martes, 12 de noviembre de 2013

“¿Qué les pasa a los mexicanos?”



Por: Alfonso López Collada - noviembre 2 de 2013 - 0:00 López Collada en SinEmbargo, LOS ESPECIALISTAS -

Los ojos de Madame Claudette estaban furiosos, pero no conmigo. Azules, enormes, inflexibles. Boca apretada, piel blanca, más blanca de indignación que de origen, y un índice férreo que se le escapó al puño para acorralarme: “¿Qué les pasa a los mexicanos?”.

Francia es un país que se ha distinguido por su capacidad de protesta social. De allá vino ella, del campo francés, y dignifica esa fama participativa. Una vez a la semana platicamos del país, las religiones, el calentamiento global, la impunidad, psicología social, historia y gobiernos. De los tres, Alejandro, su esposo, es el conciliador; Mme. Claudette, la radical. Llegó a México hace cuatro décadas pero nunca ha suavizado su marcado acento francés. A los españoles les sucede igual y tampoco pierden la distancia étnica. Los mexicanos de inmediato adoptamos el acento, las costumbres y los valores del país al que migremos, y a veces sin siquiera movernos de aquí; pero claro, seguimos afirmando que estamos orgullosos de ser mexicanos.

La lectura preferida de Mme. Claudette es la historia. Y como devora libros sin parar, tiene una visión clara del devenir de las sociedades, de las diferencias propias de cada época y de las constantes humanas que se sostienen a lo largo del tiempo. Por eso es que le indigna ver cómo en cuatro décadas México llegó al punto de derrumbarse. Sin atenuantes, sin autoengaños y sin remedio.

“Las compañías canadienses ya son dueñas de su oro, de su plata. Los metales ya no son de los mexicanos. Y los alimentos tampoco, lo poco que produce el campo se exporta y lo mucho que hace falta se importa, porque ya tampoco producen alimento; todo viene de los Estados Unidos. Y sus bancos ya no son suyos tampoco. Y ahora quieren regalar su petróleo, ¡lo van a regalar! ¡¡Ya no les va a quedar nada, ya na-da!! ¿Por qué no se dan cuenta? ¿Por qué nadie hace nada? ¡No sé qué les pasa a los mexicanos! ¡¡Se van a quedar sin NADA!! Ya no van a tener país”.

¿Qué le digo a Madame Claudette? ¿Qué puede decirle Alejandro? ¿Lo que dijo Claude Lévi-Strauss, o Sartre, o Vasconcelos o Rulfo? No es sólo la solidez de carácter de esta fuerte señora la que nos hizo callar y escuchar, sino el peso de las verdades que nos plantó enfrente. La pregunta se alargó al máximo convertida en una mirada fija, irreversible, inteligente, hasta que –ni modo– tuve que asumirlo: el país se nos va de las manos y nada estamos haciendo… Y aunque nos damos cuenta de esto, seguimos en la inercia. Estamos momificados por la indolencia.

El Tratado de Libre Comercio, a punto de cumplir 20 años, sirve de ejemplo de lo que nos espera. Salinas lo promovió como el camino de la prosperidad que nos llevaría al “primer mundo” en dos décadas. Hoy no somos, como se nos indujo a soñar, el primer socio comercial de los Estados Unidos; es China, que además es la economía más fuerte del planeta. Canadá, el otro integrante de nuestro TLC, sí le sacó jugo a la alianza tripartita y ocupa el segundo lugar en volumen de intercambio económico con los EE.UU. ¿Por qué nosotros nos quedamos atrás? ¿No será que la relación con los dos países del norte es favorable para ellos a costa de nuestro deterioro económico? ¿No será que las minas, el comercio, los bancos, todo eso influye? Eso explicaría nuestro retroceso, que no progreso, de 20 años (y contando). Ya se dijo: “Estábamos mejor cuando estábamos peor”. Realidad mata discurso, sí, pero ni así despierta a los mexicanos.



Nuestra apatía rebasa lo económico, según observa Madame Claudette. Un poco más calmada, pero sin ceder posiciones, casi llora de indignación al recordar que los mexicanos somos capaces de permitir que José Sánchez Carrasco, indígena tarahumara de 28 años, tenga que tenderse en la banqueta de un hospital público esperando a ser atendido. Durante cinco días nadie movió un dedo por él; nada, ni siquiera entrar al hospital para avisar. Ningún peatón, ni los reporteros de “el chacotero” que lo grabaron, ni los médicos, ningún policía, ni vecino ni vigilante ni enfermero. A los cinco días se murió de indiferencia. Esta vez no fe culpa sólo del gobierno, sino de todo México.

 Le confieso, Madame Claudette, que no sé qué nos pasa a los mexicanos. Y lo que más me duele es no tener indicios para saber, ni para estimar, cuándo será el día en que todo esto nos parezca ya demasiado.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/02-11-2013/18703?

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