Álvaro Cepeda Neri
Con entrevistas por todas partes, Calderón (no pudo ganarse el título de presidente de la República ni salir de la ilegitimidad), ha iniciado el adiós. Huye de los problemas que no supo resolver en desbandada con sus panistas (algunos no lo siguieron, pero igual pagarán en las urnas) y busca culpables. Afirma que la crisis económica mundial impidió que hiciera un buen gobierno. Delira, ya que un mal político como él (“chaparrito con lentes y pelón”, como lo definió Manuel Espino expulsado del Partido Acción Nacional (PAN) por el desgobernador Padrés de Sonora, al acatar órdenes de Calderón), echa la culpa sobre terceros.
Siempre fue prepotente. Carlos Castillo lo descalificó, pero Fox y escasos votos lo llevaron a su nivel de incompetencia. Así desgració a la nación. Y al no saber cómo detener a los narcotraficantes, sólo alborotó ese avispero y el país es un cementerio, con cárceles repletas de delincuentes y las fuerzas militares y policiacas sin poder detener las embestidas de los matones. Denigrándose, porque miles de mexicanos han caído víctimas de esos enfrentamientos.
No pudo ni supo, y menos quiso meterse a fondo para resolver los problemas dejándolos a la deriva. Se presentó con las “manos limpias” y termina con ellas sucias de incapacidad y corrupción (las suyas y las de sus amigos, como el encubrimiento al director de Pronósticos Deportivos, Adolfo Blanco Tatto, protegido de Germán Martínez; a Lujambio por lo de la estela, el monumento para celebrar el Bicentenario de la Independencia; a Lozano Alarcón). Se dedicó a pasarla bien, escondido en su búnker, permitiendo que una prima-hermana de su esposa permanezca en la impunidad por lo del incendio en la guardería sonorense, por ejemplo.
Es uno de los peores presidentes del montón que hemos tenido. Antipatriota, antinacional, dejó pasar fechas históricas, como el 18 de julio, aniversario de la muerte biológica de Benito Juárez (porque sigue siendo el gran estadista que permanece vivo históricamente). Sus amigos con los que ha desgobernado sólo cobran sueldos fabulosos, se hicieron millonarios y permiten a los hombres de presa aprovecharse alzando los precios, despidiendo trabajadores, y pagando sueldos de hambre.
Calderón fue incompetente para desempeñar el cargo por el que cayó en la ilegitimidad cuando se negó al nuevo conteo de los votos que le propuso López Obrador, para ver si era cierto que tenía más de 200 mil votos con los que el Instituto Federal Electoral de Carlos Ugalde (impuesto por Elba Esther Gordillo), lo declaró, con otra ilegalidad, pues no le correspondía hacerlo, ganador de la competencia. Hoy el PAN va directo al abismo y Calderón busca amortiguar el golpe anticipando que por sus errores serán desplazados del poder presidencial. Y regresarán a ser oposición sin credibilidad. Y no es que, con la metáfora de la rueda de la fortuna ahora queden abajo, pues los han echado de ella para convertirse en mirones al fracasar la alternancia, ya que regresaron al autoritarismo, las raterías y abuso del poder e impunidad.
Con entrevistas por todas partes, Calderón (no pudo ganarse el título de presidente de la República ni salir de la ilegitimidad), ha iniciado el adiós. Huye de los problemas que no supo resolver en desbandada con sus panistas (algunos no lo siguieron, pero igual pagarán en las urnas) y busca culpables. Afirma que la crisis económica mundial impidió que hiciera un buen gobierno. Delira, ya que un mal político como él (“chaparrito con lentes y pelón”, como lo definió Manuel Espino expulsado del Partido Acción Nacional (PAN) por el desgobernador Padrés de Sonora, al acatar órdenes de Calderón), echa la culpa sobre terceros.
Siempre fue prepotente. Carlos Castillo lo descalificó, pero Fox y escasos votos lo llevaron a su nivel de incompetencia. Así desgració a la nación. Y al no saber cómo detener a los narcotraficantes, sólo alborotó ese avispero y el país es un cementerio, con cárceles repletas de delincuentes y las fuerzas militares y policiacas sin poder detener las embestidas de los matones. Denigrándose, porque miles de mexicanos han caído víctimas de esos enfrentamientos.
No pudo ni supo, y menos quiso meterse a fondo para resolver los problemas dejándolos a la deriva. Se presentó con las “manos limpias” y termina con ellas sucias de incapacidad y corrupción (las suyas y las de sus amigos, como el encubrimiento al director de Pronósticos Deportivos, Adolfo Blanco Tatto, protegido de Germán Martínez; a Lujambio por lo de la estela, el monumento para celebrar el Bicentenario de la Independencia; a Lozano Alarcón). Se dedicó a pasarla bien, escondido en su búnker, permitiendo que una prima-hermana de su esposa permanezca en la impunidad por lo del incendio en la guardería sonorense, por ejemplo.
Es uno de los peores presidentes del montón que hemos tenido. Antipatriota, antinacional, dejó pasar fechas históricas, como el 18 de julio, aniversario de la muerte biológica de Benito Juárez (porque sigue siendo el gran estadista que permanece vivo históricamente). Sus amigos con los que ha desgobernado sólo cobran sueldos fabulosos, se hicieron millonarios y permiten a los hombres de presa aprovecharse alzando los precios, despidiendo trabajadores, y pagando sueldos de hambre.
Calderón fue incompetente para desempeñar el cargo por el que cayó en la ilegitimidad cuando se negó al nuevo conteo de los votos que le propuso López Obrador, para ver si era cierto que tenía más de 200 mil votos con los que el Instituto Federal Electoral de Carlos Ugalde (impuesto por Elba Esther Gordillo), lo declaró, con otra ilegalidad, pues no le correspondía hacerlo, ganador de la competencia. Hoy el PAN va directo al abismo y Calderón busca amortiguar el golpe anticipando que por sus errores serán desplazados del poder presidencial. Y regresarán a ser oposición sin credibilidad. Y no es que, con la metáfora de la rueda de la fortuna ahora queden abajo, pues los han echado de ella para convertirse en mirones al fracasar la alternancia, ya que regresaron al autoritarismo, las raterías y abuso del poder e impunidad.
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