El subcomandante insurgente Marcos resurge bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, después de un largo y ominoso silencio durante el calderonato que dejó en ruinas a México.
La figura de Marcos me resulta contradictoria. Hay que reconocer su permanencia en la selva durante los últimos 20 años y su lucha a favor de los indígenas, pero no podemos olvidar que perdió credibilidad hace años con sus comunicados delirantes.
Lo perdimos, por culpa de la bestia negra: el ego. Su narcisismo no le permitió trascender más allá del personaje. La máscara, la pipa, la pose, los escritos. Todo en él parecía auténtico. Y así lo fue, pero luego perdió la brújula de la congruencia ideológica.
¿Cómo ha ayudado Marcos a los indígenas de Chiapas?… Habría que hacer un recuento de los beneficios que han obtenido desde el levantamiento zapatista de enero de 1994, cuando demandaban democracia, libertad, tierra, pan y justicia a Carlos Salinas de Gortari. A simple vista no parece haber cambiado mucho la vida de esa parte de la población que sigue viviendo en condiciones de olvido y extrema pobreza.
Por una parte, seguimos esperando el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena que el gobierno firmó con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el 16 de febrero de 1996, para finalmente modificar la Constitución a fin de otorgar derechos, incluyendo autonomía, justicia e igualdad a los indígenas. La traición de Emilio Chuayffet y Ernesto Zedillo impidió que los acuerdos fueran una realidad, pero también la falta de acción del liderazgo zapatista encabezado por Marcos.
Insisto, la figura del subcomandante insurgente me resulta contradictoria. Admiré su fortaleza y compromiso social, su tenacidad para no claudicar en los más grandes ideales. Pero nunca comprendí su silencio inexplicable durante los últimos años del sangriento sexenio de Felipe Calderón. La voz de Marcos representa, o representaba, la resistencia, la reivindicación de las causas más justas, la exigencia de justicia y eso era, o es, lo que necesitan las víctimas de la guerra delirante del ex inquilino de Los Pinos. Lamentablemente, el silencio te convierte en cómplice o se traduce en una especie de benevolencia hacia uno de los presidentes más destructores de México.
Luego, Marcos ha tenido está especie de quiebre con la izquierda representada por el PRD y otras corrientes políticas. Y una nula influencia en las preferencias electorales de Chiapas. Por una parte, su crítica provocó la destitución del priísta Eduardo Robledo y el cuestionamiento de los gobiernos de Julio César Fierro y Roberto Albores; pero tampoco logró conectar con los perredistas Pablo Salazar Mendiguchía y Juan Sabines Guerrero. Es sano que Marcos no haga alianza con ningún partido, pero ¿es benéfico? En Chiapas volvió el PRI representado por el llamado “sucesor” de Peña, el gobernador Manuel Velasco Coello, representante también del honorable Partido Verde.
Resulta paradójico que ahora sea el gobernador Velasco Coello quien pida al gobierno federal y al Congreso de la Unión una respuesta a las demandas del EZLN y el cumplimiento a los Acuerdos de San Andrés Larráinzar y a que las autoridades escuchen a los zapatistas. Un gobernador del partido que provocó el alzamiento zapatista. Más aún: que sea este gobernador priísta quien haya ordenado el pasado 20 de diciembre, la liberación de los hermanos Juan, Jacobo, Aníbal y Carlos López Monzón, estos dos últimos, integrantes del movimiento zapatista, que estaban presos en el penal del municipio de Motozintla, Chiapas.
Y más paradójico resulta que la hermana del subcomandante Marcos, Paloma Guillén Vicente, haya sido nombrada por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, como la nueva titular de la Subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religiosos. ¿Cómo va a afectar que esta funcionaria peñista que pronto será la subsecretaria de Derechos Humanos, tenga a un insurgente “luchando” en la Selva Lacandona?
La relación del subcomandante con el PRI se estrecha: su sobrino, Jorge Méndez Guillén, es el flamante secretario particular del secretario de Finanzas del Comité Nacional del tricolor. Parece mentira, las vueltas que da la vida. El partido que provocó la revuelta zapatista está ahora emparentado con el insurgente, y lo peor es que sea bajo la sombra de Carlos Salinas de Gortari, el mismo hombre que incitó a la rebelión zapatista. ¿Cómo afectará esta nueva etapa en sus luchas y reivindicaciones? Algunos dirán que eso no tiene nada que ver. Ya lo veremos. Él ha insistido en señalar que “el poder pudre la sangre y oscurece el pensamiento”.
En cualquier caso, más allá de la figura de Marcos y su personaje mediático, lo que verdaderamente importa es la exhibición de fuerza que hicieron esos 40 mil indígenas el pasado 21 de diciembre en la marcha silenciosa celebrada durante el cambio del Baktún maya.
Fue impresionante y muy alentador observar esa impresionante congregación de compatriotas luchando por la reivindicación de los derechos de 12 millones de mexicanos que en este momento siguen siendo invisibles. Los indígenas siguen sin estar representados en las instituciones y eso tiene que cambiar algún día.
Y para ello no se necesita que ningún mundo se derrumbe, como amenazó Marcos en su último comunicado. “¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el nuestro resurgiendo”, escribió con sus dotes literarios y poéticos.
Tal vez, sería bueno decir: “¿Escucharon?… Los indígenas han dejado de ser invisibles y entre todos podemos cambiar la historia”.
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