domingo, 2 de junio de 2013

Los españoles que condecoraron a fecal, ahora critican a Mancera

Diario El País critica ‘desbarajuste’ del gobierno del DF por desaparición de tepiteños

MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- El diario español El País critica en su edición de este domingo la manera en que el gobierno de Miguel Ángel Mancera en el caso de la desaparición de 11 tepiteños el domingo pasado, calificándola como un “desbarajuste” en donde la autoridad sólo ha logrado “balbucir inconcreciones”.
“La violencia mafiosa en México se relacionaba hasta ahora con tierras de provincia como Tamaulipas, en el polvoriento noreste, o como Michoacán, un Estado del suroeste con zonas sometidas a los carteles y en las que los vecinos de los pueblos han decidido armarse de fusiles y defenderse por su cuenta. Todo eso no pasaba en la capital, México DF, que pese a los problemas de seguridad consustanciales a una megalópolis como esta parecía un feudo blindado a los desbarres extremos del crimen organizado.
El diario destaca que la idea de seguridad en el DF está en duda y que en el caso de la desaparición de 11 vecinos del barrio de Tepito de un bar de la Zona Rosa, el gobierno de la ciudad no confirma ni desmiente que se haya producido dicho rapto colectivo.
Agrega que la autoridad capitalina pierde testigos por el camino, filtra a la prensa pruebas que ni siquiera habían visto los familiares de las posibles víctimas y, seis días después de lo ocurrido, no tiene ni por asomo una hipótesis sólida del caso de los 11 de Tepito.
Y el periódico lanza una pregunta: ¿En la capital de México también pueden abrirse los mismos agujeros negros que se abren  en zonas menos poderosas de la República?
La idea no oficial de lo que sucedió el domingo por la mañana, indica el texto firmado por el periodista Pablo de Llano, construida por las versiones de los familiares, basadas en el supuesto testimonio de un joven que escapó del supuesto rapto, es que el grupo de desaparecidos –personas de entre 16 y 30 años– fue sacado de la discoteca a toda prisa por el dueño del local –con la excusa de que iba a haber una redada policial– y que afuera los esperaba un comando de tipos armados y encapuchados que se los llevó en tres camionetas.
Y se lanza contra la actuación de la Procuraduría del DF en este caso:
“La versión popular se ramifica en matices: que si el comando eran policías uniformados, que si eran civiles con armas largas, que si las furgonetas llevaban logotipos policiales, que si eran tres furgonetas, que si eran cinco. Todo ese desbarajuste de rumores es lo que se espera que resuelvan las autoridades, pero de momento éstas, a pesar del paso de los días, no logran más que balbucir inconcreciones”.
“El desbarajuste de la investigación no acaba ahí. La fiscalía ha perdido el rastro de uno de los jóvenes que al parecer pudo escapar de la supuesta emboscada. El fiscal Ríos dijo ayer que no sabían dónde estaba ese testigo, que en algún momento de la semana llegó a prestar declaración en el Centro de Atención a Personas Extraviadas y Ausentes, integrado en la fiscalía”.
El texto señala que el jueves pasado El País estuvo en el barrio de Tepito y supo por los familiares de los desaparecidos que, en efecto, había un joven que se había salvado del supuesto rapto y que había declarado ante las autoridades.
–¿Y le han puesto protección policial? –preguntó el reportero del diario español.
–No, él anda por ahí –respondieron los familiares.
Media hora más tarde, a través de los vecinos, El País pudo hablar por teléfono con un hombre que decía ser el testigo en cuestión.
El sujeto dio al periodista la misma versión de los hechos que manejan los familiares, que un grupo armado –de civiles, según él– se llevó a sus amigos en furgonetas aproximadamente a las 11:00 horas, y aseguró que él logró escapar por la azotea del bar. Además afirmó que había prestado declaración sin revelar su nombre.
–¿Y cómo no le exigieron que les dijese su identidad? –preguntó el reportero
–Les dije que no les daba mi nombre. Fui con una gorra y con gafas de sol –explicó el supuesto testigo.
Surrealista o no, continúa el diario, “este testigo no es la única vía de investigación que por el momento se le ha escapado de las manos a la fiscalía. Tampoco saben dónde está Ernesto Espinosa Lobo, el dueño de la discoteca. Un local que, para más confusión, tiene varios nombres: el que pone en un cartel en la fachada, Restaurante Bicentenario, el que aparece en los registros oficiales, After Heavens, y otros dos por los que lo conoce la gente: Mamá Grande y Amsterdam”.
El País remata:
“El caso, por lo tanto, sigue abierto y confuso, y la reputación de islote de seguridad que tenía la capital en medio de toda la crisis de violencia criminal que sufre la República, está en tela de juicio. A finales de 2012, el exjefe del Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, dijo que su ciudad estaba a punto de convertirse en “la ciudad más segura del mundo”. La desaparición de 11 jóvenes en una crepuscular discoteca del centro mismo de la capital podría cortar en seco esa ilusión y poner ante los ojos de las autoridades un reto que en buena medida daban por sentado: la seguridad de la capital de México”.

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