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urió Adolfo Suárez, considerado el artífice de la transición española. Esto tardó menos de 17 meses. Si aceptamos que la mexicana empezó en 1997, no ha podido consumarse en 17 años. Suárez declaró que el pueblo de España, más que demandar la libertad, quería prevenir la violencia. El pueblo de México tiene hambre y sed de justicia, pero sobre todo de decencia. Cabría preguntarse por qué el proceso hispano culminó para volverse paradigmático. ¿Por qué nosotros hemos naufragado en esa empresa? Hemos conversado sobre estos temas con Porfirio Muñoz Ledo, que conoció bien a Suárez.
La transición española llegó a buen puerto por un conjunto de factores favorables: la respuesta de los actores políticos hasta lograr acuerdo constitucional, el sentido común del franquismo que se autodesmanteló, la sensibilidad política de los empresarios que se reflejó en el Pacto de la Moncloa, el apoyo de los países europeos. Un momento económico aprovechado cabalmente. Además, los protagonistas diseñaron un itinerario y lo cumplieron contra viento y marea. No sólo Suárez sino el rey, Torcuato Fernández Miranda, los líderes preclaros de la izquierda y jerarcas católicos progresistas.
En México las condiciones parecían favorables. Había acuerdo y las grandes líneas de una reforma. El ejercicio electoral de 1997 y el de 2000 salieron muy bien. Zedillo aceptó no interferir en las elecciones, sin embargo, a partir de Fox las cosas empezaron a dar tumbos; se llegó al extremo de imponer, con un fraude, al mediocre de Calderón. PRI y PAN se unieron para administrar los restos del antiguo sistema y mantener una política cada vez más conservadora y entreguista. No sólo a ellos les faltó grandeza, sino a la mayoría de los académicos, los jerarcas religiosos, los oportunistas de izquierda, los periodistas venales.
Suárez reveló a PML que para emprender un proceso tan ambicioso había que entregarse sin reservas, sin posibilidades de repliegue. Como los toreros, que según dice Cueli, a la hora de matar necesitan dar el pecho.
Es muy difícil pensar que el grupo de oligarcas que está hoy en el poder pueda tener verdadero interés en completar nuestra transición. En este momento, la mayoría piensa que la restauración del PRI, hasta hoy fallida, se nos impone como fatalidad. No lo creo: la cultura política ha cambiado en forma insospechada para los que sólo ven la superficie de los hechos; la transición mexicana no vendrá desde arriba como la española, sino desde una sociedad despierta, acosada por los infortunios. Requerirá gran voluntad política, prudencia, tesón y valentía colectivas.
Twitter: @ortizpinchetti
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