sábado, 21 de septiembre de 2013

Carta a AMLO sobre fracking. Jaime Avilés






Querido Hermano Mayor:
Ante todo quiero reconocer públicamente el afecto y el aprecio que me has brindado en lo personal desde que rompí con La Jornada, al ver que ése, mi querido periódico, se echaba en brazos del PRI para integrarse al Pacto por México.

En tu casa, recordando las palabras que te dijo tu papá cuando rompiste con el PRI en Tabasco, me garantizaste que siempre habría frijoles en la olla, por si los llegara a necesitar, cosa que hasta la fecha, por fortuna, no ha ocurrido.

Me he mantenido al margen del proceso de organización de Morena, y peor aún, no he hecho nada para volver a reunirnos, toda vez que estás trabajando nuevamente siete días a la semana, como de costumbre, fiel al principio de que “quien deja de luchar empieza a morir”.

Yo tampoco he empezado a morir, aunque estoy dando mis propias batallas en otros terrenos. La segunda intención de esta carta, después de reiterarte mi amistad y mi adhesión al proyecto que encabezas, es plantearte –y compartir con los lectores de estas líneas-- una muy grande preocupación.

Me refiero al asunto –gravísimo-- del fracking (o fractura hidráulica), a mi modo de ver, el objetivo principal de la reforma energética. Según la Agencia Nacional de Energía de los Estados Unidos, México posee la cuarta reserva mundial de gas shale, después de China, EU y Argentina, en ese orden.

Contamos, de acuerdo con esa fuente, con 681 billones de toneladas de pies cúbicos de gas shale, o gas encerrado en rocas de lutita o pizarra, a grandes profundidades, tanto en las aguas del Golfo de México como en los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, el norte de Chihuahua y el norte de Veracruz, aunque según me contó en fecha reciente Luciano Concheiro, se sospecha que también podría existir gas shale en la sierra de Puebla, donde ya se efectúan perforaciones y se usa el fracking.

Salta a la vista que en los desiertos del norte del país y bajo las fértiles tierras de Tamaulipas y Veracruz, la violencia diseñada y aplicada por Vicente Fox y Felipe Calderón a través del crimen organizado, ha causado decenas de miles de muertes y expulsado de sus pueblos, ranchos y comunidades rurales, a miles y miles de mexicanos.

Los hechos nos sugieren que se trata de un genocidio planificado para “limpiar” de seres humanos esas regiones del país, de tal manera que empresas como Halliburton, Dowell Schulemberger, Hot Hed Oil Tool y Tenaris-Tamsa, puedan dedicarse desenfrenadamente a la búsqueda de gas shale a través del método ecocida del fracking.

Te hago una pregunta retórica en beneficio de los lectores de estas líneas: ¿qué es el fracking? Casi nadie lo sabe, y los medios, todos, lo ocultan. Sin embargo, desarrollado desde los años 70 por Estados Unidos, el método de la fracturación hidráulica es el equivalente a la lixiviación en la megaminería tóxica.

Para buscar gas y petróleo, encerrados a gran profundidad en rocas de lutita o pizarra, se perfora la tierra o la superficie del lecho marino, en forma vertical, hasta dar con el eventual yacimiento de hidrocarburos.

Acto seguido, se efectúan diversas perforaciones horizontales en un arco de 360 grados. Luego se inyecta cemento, para solidificar las paredes del pozo. Después, se aplica agua a muy alta presión mezclada con un coctel de aproximadamente 600 productos químicos, no una sino muchas veces, para reventar las pequeñas rocas de lutita y liberar el gas y petróleo que contienen.

El fracking está severamente prohibido en muchos países de Europa. ¿La razón? Las explosiones liberan el gas, pero éste a menudo se infiltra en los mantos freáticos y contamina el agua, por no mencionar que los químicos envenenan las especies animales y echan a perder la tierra para el cultivo. Es, repito, una práctica ecocida, que daña la naturaleza y afecta a los seres humanos.

Una práctica ecocida que esos mismos países europeos desean generalizar en México, y para lo cual Estados Unidos, a través del Plan Mérida y la llamada “guerra contra las drogas”, patrocinó un genocidio que despobló extensas áreas del país. Tengo en mi poder documentos que prueban, por otra parte, los altísimos costos del fracking, en los lugares donde ya se realiza.

De acuerdo con un estudio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en el llamado bloque Galaxia (como la colonia donde tienes tu casa en Villahermosa), una extensión de mil 500 kilómetros cuadrados en el norte de Coahuila y Tamaulipas, los costos de los pozos “Nómada 1” (entre Piedras Negras y Ciudad Jiménez), “Montañés 1” (entre Ciudad Nava y Ciudad Guerrero) y “Emergente 1” (cerca de Nuevo Laredo) son los siguientes:

Pozo “Nómada 1”: Perforación y barrena, a cargo de Halliburton, 12 millones 462 mil 935 pesos. Fluidos de perforación (coctel de químicos) a cargo de QMAX, 6 millones 129 mil 791 pesos. Tuberías, soldaduras, mano de obra, transporte y alojamiento de personal y muchos otras cosas más, dieron un total de 30 millones 766 mil 568 pesos, o 2 millones 769 mil dólares (a 11 pesos por dólar).

Pozo “Montañés 1”: Barrenas y perforación direccional,a cargo de Dowell Schulemberger, 7 millones 149 mil pesos. Cimentaciones primarias, a cargo de Halliburton, 4 millones 998 mil 682 pesos. Fluidos de perforación, 6 millones 210 mil 919 pesos. Esto y todo lo demás sumó 32 millones 117 mil 644 pesos, o 2 millones 919 mil dólares.

Pozo “Emergente 1”: Barrenas y perforación: 21 millones 487 mil 820 pesos. Coctel de químicos, 22 millones 491 mil pesos. Más todo lo demás, 81 millones 38 mil924 pesos,o 7 millones 367 mil dólares.

Ignoro cuál fue el volumen y el valor de lo que se obtuvo a cambio de tales inversiones, pero te adelanto que en Nigeria, un país similar a México en extensión, población, corrupción y concentración injusta de la riqueza, un enclave petrolero en el Golfo de Guinea que en materia de gas shale no figura en el mapa de la Agencia Nacional de Energía de los Estados Unidos, la empresa estatal italiana de hidrocarburos, llamada ENI, perfora cada pozo de gas shale a cinco mil metros de profundidad bajo el suelo submarino, a un costo de 50 millones de euros, o 670 millones de pesos (a 17 pesos por euro), pero de cada cinco pozos que abre (es decir, de cada 250 millones de euros que invierte) sólo un pozo tiene gas shale, y con lo que obtiene de éste cubre sus pérdidas y reparte sus ganancias, en una relación de 60 a 40 por ciento, con el gobierno nigeriano.

México no necesita devastar la naturaleza en los estados en donde tenemos gas shale, porque con el crudo que hay en el Golfo de México nos basta y nos sobra para satisfacer nuestras demandas de consumo.

Ésta idea es tuya, Andrés Manuel, y la suscribo. Pero estoy convencido de que quienes se empeñan en esta absurda contrarreforma energética, en realidad obedecen instrucciones de Estados Unidos para que nuestras reservas de hidrocarburos de lutita se pongan al servicio de las guerras de Washington en Medio Oriente, y favorezcan a nuestros vecinos del norte en su confrontación con China y Rusia.

¿Por qué no destapar este asunto? ¿Por qué no informar al pueblo acerca de lo que está en juego en materia de fracking y gas shale? La dimensión geopolítica de la privatización de Pemex que pretenden los neoliberales también debe de ser parte del debate nacional.

Éste es mi respetuoso y solidario exhorto. Que a partir de ahora, y en las sucesivas etapas de la lucha de resistencia pacífica que daremos millones de mexicanos en todo el país, tengamos presente este aspecto siniestro, y hasta ahora oculto, de lo que quieren decir los salinistas cuando alaban las “nuevas tecnologías” que entrarán en acción, si se los permitimos.

Te mando un fuerte abrazo. Espero verte pronto.

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