lunes, 7 de enero de 2013

Los mil muertos de EPN, por @SanjuanaMtz


Nota de Sin embargo.
En los primeros 32 días de gobierno de Enrique Peña Nieto, la cifra de mil muertos llega con el claro mensaje de que, en el México del PRI, casi nada va a cambiar. Pareciera que el señor Peña sigue pensando que a los 100 mil muertos registrados durante el gobierno de Felipe Calderón, hay que añadirle los mil muertos de diciembre. 
En realidad, todos caen bajo su responsabilidad; los primeros porque son su herencia y el resto por obvias razones. Y es que el gobieno peñanietista ha iniciado su gestión sin una estrategia definida de seguridad. Ha preferido continuar la política fracasada de Calderón y claro, estos son los terribles resultados. Si durante el primer mes de su gobierno, Calderón registró 92 asesinatos, Peña lo ha superado con creces. No hay ninguna esperanza de cambio, mucho menos de control y manejo de la crisis de seguridad que padecemos. 
En México se sigue ejecutando, secuestrando y torturando todos los días. El Ejército y la Marina siguen en la calle combatiendo al crimen organizado, pero también cometiendo todo tipo de atrocidades, mimetizados con los criminales que persiguen. La militarización ha aumentando de manera alarmante la criminalidad. El dasastre de miles de corporaciones policiacas sigue generando caos, corrupción e impunidad. Las policías no han logran tener el control de las ciudades. Por el contrario, los cárteles de a droga dominan zonas rurales y cuentan con estados que funcionan bajo su mando. A raíz del cambio de gobierno, los cárteles iniciaron una guerra encarnizada por la repartición del territorio mexicano. En este momento, hay un reacomodo de fuerzas para controlar las distintas plazas. Lo que está claro es que el crimen organizado no respeta al nuevo inquilino de Los Pinos. Para los cárteles de la droga está claro que el cambio de gobierno significa solo continuidad. Y aunque el señor Peña ha anunciado la creación de una Gendarmería Nacional, al crimen organizado parece no afectarle porque su actividad sigue intacta. No hay arrestos de grandes capos, no hay incautación de droga, ni existen operativos para combatir su poderío. En los cinco estados con mayor número de muertos: Sinaloa con 127, Coahuila 98, Jalisco 85, Nuevo León 75 y Chihuahua 69, los distintos cárteles: Sinaloa, Zetas, Golfo, Pacífico, Beltrán Leyva, Familia Michoacana, entre otros, intentan obtener arreglos con los distintos gobiernos estatales y municipales; acuerdos que están generando una nueva geografía de la actividad del crimen organizado. Si durante el gobierno de Calderón el capo del sexenio fue “El Chapo” Guzmán, pronto sabremos quién recibirá tan honorable título; o si bien, el líder del cártel de Sinaloa seguirá recibiendo los beneficios de la protección del Estado mexicano y su respectiva alianza en las multimillonarias ganancias del tráfico de droga. La desaparición de la Secretaría de Seguridad no ha dado ningún resultado en la disminución de la violencia. Se supone que el reforzamiento de la Secretaría de Gobernación y la Procuraduría General de la República iba a dar resultados de manera inmediata. Lo que sí funciona muy bien es el aparato mediático de Peña Nieto. Su gobierno se ha dado a la tarea de informarnos que en el primer mes de su gobierno abatieron a 69 “delincuentes” y lo pongo entre comillas, porque ya se sabe que el código de las Fuerzas Armadas mexicanas es primero matar y luego averiguar. Los llamados enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y criminales siempre dan como resultado la muerte de los supuestos “criminales” y ningún elemento del Estado. Sobre los 854 “delincuentes” detenidos en el primer mes, habría que ver si realmente permanecerán en prisión, ya que la experiencia calderonista nos ha demostrado que casi el 80 por ciento de los detenidos, así como entran, salen de prisión por supuesta “falta de pruebas”. Además, ya sabemos que más de la mitad de los presos no han sido sentenciados y una buena parte de ellos fueron torturados para que firmaran sus declaraciones de culpabilidad. En definitiva, las estadísticas oficiales son débiles ante la cifra contundente de los mil ejecutados. La relevancia que el gobierno pretende darle a la Secretaría de Gobernación, típica de los regímenes del PRI, que normalmente la convierten en la Gestapo, esta vez se traduce en asumir el mando de la estrategia de seguridad, algo que evidentemente no percibimos en los resultados que huelen a fracaso. El día que en México no haya ejecutados, entonces diremos que la estrategia del señor Peña ha triunfado.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/07-01-2013/11774.

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