domingo, 1 de septiembre de 2013

¿Colapsará? José Agustín Ortiz Pinchetti


L
a percepción sobre el futuro del régimen de Peña se vuelve negativa. A principios de año las posibilidades de quedespegara parecían altas y el colapso casi imposible. Escribí entonces que la luna de miel resultaría muy breve y que Peña se debilitaría ( La Jornada,3/2/13). Hoy los deterioros son tan grandes y tan rápidos que pudiéramos temer si no un colapso sí una serie de crisis cada vez más difíciles de controlar.
No hay área en que no vayamos para abajo. La resistencia de la CNTE es espectacular, sobre todo porque transparenta la incapacidad del gobierno para negociar o para reprimir dentro de la ley. Pero hay cosas peores: el avance del crimen, los estallidos de violencia, la multiplicación de los grupos de autodefensa, la infiltración de elementos radicales, la prepotencia del narcotráfico. La imposibilidad del Estado para garantizar las vidas y propiedades en muchas zonas. El agotamiento del Pacto por México. La disipación del fraude mediático que fue el momento de México. La manipulación de la cruzada contra el hambre. La contracción de la economía. Y los indicios de debilidad del peso y el crecimiento de desempleo y miseria. Un gobierno que no puede manejar la economía pierde credibilidad, autoridad y capacidad para aplicar la ley y para gobernar.
Y en medio de todo esto Peña se lanza a una contrarreforma energética confiando en poder engañar con una campaña en radio y Tv a la mayoría de la población que sigue oponiéndose. La gente tiene muy viva la conciencia de la larga cadena de privatizaciones fraudulentas e ineficaces. Y sabe que Stiglitz tiene razón al criticar a las compañías petroleras por su voracidad inaudita.
Y no son deterioros aislados, son parte un proceso de descomposición que se originó hace décadas. Y los propios errores de Peña lo dejan en un callejón sin salida. Él no es un líder endurecido por las adversidades como los políticos maduros que llegan a la cumbre: sus alternativas son pocas. Jorge Castañeda le aconseja ir a fondo en la política neoliberal e integrar al PRI con el PAN, aislar a la izquierda y usar mano duracon prudencia. Lo sensato sería cambiar de rumbo. Un verdadero golpe de timón como el que dio Dilma Rousseff ante las protestas masivas en Brasil: una política anticorrupción no selectiva. Una reforma fiscal para debilitar a los monopolios. Retirar las propuestas conflictivas y convocar a un plebiscito para que la gente se defina no sólo en el tema de los energéticos sino en una gran reforma política.
Peña no le hará caso a Castañeda porque no come lumbre y no imitará a Rousseff porque carece de soporte político y ético y del prestigio de su colega brasileña. Como sea, al oscurecerse el horizonte no podemos sentir alegría. Todos estamos en el mismo barco.
Twitter: @ortizpinchetti

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