lunes, 24 de marzo de 2014

Colosio, hechura de Salinas; su asesinato arruinó el proyecto salinista: Mesa Política MVS


A dos décadas del asesinato del candidato presidencial del PRI, Denise Dresser, Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo responden a la interrogante: ¿qué efecto tuvo este crimen?
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Denise Dresser, Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo coincidieron en que Luis Donaldo Colosio fue creación, “hechura”, de Carlos Salinas de Gortari, quien lo impulsó como candidato a la Presidencia, en busca de perpetuarse en el poder.
En la Mesa Política de Noticias MVS, primera emisión, esta mañana los tres hablaron sobre el asesinato del priista, ocurrido el 23 de marzo de 1994, es decir, hace 20 años.
Para Dresser, el magnicidio y el levantamiento del EZLN, “marcó el principio del fin del salinismo“.
Consideró que como en el caso del asesinato de John F. Kennedy Kennedy, en el caso Colosio “nunca vamos a saber la verdad“.
La politóloga apuntó que la pregunta fundamental que debe hacerse es ¿qué efecto tuvo este asesinato? 
“Colosio fue una creación de Carlos Salinas… lo puso en la Secretaría de Desarrollo Social… (su candidatura presidencial) fue una forma de querer perpetuarse en el poder… Salinas creyó que podía seguir manejando tras bambalinas a alguien que podría haber terminado siendo su títere”, expuso.
Sobre el protagonismo que Manuel Camacho tenía en 1994, mencionó que Salinas se vio obligado a declarar “no se hagan bolas”, en claro apoyo a Luis Donaldo, a pesar de que campaña de Colosio “no levantaba”.
Dresser refirió que la campaña de Colosio se vio eclipsada, “en un momento en que todos los reflectores estaban enfocados en Manuel Camacho”, por las negociaciones que mantenía con el Ejército Zapatista, movimiento que se levantó en enero de 1994.
Tras el asesinato, recordó Denise, Salinas se vio obligado a elegir un “candidato accidental”, Ernesto Zedillo.
“No pudo nombrar a nadie de su círculo cercano, se ve obligado a colocar a Zedillo, va y hace una campaña en la que apela al voto de miedo, por la inseguridad e inestabilidad que el EZ había generado”, apuntó.
“La muerte de Colosio coloca a la clase de este país al borde del precipicio… la muerte de Colosio es un clavo en el ataúd del salinismo… recuerdo a Colosio con cariño, es un hombre bueno en circunstancias complejas, rebasado, apesadumbrado, se le notaba sobrepasado por una realidad de una campaña disfuncional”, agregó.
Dresser concluyó que si en el asesinato estuvo involucrada la nomenclatura priista, sólo provocó un efecto boomerang, pues “todo lo que intentaban frenar, ocurrió”.
A su vez, Sergio Aguayo analizó la tesis del asesino solitario (Mario Aburto), la cual, dijo, es más o menos sólida, mientras lo demás terminó como especulación.
Indicó que el asesinato de Colosio puede insertarse en la evolución de la violencia en México.
“La violencia generalmente es un medio para alcanzar fines… en la vida política, hay una larga historia de violencia con fines políticos”,dijo.
Pero la tesis del asesino solitario se debe ubicar dentro de la violencia, “más cercana de la irracionalidad“.
“Tenemos que reconocer e incorporar en el análisis la posibilidad de la violencia irracional”, consideró sobre Aburto, quien disparó en plena campaña electoral contra Luis Donaldo, quien se encontraba en la colonia Lomas Taurinas, en Tijuana, Baja California.
En tanto, Lorenzo Meyer rechazó que la personalidad de Colosio sea destacable y refirió que en el priismo “hay muchos discursos” como los que pronunciaba el ex candidato presidencial de 1994.
“¿Cuántos dobles discursos hay en el PRI? Que si van a intentar cambiar las cosas, hay muchos discursos así”, comentó.
“El discurso (del 6 de marzo de 1994) adquiere importancia porque lo mataron“, sentenció.
Y rechazó la tesis de que el discurso de Colosio en el Monumento a la Revolución “fue lo que hizo que Carlos Salinas se sintiera atacado y deseara quitárselo de encima”, pero consideró que sí pudo ser alguien más.
“Colosio venía de los aparatos normales en el PRI, era hechura de Salinas, no tenía voluntad propia o al menos no lo mostró“, sostuvo.
El asesinato de Colosio generó inestabilidad política, apuntó. Sobre la tesis de que el crimen se fraguó desde dentro del sistema, dijo que puede ser válida, pero rechazó que necesariamente recaiga sobre Salinas.
Aunque también dijo que debemos pensar que en México “sí puede haber asesinos solitarios”, pero reconoció la desconfianza frente al sistema priista.
Con el magnicidio, mencionó, “a quien se arruina es a Salinas y su proyecto de varios sexenios“.
El historiador puso en duda que con Colosio se haya destruido ”un proyecto nacional que llevara a un México distinto”.

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