José Agustín Ortiz Pinchetti
En un escenario político marcado por la restauración priísta, emerge Morena, una organización política de fuerte originalidad y vigor, con una insólita base democrática pero que afronta amenazas internas y externas que pueden ser muy graves.
La originalidad de Morena está en su carácter verdaderamente popular. Sus organizadores apuestan a que ya existe una ciudadanía capaz de generar una nueva clase política. El experimento de convocar a las bases obradoristas revela mucha valentía. Por fortuna, en la mayoría de las 300 asambleas distritales aparece un núcleo capaz de contener y hasta de derrotar a los que quieren abusar y controlar los consejos recién elegidos. Otro síntoma positivo: todos los organizadores fueron voluntarios y no tuvieron compensación alguna. Se encargaron de la logística, desde conseguir los recintos hasta armar, vigilar y escrutar las urnas y las boletas para la elección.Sesenta mil personas en todo el país votaron porque Morena se convirtiera en partido. La base devuelve a los organizadores la confianza. Creen que podemos hacer un partido nuevo, distinto a la mayoría de los esperpentos vigentes. Al cumplirse la votación en los 32 estados ha surgido un cuerpo electoral de 2 mil 500 militantes que elegirán al consejo político el próximo lunes. El día 20 se elegirán los órganos de dirección y vigilancia, en todo el proceso han participado ciudadanos libres. No ha habido acarreo ni consigna, toda la gente es de carne y hueso, registrada e identificable, que llegará a la capital por sus propios medios.
Este edificio político es obra de millares de activistas; pero la iniciativa y dirección estuvo en manos de un solo hombre: Andrés Manuel López Obrador, un líder de los más poderosos que han existido en México. AMLO desearía diluirse para que crezca la organización y el poder ciudadano que lo anima. No será fácil.
La organización tendrá que afrontar varios retos: lo que se va a lograr el 19 y 20 de noviembre es apenas la columna vertebral de un gran partido. Pero Morena abrirá sus puertas a una vasta ciudadanía. A cientos de miles de activistas entre los 16 millones que votaron por AMLO en 2012. El ritmo organizativo debe incrementarse. Por otra parte, la derecha, en particular los núcleos oligárquicos y los medios controlados por ellos, intentarán desprestigiar a la nueva organización. Varios plumíferos destacados ya están cumpliendo esa tarea. Agentes pagados por los gobiernos federal y locales intentarán penetrar la agrupación para dividirla y debilitarla. Además, habrá traidores involuntarios. Ya se han hecho presentes asociados con los oportunistas. Será largo el camino de Morena hasta su consolidación.
La organización tendrá que afrontar varios retos: lo que se va a lograr el 19 y 20 de noviembre es apenas la columna vertebral de un gran partido. Pero Morena abrirá sus puertas a una vasta ciudadanía. A cientos de miles de activistas entre los 16 millones que votaron por AMLO en 2012. El ritmo organizativo debe incrementarse. Por otra parte, la derecha, en particular los núcleos oligárquicos y los medios controlados por ellos, intentarán desprestigiar a la nueva organización. Varios plumíferos destacados ya están cumpliendo esa tarea. Agentes pagados por los gobiernos federal y locales intentarán penetrar la agrupación para dividirla y debilitarla. Además, habrá traidores involuntarios. Ya se han hecho presentes asociados con los oportunistas. Será largo el camino de Morena hasta su consolidación.
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