Abraham Nuncio
E
l 10 de mayo pensé en Carmen Aristegui. Ella es madre y comparte esta condición con muchas otras mexicanas. Así como el Día de las Madres, también es motivo de celebración el Día de la Mujer. Carmen –como se suele decir– es muy mujer. El próximo 7 de junio se celebrará el Día de la Libertad de Prensa. Desde ahora, al igual que antes hemos escuchado loas, dulzuras y otros estereotipos sobre las madres y las mujeres, es fácil adelantar lo que habrán de decir las voces oficiales sobre el ejercicio periodístico, y aun reconocer y premiar el esfuerzo de quienes lo realizan a costa de sacrificios y de la vida misma. En nuestro país ese ejercicio y su cometido ético y social son dignos de respeto y admiración. No por nada somos un país de libertades, instituciones y leyes. Aplausos. Fotografías. Videos. Y quizá un tweet supremo.
El Día de la Libertad de Prensa pensaré en Carmen Aristegui como uno los símbolos de lo que es el claroscuro del periodismo en nuestro país. Ella es la claridad. La oscuridad está en quienes mienten, desinforman, manipulan, se sujetan a intereses turbios, y por ello –seres draculianos– la claridad los daña; de aquí que la amenacen, la calumnien, la echen del lugar desde donde ilumina: en suma, que la ataquen y, si se requiere, la declaren candidata a la ultima ratio.
En el intento de suprimir su claridad, a Carmen la han echado de manera ruin de sus espacios de trabajo. TelevisaPrisaWRadioDanielMorenoJuanIgnacioZavalaHildebrandoFelipeCalderónMVSImagenFerrizdeConCanitecTelevisaPeñaNieto. Mal haríamos en soslayar y, peor aún, olvidar estos nombres –al cabo, todos cosidos con la misma hebra– y el mal siglo que a lo largo del XXI le han querido deparar a Carmen Aristegui silenciando o torciendo su derecho a expresarse con libertad.
Intentos semejantes se han renovado desde la sombra para lanzar sobre ella sospechas bobas, pero con suficiente insidia para hostilizarla, para mantenerla a la defensiva en torno a su propia conducta como ser humano. En el fondo se ha tratado de una amenaza cobarde y armada de púas infamatorias. Ella es una periodista valiente y prestigiada, pero es mujer, es madre y, bueno, que le duela, que cada palabra de verdad que informe le cueste, le reste vida. Que el Día de la Madre, el Día de la Mujer, el Día de la Libertad de Prensa sean su némesis por no encubrir, por no manipular. En concreto, por no servir a los intereses y prácticas subterráneos con que se pretende desgastar la convicción de quienes luchan por mantener un periodismo que permita
remontar el desalientoen que vive la mayoría, sobre todo los jóvenes que nacieron sin su torta bajo el brazo gracias al
modelo neoliberal, como dijo en su informe de 2013 Carmen Lira, otra periodista igualmente valiente y prestigiada, y desde hace años directora de nuestro diario.
¿Es un módico, pero no desdeñable número de periodistas el único que señala los atropellos y delitos de los más encumbrados habitantes de las tinieblas oficiales y paraoficiales? No. Por fortuna cada vez son más los ciudadanos que perciben dónde está la claridad y dónde la zona oscura, el sótano descrito en una buena novela cuyo autor fue inoculado por el Príncipe tras la silla del Carfax mexicano y a quien hemos visto después como abogado moral de TelevisaEnriquePeñaNieto.
En Monterrey no es frecuente que la ciudadanía se organice para defender sus derechos, y menos para defender los derechos de otros. Por ello cabe destacar el pronunciamiento de un grupo de organizaciones civiles (19), entre las cuales destaca la diócesis de Saltillo, periodistas (14) y activistas diversos (12), en el que condenan la campaña de ataques, “que desde alguna ‘cañería’ del poder se ha emprendido en contra de la periodista Carmen Aristegui”. Y manifiestan su “total respaldo a su profesionalismo, valentía y sensibilidad en el ejercicio de un periodismo que, como en pocos casos, cumple cabalmente con la función social de la labor informativa que debería ser regla en los medios de comunicación…” Con esta campaña en contra de Aristegui, dicen, se agravia a todos los mexicanos y se pretende
desvirtuar el trabajo de alguien que, como ella, ha dado espacio en sus noticieros a todos aquellos temas que desde las élites económicas y políticas se pretende minimizar o negar. Exigen estos ciudadanos al gobierno de la República que
tome todas las medidas a su alcance para garantizar la seguridad de Carmen Aristegui, su equipo de trabajo y su familia, y que emprenda
de inmediato una investigación imparcial y transparente para identificar a los responsables de esta campaña sucia contra Carmen Aristegui, y se aplique sobre ellos todo el peso de la ley.
No dejo de pensar en Carmen y el Día de la Libertad de Prensa. Si no la han podido doblegar mediante golpes bajos, algún asesor perverso pudiera sugerir premiarla para que
le baje. Ella se ha hecho acreedora a varios y uno o más responderían estrictamente a los méritos de la recipiendaria. Pero es mejor que no le ofrezcan ni tenga que rechazar alguno con sello oficial. Sería un reconocimiento al que iría prendido un segundo propósito. Y necesitamos que periodistas como ella se mantengan a la mayor distancia del Príncipe. Que el Príncipe, soberbio, se enfurezca y pueda agredirnos; pero que aquellos a los que admiramos, como Carmen, se mantengan enhiestos. Leerlos, atenderlos, tratar de emularlos y solidarizarnos con ellos es el mejor premio al que un o una intelectual que opina para el público puede aspirar.
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