Exageramos la moral de los contrarios
Se descubrió que...Luis González de Alba
2013-01-06 • Tendencias
Los estereotipos de liberales y conservadores son en general correctos, pero exagerados, señala investigación, a cargo de Jesse Graham, de la University of Southern California y sus colegas en las universidades de Virginia y Nueva York, recién publicada en PLOS ONE.
Los estereotipos morales fueron, básicamente, que a los liberales no les importa la lealtad, la autoridad ni la santidad, y que a los conservadores no les importa para nada la compasión ni la igualdad. “Estos hallazgos sugieren que liberales y conservadores, si bien difieren de forma sistemática en su visión del mundo, en realidad son más similares en sus juicios morales de lo que cualquiera piensa”.
En México los ejemplos abundan: “Peña Nieto no sabe el nombre de tres libros”. No, no fue así: no pudo mencionar tres que le hayan cambiado la vida (y yo tampoco podría). Salinas de Gortari “ni ve ni oye a la oposición”. No: Salinas dijo que desde la tribuna de la Cámara donde leía cada año su Informe, a los escandalosos de abajo ni los veía ni los oía.
Que según el papa Benedicto XVI fue común la “violación de menores” hasta 1970. O sea que no hagan tanto escándalo. ¡No, no, no… no dijo eso! No me simpatiza éste ni papa alguno, pero no dijo semejante aberración. Dijo que hasta fechas recientes las relaciones sexuales, consentidas, aceptadas, de un adulto con un menor de 18 años (o de 21 años, según el país), no eran mal vistas. Lo cual es cierto: de los tres novios en mi vida, dos fueron niños y adolescentes que se ligaban adultos. Alguna vez dije que “había adolescentes seductores” y hubo quienes, por simple y llano odio, quisieron leer eso como quien acusa a la mujer violada de provocar por el hecho de ser guapa. Seductor es participio activo de seducir, cautivar, conquistar: jóvenes menores de 18 años que buscan, activamente, encuentros sexuales con mayores que ellos porque les gustan los mayores que ellos. Son conquistadores.
Otros ejemplos de odio, muchos, se dieron con el presidente Felipe Calderón. No dijo que había ganado la elección “como dicen en mi rancho: haiga sido como haiga sido”, lo cual es reconocimiento del fraude. Lo dijo antes de las elecciones entrevistado por Denise Maerker, el motivo no importa: no eran unas elecciones que aún no ocurrían.
Luego vino el insulto de tonos racistas: chaparro. Y vean lo que son las cosas: parece que a estas alturas todavía nadie nota que Peña Nieto es ligeramente más chaparro que Calderón. El odio es menor y no sucedió al más alto de los presidentes en la foto de toda reunión internacional, como fue Vicente Fox.
Pero hay la inversa: “¡Me quieren encarcelar por abrirle una calle a un hospital!”, mintió el entonces jefe de gobierno del DF. No, no fue así: Te desaforaron para juzgarte por el delito de robar a un particular un terreno para abrirle calle al hospital más caro de México, exclusivo para muy ricos. Ah, los defensores de los pobres. Es muestra de su notable habilidad retórica para mentir con verdades a medias.
Repito el ejemplo por inmejorable: el 1 de diciembre acusó al nuevo gobierno de la República de estar, en ese preciso momento, “¡reprimiendo y golpeando estudiantes!”. Las imágenes en TV mostraban los hechos opuestos: gente joven (estudiantes no sabemos) golpeando y quemando policías, de los que siete fueron hospitalizados. Manifestantes, uno solo, alcanzado en un ojo por un petardo. La policía no dispara petardos. Su habilidad retórica, con una sola palabra, estudiantes, invoca el fantasma del 68: es un genio del mal.
El liderazgo del dueño de Morena es asombroso por muchos aspectos. No es menor el que se desprende al revisar estudios sobre las preferencias de los subordinados: “Líderes varones o mujeres con voces masculinas se prefieren tanto por hombres como por mujeres. Sin embargo, aún en roles de liderazgo que típicamente desempeñan mujeres, ambos sexos prefieren a mujeres líderes con voces de timbre grave”, sostiene investigación publicada el día de la Morena del Tepeyac en PLOS ONE. Los autores son Rindy Anderson, de la Duke University, y Casey Klofstad de la Universidad de Miami.
Los investigadores dieron a escuchar la frase: “Los incito a votar por mí el próximo mes de noviembre (julio, diríamos aquí)” dicha por dos voces sólo distintas en tesitura. Descubrieron que tanto hombres como mujeres preferían candidatas con voces más graves. Los hombres también prefirieron voces graves, masculinas, en candidatos. Pero las mujeres no distinguieron entre las voces masculinas graves o agudas. Voilà! De ahí el éxito del supradicho entre féminas: no las afecta su tono chillón que nos irrita a los hombres.
GONZALO RIVAS. Se investiga la muerte de dos normalistas en la refriega con policías al liberar una caseta de pago, ¿y el asesinato de Gonzalo Rivas, quemado vivo por esos normalistas al incendiar la gasolinera donde trabajaba?
Los estereotipos morales fueron, básicamente, que a los liberales no les importa la lealtad, la autoridad ni la santidad, y que a los conservadores no les importa para nada la compasión ni la igualdad. “Estos hallazgos sugieren que liberales y conservadores, si bien difieren de forma sistemática en su visión del mundo, en realidad son más similares en sus juicios morales de lo que cualquiera piensa”.
En México los ejemplos abundan: “Peña Nieto no sabe el nombre de tres libros”. No, no fue así: no pudo mencionar tres que le hayan cambiado la vida (y yo tampoco podría). Salinas de Gortari “ni ve ni oye a la oposición”. No: Salinas dijo que desde la tribuna de la Cámara donde leía cada año su Informe, a los escandalosos de abajo ni los veía ni los oía.
Que según el papa Benedicto XVI fue común la “violación de menores” hasta 1970. O sea que no hagan tanto escándalo. ¡No, no, no… no dijo eso! No me simpatiza éste ni papa alguno, pero no dijo semejante aberración. Dijo que hasta fechas recientes las relaciones sexuales, consentidas, aceptadas, de un adulto con un menor de 18 años (o de 21 años, según el país), no eran mal vistas. Lo cual es cierto: de los tres novios en mi vida, dos fueron niños y adolescentes que se ligaban adultos. Alguna vez dije que “había adolescentes seductores” y hubo quienes, por simple y llano odio, quisieron leer eso como quien acusa a la mujer violada de provocar por el hecho de ser guapa. Seductor es participio activo de seducir, cautivar, conquistar: jóvenes menores de 18 años que buscan, activamente, encuentros sexuales con mayores que ellos porque les gustan los mayores que ellos. Son conquistadores.
Otros ejemplos de odio, muchos, se dieron con el presidente Felipe Calderón. No dijo que había ganado la elección “como dicen en mi rancho: haiga sido como haiga sido”, lo cual es reconocimiento del fraude. Lo dijo antes de las elecciones entrevistado por Denise Maerker, el motivo no importa: no eran unas elecciones que aún no ocurrían.
Luego vino el insulto de tonos racistas: chaparro. Y vean lo que son las cosas: parece que a estas alturas todavía nadie nota que Peña Nieto es ligeramente más chaparro que Calderón. El odio es menor y no sucedió al más alto de los presidentes en la foto de toda reunión internacional, como fue Vicente Fox.
Pero hay la inversa: “¡Me quieren encarcelar por abrirle una calle a un hospital!”, mintió el entonces jefe de gobierno del DF. No, no fue así: Te desaforaron para juzgarte por el delito de robar a un particular un terreno para abrirle calle al hospital más caro de México, exclusivo para muy ricos. Ah, los defensores de los pobres. Es muestra de su notable habilidad retórica para mentir con verdades a medias.
Repito el ejemplo por inmejorable: el 1 de diciembre acusó al nuevo gobierno de la República de estar, en ese preciso momento, “¡reprimiendo y golpeando estudiantes!”. Las imágenes en TV mostraban los hechos opuestos: gente joven (estudiantes no sabemos) golpeando y quemando policías, de los que siete fueron hospitalizados. Manifestantes, uno solo, alcanzado en un ojo por un petardo. La policía no dispara petardos. Su habilidad retórica, con una sola palabra, estudiantes, invoca el fantasma del 68: es un genio del mal.
El liderazgo del dueño de Morena es asombroso por muchos aspectos. No es menor el que se desprende al revisar estudios sobre las preferencias de los subordinados: “Líderes varones o mujeres con voces masculinas se prefieren tanto por hombres como por mujeres. Sin embargo, aún en roles de liderazgo que típicamente desempeñan mujeres, ambos sexos prefieren a mujeres líderes con voces de timbre grave”, sostiene investigación publicada el día de la Morena del Tepeyac en PLOS ONE. Los autores son Rindy Anderson, de la Duke University, y Casey Klofstad de la Universidad de Miami.
Los investigadores dieron a escuchar la frase: “Los incito a votar por mí el próximo mes de noviembre (julio, diríamos aquí)” dicha por dos voces sólo distintas en tesitura. Descubrieron que tanto hombres como mujeres preferían candidatas con voces más graves. Los hombres también prefirieron voces graves, masculinas, en candidatos. Pero las mujeres no distinguieron entre las voces masculinas graves o agudas. Voilà! De ahí el éxito del supradicho entre féminas: no las afecta su tono chillón que nos irrita a los hombres.
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