A
legría. La rápida recuperación de AMLO (que casi le permitiría volver a jugar beisbol el próximo lunes) ha llenado de alegría a millones. También ha emergido un reconocimiento de muchos de sus adversarios: el tabasqueño es una pieza clave para la estabilidad del país. Creo que el incidente cardiaco que padeció pudo ser causado por las famosas placas de colesterol, como dijeron los médicos, pero me aventuraría a otro diagnóstico desde mi más profunda ignorancia científica. AMLO tiene como consigna orientar toda la actividad política en un solo sentido estratégico. Ahora ha tenido que batallar frente a dos crisis simultáneas: 1) La defensa patriótica de los hidrocarburos, 2) La organización y depuración de Morena, que será el único eje de la oposición en este país. El esfuerzo sobrehumano de atender estas dos batallas a la vez, creo que fue lo que ocasionó su infarto.
No es un caudillo al estilo latinoamericano, contra lo que dicen los voceros de la oligarquía que, por cierto, hubieran deseado que desapareciera del mapa, porque frente a muchos de ellos funciona como un desagradable espejo. Todos los que han renunciado al patriotismo y a la rectitud política se ven retados por el impecable e implacable comportamiento de AMLO. No es caudillo porque es básicamente un pacifista, porque respeta la ley, porque no es populista, porque quiere el bien de todos, aunque empezando por los pobres, porque no alimenta el culto a la personalidad, porque no es un primitivo. Es un gran líder no violento del nuevo tipo que ha aparecido en el mundo a partir del triunfo de Gandhi.
AMLO es un hombre indispensable en Morena. Su ausencia podría provocar una grave desorganización y pérdidas importantes del capital político. Interrumpiría planes de desarrollo y continuidad de proyectos, podría generar diferencias, pleitos, protagonismos y confusión a la hora de decisiones. Es indispensable que surjan nuevos liderazgos juveniles y la creación de un mecanismo que garantice la continuidad del proyecto en caso de ausencia temporal o definitiva del líder. Morena tiene que consolidarse eliminando los viejos vicios, el sectarismo, la ingenuidad enfermiza para que la organización pueda equilibrar la poderosa figura de Andrés Manuel, que tendrá que ir relativizándose poco a poco.
El incidente exigirá a Andrés Manuel se repliegue para medir sus fuerzas personales y para completar el trabajo monumental que ha hecho para construir un partido con escasos recursos, donde el peso de la ciudadanía libre es el factor esencial. También para afrontar la imposición de la reforma energética o la derrota de esa iniciativa provocadora e irresponsable, para cualquiera que la juzgue a ella y a su contexto con sentido común.
Twitter: @ortiz pinchetti
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