28 de agosto del 2012
El digital Noticias de Caborca, publicó el 12 de junio de 2012, este reporte sobre "La intrigante incursión de un Azcárraga en el narco", en referencia a la detención de Luis Alberto Azcárraga Milmo, preso hace 41 años por cruzar heroína en las llantas de su auto. Cobra importacia su reproducción en nuestro medio por la reciente noticia difundida en alianza El Cronista digital sobre los vínculos de Televisa en el narcotráfico internacional y por la pertinencia pública que tiene el investigar el tráfico de droga en México y su relación con los medios.
Por Froylán Enciso
Luego de esconder 19 bolsas con 19 kilos y medio de heroína en la llanta de repuesto de su Dodge modelo 1970, con placas 57-PXF, Luis Alberto Azcárraga Milmo lo condujo hasta la frontera de Nuevo Laredo la noche del 26 de agosto de 1971. Justo al llegar a la garita, el policía aduanal Dean C. Scheaffers y el Teniente L. Lewer decidieron esculcar a Azcárraga y su Dodge. La inspección fue minuciosa. Finalmente encontraron el valioso cargamento ilegal valuado en 10 millones dólares (alrededor de 125 millones de pesos de aquella época).
Cuando agarraron a Azcárraga con el contrabando y lo tomaron preso, los servicios informativos en la frontera de Tamaulipas y Texas causaron revuelo. Al día siguiente, circuló un cable de la agencia United Press International y el corresponsal de El Universal, José Rodríguez Solís envió una nota detallando el escándalo:
Las autoridades estadounidenses presumieron la aprehensión como un golpe contra los contrabandistas de la frontera, pero los mexicanos dijeron que lo habían cachado gracias a un “soplón”. Luego de ser aprehendido, Azcárraga fue sometido a un interrogatorio de cuyo contenido se supo poco. Tan sólo se ventiló que “intentó defenderse”. Dijo que no era contrabandista sino agente teatral. También dijo que vivía en la ciudad de México, justo en la calle de Agua 204. No se sabe cómo justificó traer tan cuantioso contrabando en su carro, ni a quién se lo llevaba.
El Magistrado Federal estadounidense, Laurence Mann fijó una fianza de 250,000 dólares. Azcárraga no pudo pagar tal cantidad, por lo que fue encarcelado en la prisión del condado de Webb de Laredo, Texas. Las autoridades estadounidenses pidieron colaboración del gobierno de México para investigar a Azcárraga, por medio de Ministerio Público federal Enrique González en Nuevo Laredo.
La primera razón, por la que en mi opinión el caso tiene relevancia es que el hecho dejó registro pormenorizado no sólo del tráfico de drogas en México, sino su conexión con redes de distribución y corruptelas del lado texano. Las investigaciones de los estadounidenses llevaron a profundizar las pesquisas sobre el grupo de traficantes de heroína más buscado de Texas, la banda de “los Dones”. Reed Holland y John Moore, periodista del Texas Monthly, dejaron una narración de la pesquisa para agarrar a los Dones, especialmente sobre su conexión con Jesús Carrasco Santoy, cuyos números telefónicos estaban en la bolsa de la camisa de Azcárraga Milmo.
Los números telefónicos que traía Azcárraga Milmo fueron clave para abrir proceso penal a Carrasco Santoy, porque, a pesar de haber invertido más de 10,000 horas hombre de diversas agencias policíacas y de investigación para seguirlo, la autoridades estadounidenses no habían logrado recabar pruebas suficientes para procesarlo. Por eso, más que la incautación de heroína que imaginariamente valía mucho dinero, la policía de San Antonio estaba encantada con obtener información que permitiera abrir proceso a este traficante y sus compinches en Texas.
La segunda razón, por la que creo que es un caso relevante es que permite ver cómo una historia sencilla refleja los complicados nexos globales que siempre ha tenido el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. A partir de su relación con Azcárraga y declaraciones de otros traficantes que competían con los Dones, la policía pudo establecer que Carrasco Santoy era el proveedor (o por lo menos “broker” o intermediario) de grandes redes de tráfico hacia Estados Unidos.
La investigación se tornó en guión de película: incluyó el intento de asesinatos de un miembro del Congreso de Estados Unidos, investigaciones financieras por movimientos de decenas de miles de dólares, la conexión de Azcárraga y Carrasco Santoy en negocios en España, movilizaciones de policías gringos del lado mexicano al estilo de la persecución de Pancho Villa, asesinatos entre bandas rivales de traficantes de cocaína y heroína en Guadalajara, y muestras de exacerbada rivalidad entre el clan de los Gaytán y los Reyes Pruneda, principales familias de traficantes en la frontera de Texas. Son precisamente estos hechos, frecuentemente brutales, que llevaron a los escritores del Texas Monthly a enfatizar el carácter global de los movimientos de estas mercancías ilegales:
“Unos cargueros portugueses navegan por el Golfo de México hacia el antiguo puerto mercantil español de Tampico, con un cargamento camuflado que fue cultivado en Turquía, refinado en Marruecos y destinada al mercado de drogas estadounidense en las entrañas de Detroit. Estibadores de la bodega etiquetan el pescado para su entrega en Ciudad Victoria, mientras un hábil hombre de negocios elimina los paquetes de celofán sellado en las viscerales cavidades de los peces. Añade una gota de colorante de caramelo a los cristales (es de suponer que la heroína marrón de origen mexicano, presumiblemente se corte menor número de veces, por lo tanto, es más rentable) y transfiere los paquetes a carcasas para carne de vaca, y manda el cargamento a su la expedición al norte, hacia Monterrey.
O tal vez las mercancías de color marrón que llegan a Monterrey son verdaderamente mexicanas, enviadas directamente desde los campos de amapolas cerca de Morelia, los laboratorios de Guadalajara, los intermediarios en San Luis Potosí. O tal vez los cristales son cocaína, contrabando de Perú que arriba a un puerto del Pacífico, Manzanillo. O si los empresarios están dispuestos a conformarse con un menor margen de ganancia, tal vez el contrabando sea marihuana de Mazatlán que sobrevivió a los esculques y las cámaras de relaciones exteriores de los federales, los vuelos en pequeñas aeronaves en la Sierra Madre Occidental hacia un aeródromo cerca de Durango, los traslados en furgonetas de Volkswagen con destino a Torreón, Monterrey, y los distribuidores de diferentes etnias. Pero independientemente de su origen, las drogas con toda probabilidad se mueven hacia el norte, hacia Nuevo Laredo, hacia impacientes consumidores estadounidenses.”
Finalmente, creo que el caso de la intrigante incursión de Azcárraga Milmo en el narco es relevante por su posible vínculo con la familia que fundó y ha controlado Televisa, desde el siglo pasado. Es sabido que Emilio Azcárraga Jean es hijo de Emilio Azcárraga Milmo (quien comparte el apellido con el traficante Luis Alberto) y es nieto de Emilio Azcárraga Vidaurreta, fundador de Televisa.
Emilio Azcárraga Milmo nació en San Antonio, Texas, quizá porque su padre pasó buena parte de su vida en la misma frontera donde agarraron a Luis Alberto traficando heroína. Azcárraga Vidaurreta estudió la primaria en Piedras Negras, Coahuila, y se pasó al otro lado para estudiar la secundaria en San Antonio y la preparatoria en Austin. En Texas conoció a Laura Milmo Hickman, de ascendencia inglesa y miembro de una familia de banqueros y políticos en ambos lados de la frontera. Hasta donde se sabe Emilio y Laura tuvieron tres hijos: Emilio Jr., Laura Jr. y Carmela Azcárraga Milmo.
Poco se sabe de un tal Luis Alberto Azcárraga Milmo. La única referencia a su posible vínculo familiar está en el libro El Cártel de Sinaloa de Diego Enrique Osorno. Fuera de eso, Luis Alberto y la familia Ázcarraga Milmo parecen haber borrado cualquier evidencia de vínculo entre ellos.
Tampoco se sabe mucho de qué pasó con Luis Alberto luego de su aprehensión:
El 4 de septiembre de 1971, el Corpus Christi Caller Times informó que Luis Alberto fue trasladado de la prisión en el Condado de Webb a la cárcel en San Antonio sin mayor explicación. También corría el rumor de que el preso pudiera no ser mexicano.
El 10 de noviembre de 1971, el periódico The Big Spring Daily Herald informó que Luis Alberto se había arrepentido de declararse inocente y decidió declararse culpable de contrabando de heroína ante el Juez de Distrito Ben Connally.
El 16 de noviembre de 1971, The Big Spring Daily Herald informó que Luis Alberto Azcárraga Milmo escapó de la cárcel junto a otros reclusos.
Nada se sabe de Luis Alberto ya después de eso.
(Ocurrió en Nuevo Laredo, en 1971)
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