jueves, 29 de noviembre de 2012

La #UACM en marcha. Manuel Pérez Rocha

 
 
Para intentar que se olvide que el origen del conflicto en la UACM fue un fraude electoral dirigido y avalado por ella, Esther Orozco insistió, antes de firmar el acuerdo que le dio solución, que la raíz del conflicto es que la UACM no tiene una estructura administrativa que la fortalezca; tampoco posee una estructura administrativa y académica suficientemente fuerte para ir adelante, además de que carece de normas. Esta es una infamia injusta contra decenas de universitarios que han trabajado durante años para darle normas y estructuras a la universidad. ¿Hacen falta más normas? Sí, como le hacen falta a toda institución en desarrollo, como le hacen falta al país y a la ciudad, y a muchas universidades que tienen décadas de existencia. Pero la UACM tiene normas, y muchas; y tiene estructuras, mejorables, pero las tiene. Para la solución del conflicto recién concluido no hacían falta más normas ni estructuras: podía haberse resuelto por la vía judicial, pues el fraude electoral se conformó con acciones cuya ilegalidad está documentada.
Desde su fundación y durante cuatro años, la entonces Universidad de la Ciudad de México operó conforme lo dispuesto tanto en el acuerdo formal y legal que la creó, como en el Estatuto Orgánico aprobado por el Consejo de Gobierno (integrado por las principales dependencias del Gobierno del Distrito Federal: finanzas, contraloría, oficialía mayor, desarrollo social); operó también desde entonces, y durante ocho años, el Consejo Asesor integrado por distinguidos académicos de la UNAM (maestros eméritos), la UAM, el IPN y… la propia Esther Orozco. Ese Consejo Asesor tenía la tarea de elaborar las normas que requiriera la universidad. Esta tarea la realizaron los miembros de ese consejo con empeño, compromiso, sabiduría y generosidad (lo hicieron sin remuneración alguna). En los últimos cinco años de operación ese consejo realizó 21 sesiones, en las cuales emitió 231 acuerdos (ninguno desaprobado por Orozco). Uno de ellos, la Norma Cuatro, reformó y actualizó la estructura académica y administrativa de la universidad definida en el primer Estatuto Orgánico.
En 2004 el Consejo Asesor participó en la elaboración del proyecto de ley que le da autonomía a la universidad y define su estructura básica de gobierno y administración. Este Consejo Asesor (incluyendo a Orozco) determinó la composición del Consejo General Interno (antecedente del Consejo Universitario) y condujo el proceso para su integración. El Consejo General Interno realizó 32 sesiones y emitió 265 acuerdos. El Consejo Asesor (incluyendo a Orozco) conformó el primer Consejo Universitario y condujo el proceso para su integración. Este Consejo Universitario emitió 283 acuerdos en más de 40 sesiones plenarias (son incontables las sesiones de sus comisiones) y elaboró y aprobó el Estatuto General Orgánico, que es la base indispensable para elaborar otras normas necesarias, como el Estatuto de Personal Académico. Han transcurrido dos años y medio de la administración de Orozco, se cuenta desde hace tres años con el Estatuto General Orgánico, y no se ha aprobado el Estatuto de Personal Académico: es su responsabilidad. Todas las sesiones del Consejo General Interno y del Consejo Universitario fueron públicas (las de este último se transmitieron por intranet) y las versiones estenográficas y acuerdos están en Internet. En sus sesiones se analizaron todos los asuntos importantes de la UACM, como el proyecto de presupuesto y su ejercicio, cada año. Esta acción esencial de transparencia se canceló con la llegada de Orozco (¡en noviembre de 2012 presentó para su aprobación el presupuesto de 2012!).
Todos los acuerdos de esos cuerpos colegiados, más otros muchos emitidos por la rectoría y otras autoridades internas competentes, siguen vigentes. La elaboración de nuevas normas debe tomar en consideración todo ese trabajo: no es admisible que cada vez que arriban nuevas autoridades todo sea borrón y cuenta nueva. Es una calumnia (y en este caso un harakiri) decir que la UACM es un pantano sin reglas.
Ha sido muy valiosa la intervención de los diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) como facilitadores de la solución del conflicto y debe destacarse su reiterado pronunciamiento en el sentido de que respetarán y defenderán la autonomía de la UACM. Para esta universidad no ha sido fácil hacer efectiva esta autonomía, incluso el reconocimiento de la legalidad de su existencia tuvo que litigarse ante un secretario de Educación Pública (federal) que afirmaba que esta nueva institución era ilegal, lo cual se tradujo en una fuerte deserción en las primeras generaciones de estudiantes. Posteriormente, la autonomía tuvo que ser defendida ante el intento de una intromisión ilegal del secretario de Educación local (Axel Didriksson). Después, la V Legislatura de la Asamblea Legislativa hizo una reforma anticonstitucional y absurda a la Ley de la UACM: le impuso la obligación de tener libros en Braille en sus bibliotecas; anticonstitucional, porque es un asunto interno de la universidad, de conformidad con lo dispuesto en la fracción VII del artículo tercero de la Carta Magna; absurda, porque la UACM fue pionera en un magnífico y ejemplar programa de educación para discapacitados visuales (el programa Letras Habladas, que puede verse en la página de la universidad y en Google).
La doctora Orozco ha manifestado de manera pública y reiterada que la ALDF debería tener intervención en la UACM. Sin duda tiene que haber una relación cercana entre la asamblea y la universidad, relación sustentada en el artículo tercero de la Constitución (en el cual se define el significado y alcance de la autonomía), en el artículo 122 de la misma Carta Magna que determina las facultades de la asamblea, y en la Ley de la UACM. La vida autónoma de la UACM no la exime de mantener relaciones con diversas autoridades, y además requiere de la actuación legal de esas autoridades.
Todo indica que la UACM se pone nuevamente en marcha. Es imperioso un reconocimiento a los actores que con su trabajo, inteligencia y valentía hicieron esto posible: el Consejo Estudiantil de Lucha, el Foro Académico, Trabajadores en Lucha, los Consejeros por el Voto y la Legalidad y otros muchos maestros y estudiantes que los apoyaron.

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