Cuento de un Regalo de Reyes…
“Usté no se me preocupe tío; yo le atiendo el changarro. Usté váyase tranquilo, que aquí yo me encargo de todo”. O algo así debe de haberle dicho a su tío, que ciertamente no fue molestado en lo más mínimo mientras su sobrino diligentemente gobernó (y se supone que ahora menos le van a hacer algo)…
Lo que indiscutiblemente quiere decir que el cuate tiene palabra. Es “machín”, dirían por allá por Tepito, o por La Candelaria de los Patos “los cuatitos de galocha”, como diría Jorge “Sony” Alarcón, aquél que fuera estupendo cronista deportivo…
Pues aunque no le firmó nada a su tío ante ningún Notario público, ni ante testigos, ni nada parecido; y el acuerdo de la palabra empeñada de que él cuidaría diligentemente del changarro, debe de haber sido muy “acá entre nos”; y el cuate le cumplió…
Y eso habla bien del cuate. La lealtad es loable. Dicen que a los traidores ni Dios los quiere. Y si eso es lo que él da; lealtad. También es lo que recibe. Y así se va haciendo la delicada cadena de compromisos, que en no pocas ocasiones se ha roto…
“¡Pero, señor! ¿Cómo cree que voy a salir a decir semejante barbaridad? Se van a pitorrear de todos nosotros, por los Siglos de los Siglos (todos son rete católicos, de misa los domingos y toda la cosa) o dicho de otra manera, “no nos la vamos a acabar, nunca”. Si salimos con eso será histórico…
¿Se te ocurre algo mejor? Debe de haberle dicho el sobrino heredero del changarro…
¡No! Respondió el fiel empleado Pues con eso de que Dios los hace y ellos se juntan, tampoco es muy vivo que digamos…
Pero… El ejemplo a mis hijos, retobó nuevamente el empleado del sobrino. Estábamos desayunando cuando comenté con mi esposa tus instrucciones, y a mis hijos se les salían los Corn Flakes por las narices con las carcajadas que les provocó la versión. Todo el mundo está pendiente y tú quieres que yo diga ESTO…
Tú ve y diles eso. Y si la ganamos; y yo creo que sí porque todo está ya amarrado, tendrás tu premio…
Sabedor de que su jefe es cumplidor, se la jugó. Y contento de haber escuchado esas palabras, el empleado del sobrino se enfrentó al mundo entero, como se enfrenta a todo un estadio cuando el ampáyer “canta” el tercer straik a una bola claramente abierta…
Y en una actuación que hubiera envidiado Sir Lawrence Olivier, convocó a la prensa, de por sí ya reunida desde hacía nueve días; y ¡lo dijo tal cual se lo escribieron! Al rato, como era lógico por el escándalo que se armó, lo corrieron…
Y no obstante que quien lo sustituyó en el cargo, ratificó lo dicho por su antecesor; el que se aventó el tropo a la uña, fue Bazbaz, el infausto Alberto Bazbaz Sacal, por fin resucitado…
“Oye maestro, debe de haberle dicho Bazbaz al sobrino, acuérdate de mí ¿Qué onda?...
¿Qué no te han seguido pagando? Preguntó el sobrino…
“Sí, pero yo quiero irme de Embajador a algún lado, aquí todos hablan a mis espaldas” (palabras más palabras menos) y dicen cosas que a mis hijos los afectan…
¡Bueno! ¡Bueno! Por mientras que te den algo. A ver, llamó a su gente. ¿Qué tenemos para mi amigo Bazbaz; ya lo conocen verdad? ¡Claro! ¡Claro! Respondieron, ¿Quién no?...
“Así como para don Beto, respondieron los empleados del sobrino, ya no tenemos nada; pero le podemos crear algo así como el ser titular de la Unidad de Inteligencia…
Al escuchar esas palabras, hasta el mismo Bazbaz exclamó: ¡No hombre, no! Se van a volver a pitorrear de nosotros y van a decir que nos seguimos burlando de ellos…
“No hemos terminado, interrumpieron los empleados que proponían la creación de un cargo, y agregaron: de Inteligencia financiera de la Secretaría de Hacienda…
Ah bueno, así ya cambia la cosa, resopló aliviado Bazbaz; quien de inmediato se abocó a hacer su nueva tarea, no sin antes agradecerles a los Reyes Magos el regalote que le trajeron…
Pero todo es un cuento del día de Reyes, de una familia cualquiera, en la que ser un sobrino así, o tener un tío así, es otra cosa. Solo en nuestro México.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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