: “El día de ayer corrió esta versión de este delincuente y lo que puedo decirles es que, como lo hemos hecho en el gobierno de la República, y en el gabinete de seguridad en lo particular, es que no damos ninguna información hasta que no estemos completamente seguros de que ésta sea cierta, hasta que no tengamos los elementos.
“Entonces hoy no tenemos mayor información. Hoy solamente ha sido a partir de las redes sociales, a partir de algunos medios que han dicho, han hecho comentarios al respecto, pero no tenemos información que dé sustento a este supuesto fallecimiento de este presunto delincuente. En cuanto se tenga alguna información correcta y que tenga el sustento correspondiente lo daremos a conocer.”
Pero en Culiacán se mantuvo la versión del fallecimiento. El martes, el miércoles y el jueves se realizaron misas en memoria del señor “José Moreno” en la parroquia Espíritu Santo, en la colonia Las Quintas. Se trata del mismo barrio donde abundan casas atribuidas a narcotraficantes.
Según reportó Ríodoce, los tres servicios religiosos tuvieron lugar a las 19:15 horas y en todos ellos se mencionó el nombre de José Moreno. “A las misas asistieron familiares y amigos de Esparragoza Moreno”, quienes confirmaron que sus restos fueron cremados. El semanario corroboró que en el libro de registro de la parroquia aparece el nombre de José Moreno.
El gobierno de Estados Unidos también guardó silencio. A pesar de ser uno de sus principales objetivos entre “los más buscados” y que ofrece una recompensa de 5 millones de dólares para quien proporcione datos útiles en su captura, ninguna agencia encargada de su persecución declaró nada oficialmente.
En una clara presión contra el histórico jefe del narcotráfico mexicano, Estados Unidos incluyó en 2012 y 2013 a sus hijas y yernos en la lista de personas con las que prohíbe hacer negocios y a las que congela sus activos en ese país.
Con base en la Ley de Designación de Cabecillas Extranjeros del Narcotráfico, la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro sumó en esa lista a Brenda Guadalupe Esparragoza Gastélum y Nadia Patricia Esparragoza Gastélum, así como a sus esposos Luis Francisco Vallarta Escalante y Álvaro Padró Pastor, éste ciudadano español de origen catalán.
Las acciones pretendían presionar a Esparragoza Moreno por su lado débil: la familia. Incluso, antes de que los yernos fueran incluidos en la lista, el gobierno estadunidense pretendió negociar con el capo para que se entregara en algún punto de la frontera. Lo quería en su territorio antes de que apareciera muerto a manos del gobierno mexicano, confió a Proceso un investigador policial que por razones de seguridad pidió no publicar su nombre.
Nadia Patricia Esparragoza atrajo los reflectores en la década de los noventa.
Este semanario publicó testimonios sobre la operación del Azul en el estado de Morelos, donde tenía una casa cerca de la residencia del entonces gobernador, el panista Sergio Estrada Cajigal (Proceso 1433). Junto con Amado Carrillo, El Señor de los Cielos, Esparragoza Moreno tejió vínculos con autoridades estatales como Antonio Salgado, jefe de la Unidad Antisecuestros de la Policía Judicial del estado.
Una de las fuentes de esa información fue el exdirector de la Policía Judicial Federal Adrián Carrera Fuentes –detenido después por sus nexos con Carrillo–, quien describió la fiesta por las bodas de plata de Esparragoza con María Guadalupe Gastélum Payán en 1997, en el hotel La Hacienda, en la carretera Cuernavaca-Tepoztlán.
El festejo contó con protección policiaca y duró hasta el siguiente día. “Desde esa fecha ya no se pudo ocultar la referencia, posteriormente acreditada por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, de que Nadia Patricia Esparragoza Gastélum… tenía vínculos sentimentales con Estrada Cajigal, el gobernador de Morelos”, se asienta en otro reportaje, publicado por la agencia Apro el 20 de mayo de 2009.
Peso histórico
Por su asociación anterior, apenas se conoció la versión de la muerte de Esparragoza Moreno, en la garita de San Isidro, California, fue colocado un espectacular en el cual el gobierno estadunidense ofrece una recompensa de 5 millones de dólares a quien aporte información para detener a Caro Quintero, a quien pretende juzgar por el asesinato del agente antinarcóticos Enrique Camarena.
El exlíder del Cártel de Guadalajara purgó 28 años de prisión en México, pero en agosto pasado un tribunal federal ordenó su libertad. Ante la presión estadunidense, la Suprema Corte de Justicia de la Nación revocó su liberación y lo colocó en condición de prófugo.
El alegado desconocimiento del gobierno de Peña Nieto sobre la muerte de Esparragoza Moreno ahonda la especu­lación sobre el destino del capo, uno de los vértices que por años sostuvo al Cártel de Sinaloa, junto con el ahora detenido Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, quien con la supuesta muerte del Azul quedaría como el principal jefe de la poderosa organización delictiva.
Por más de 30 años el nombre de Juan José Esparragoza Moreno ha sido parte de la historia del narcotráfico en México. Pero a diferencia de otros jefes históricos, como Rafael Caro Quintero y el propio Chapo Guzmán, ha estado consistentemente en segundo plano. Y también a diferencia de Guzmán Loera, quien comenzó en la organización como pistolero, El Azul ingresó al negocio de las drogas como financiador para el cultivo de mariguana.
En las investigaciones del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena, ocurrido en Guadalajara en 1985, El Azul ya era mencionado –junto con Manuel Salcido Azueta, El Cochiloco; Miguel Ángel Félix Gallardo; Caro Quintero, y Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto– como uno de los jefes del tráfico internacional de droga.
Su papel ha sido clave en el desarrollo de los narcotraficantes sinaloenses y en especial del fortalecimiento del Cártel de Sinaloa. Además de su liderazgo en éste, ha sido vinculado al Cártel de Guadalajara, de Caro Quintero, y al Cártel de Juárez, de Amado Carrillo Fuentes, sus paisanos.
“Su consejo ha sido buscado no sólo dentro de su organización, sino por otros cárteles –dice el investigador policial–; lo consideran un caballero que cumple su palabra y es promotor de acuerdos, convencido de que, contrario a lo que se piensa, plomo y droga no se llevan”.
Lo describe como “un barón de la droga” y “el padrino de padrinos”. Cuando había problemas con las autoridades o con otros cárteles, él intervenía. Ha sido un negociador permanente, asegura.
De ahí que se le atribuya el surgimiento de la Federación Sinaloense, la congregación de grupos del narcotráfico originarios de Sinaloa que fracasó en 2008 con la detención de Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, por una supuesta delación del Chapo Guzmán.
Desde entonces, esas facciones se embarcaron en una confrontación que no acaba, pese al acribillamiento, en 2009, de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, a manos de marinos, y la detención, el 22 de febrero pasado, del Chapo Guzmán.
Esparragoza Moreno quedó en medio de esa guerra, entre sus lealtades a la organización y su relación familiar con los Beltrán Leyva. Su hijo mayor, Juan José, que habría sido asesinado, se casó con una hermana de los Beltrán, clan originario de la comunidad de La Palma, también en el municipio sinaloense de Badiraguato.
Pese a la cercanía manifiesta del Chapo con El Mayo Zambada, avalada por éste en el encuentro que tuvo con el periodista Julio Scherer García, fundador de Proceso (edición 1744), Juan José Esparragoza no fue ajeno a la huida de Guzmán Loera del penal federal de Puente Grande en enero de 2001, al principio del gobierno de Vicente Fox. “Le dio 5 millones de dólares para esconderse”, dice la fuente.
Y afirma que El Azul se desplazaba en varias ciudades del Pacífico, entre Ensenada, La Paz, Culiacán y Guadalajara. La versión periodística de su muerte dice que ocurrió en un hospital de Guadalajara o del Distrito Federal.
En sus perfiles publicados a lo largo de los años por la prensa mexicana el lugar común lo señala como el encargado de las relaciones con los mandos políticos, policiales y militares, entre los que se menciona el nombre del general Mario Arturo Acosta Chaparro, preso durante siete años por narcotráfico –cargo del que fue absuelto– y asesinado en abril de 2012 en la capital del país.
El gobierno de Peña Nieto prefiere pasar por desinformado antes que decir cualquier cosa sobre el capo, a pesar de su largo historial delictivo. Entre la información oficial que existe sobre él está su ingreso a prisión en 1986, un año después de que fuera desarticulado el Cártel de Guadalajara tras el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena. Esparragoza Moreno fue detenido y encarcelado por cargos de narcotráfico y portación ilegal de arma.
En la consignación de entonces, la PGR asentó que el acusado se asoció con Caro Quintero para sembrar, cultivar, cosechar, elaborar, acondicionar, poseer y traficar mariguana a gran escala. Según el proceso penal 20/86 del Juzgado Décimo de Distrito en Materia Penal del Distrito Federal, Esparragoza Moreno le hizo un millonario préstamo a Caro Quintero para esas actividades.
En su primera declaración ministerial, el 8 de marzo de 1986, El Azul dijo que tenía unos 15 años de dedicarse a actividades inherentes al tráfico de mariguana y que en reiteradas ocasiones las llevó a cabo con Ernesto Rafael Fonseca Carrillo, Don Neto, y con Rafael Caro Quintero.
Formó su primera sociedad en 1981 para sembrar mariguana en la ciudad de Fresnillo, Zacatecas. Dijo que obtuvieron una cosecha de alrededor de 20 toneladas de la hierba para traficarla a Estados Unidos por la vía aérea. Precisó que Caro Quintero consiguió los compradores y la semilla fue conseguida por Don Neto, además de que cada socio aportó 4 millones de los viejos pesos y cada uno obtuvo una ganancia de medio millón de dólares.
Al siguiente año cultivaron droga en los ranchos La Ciénega y Los Llanitos, en la ciudad de Caborca, Sonora. Obtuvieron más de 13 toneladas de mariguana por temporada durante dos ciclos de siembra. Cada tonelada la vendieron en 300 mil dólares. Un año después hicieron lo mismo en el estado de Chihuahua.
Pero el 21 de marzo siguiente, al ampliar su declaración, negó que hubiera hecho negocios con los capos mencionados, a quienes sólo conocía. Todos los implicados negaron la asociación. La defensa del Azul presentó un incidente de desvanecimiento de datos porque en el Registro Público de la Propiedad de Sonora no se comprobó la existencia de los dos predios en Caborca. El juez dio por válido el alegato y condenó a Esparragoza Moreno sólo por portación ilegal de armas. Pasó siete años en prisión.
Purgó la pena en el Reclusorio Sur, la penitenciaría de Santa Martha y el penal de máxima seguridad de Almoloya, en el Estado de México, donde las crónicas periodísticas aseguran que disfrutaba de comodidades. El mismo argumento de desvanecimiento de datos libró a Caro Quintero de uno de los cargos de narcotráfico, lo que facilitó su liberación en agosto de 2013.
Las últimas imágenes
Otro registro del Azul en manos del gobierno es la credencial que le expidió la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía secreta del régimen del PRI que acabó infiltrada por el narcotráfico y al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
Al parecer, una de las pocas fotos que se conocen de él es la credencial de metal, conocida como charola, que le dio la DFS. En la imagen tamaño credencial se ve un hombre joven, con saco y corbata, de cara redonda, bigote abundante y negro cabello quebrado.
Su apariencia varió por la edad, pero no por un cambio deliberado de imagen, como lo hacen muchos narcotraficantes, incluido su exsocio en el Cártel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, quien de acuerdo con la versión oficial murió en 1997, durante una cirugía estética.
En los registros de la DEA y del FBI sobre Esparragoza Moreno aparece el mismo hombre con bigote, cejas pobladas y cabello oscuro, sólo que con más edad. Enfundado en un traje, parece posar para otra fotografía oficial. Tal vez para su placa de agente de la Policía Judicial Federal, la desaparecida corporación de la PGR.
Su ficha policial estadunidense dice que nació el 3 de febrero de 1949, en Chuliopa (en lugar de Huixipoa), comunidad del municipio de Badiraguato, en Sinaloa. Lo describe como un hombre de 1.77 metros y 90 kilos, de cabello negro, ojos cafés y sin marcas o cicatrices conocidas. No hace mención a su color de piel, que le mereció el mote de El Azul.
Hay otras imágenes que se conocen públicamente de él, sacadas de los álbumes familiares. En una aparece saludando a jefes de la Iglesia católica, vestido de traje claro y botas. En otra foto está cargando a un niño; aparece despeinado, desenfadado, con el cabello crecido y su permanente bigote.
En otra foto posa para la cámara, sonriente. Está afuera de una habitación, de pie, con la mano izquierda en el bolsillo de su pantalón claro. Su camisa blanca está bien fajada con su cinto de cuero, que junto con las botas reivindica su origen de la sierra sinaloense. En una tercera foto aparece sentado, junto a su paisano y entonces campeón mundial de boxeo Julio César Chávez. De pie está El Señor de los Cielos.
Por años no se conocieron más imágenes suyas y el gobierno estadunidense mantiene esas como identificación para su captura. Proceso obtuvo dos imágenes que se atribuyen al narcotraficante. Son relativamente recientes y datan de una fiesta familiar de fin de año. Aparece de cuclillas, en un extremo, a la cabeza de una familia numerosa. Tiene una vela en la mano, y en la otra un refresco de dieta, por su aparente condición de diabético. Es una fotografía cuidada. Sólo aparecen mujeres y menores.
En otra foto hay un hombre joven al fondo, pero apenas se distingue su cara. En la otra foto no está. En ninguna de las imágenes aparecen ni las hijas ni los yernos de Esparragoza Moreno, quienes figuran en la lista de los narcotraficantes con los que está prohibido hacer negocios en Estados Unidos.
Aunque la discreción ha sido una de las ventajas del Azul en el mundo del narcotráfico, la tecnología pudo haberlo rebasado y alguno de sus familiares jóvenes habría subido las imágenes en internet, con lo que dejó ver al jefe del clan en una casa de Culiacán. Está enfundado en un suéter negro y gris, como su cabello. Conserva su bigote y tiene el aspecto de quien está entrando en la tercera edad. Cuando se publicó su supuesta muerte, Esparragoza tenía 65 años.
Según Ríodoce, murió cuando convalecía de un accidente automovilístico ocurrido hace unas dos semanas y en el que se lesionó la columna vertebral. “Quiso levantarse de su cama y fue en ese momento que sufrió un infarto”, publicó el semanario, que ubica el deceso en el Distrito Federal o en Guadalajara.

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