PESAR. Rosa Sarmina sostiene el retrato de su hija Elvia, quien se envenenó con plaguicidas a los 14 años. El día que lo hizo, ella quería estrenar un pantalón... pero no pudo (Foto: ) |
Laura Castellanos / Enviada | El Universal
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CUENTEPEC, Mor.— Elvia se envenenó a los 14 años de edad en su casa de Cuentepec, población náhuatl enclavada entre montañas de Morelos, a una hora en coche de Cuernavaca. El 20 de enero de 2007 ingirió unas tabletas plaguicidas de uso agrícola del tamaño de una pastilla de menta, verdosas y pestilentes.
La mirada pesarosa de su madre, Rosa Sarmina, se ahonda al mostrar el retrato de la hija ausente: se aprecia a la joven indígena de cara redonda con su uniforme de secundaria, impecable y planchado. Elvia sonríe a la cámara, está llena de vitalidad.
La muchacha era “a veces alegre, a veces callada”, dice la señora. Iba a la escuela de Cuentepec, cuya población de 3 mil 500 habitantes, primordialmente campesina, sucumbe ante el desempleo, el alcoholismo, la drogadicción y la violencia intrafamiliar.
Elvia forma parte del grupo femenino de 10 a 14 años de edad que, de acuerdo con el censo 2010 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), tiene la tasa de mayor crecimiento poblacional en suicidios de 1990 a 2009.
En términos absolutos, de acuerdo con el INEGI, durante ese periodo hubo más suicidios de hombres (57 mil 955) que de mujeres (11 mil 493). Entre los varones, el mayor número de casos se registró entre individuos de 20 a 24 años (11 mil 482); en las mujeres ocurrió en el grupo de 15 a 19 años (2 mil 658).
En la franja de 10 a 14 años hubo mil 482 casos de niños y 842 de niñas.
Entre 1990 y 2009, los suicidios en la población general crecieron a una tasa anual promedio de 5%. Pero el grupo de niñas púberes alcanzó la tasa de 11.7% al año, la mayor de todos los grupos de hombres y mujeres. Rebasa la de hombres de 20 a 24 años (4.1%), mujeres de 15 a 19 años (6.5%) y dobla la de niños de 10 a 14 años (5.5%).
Si se consulta la clasificación general de muertes violentas (homicidio, accidentes, suicidios) de 1990 a 2009, el ritmo de crecimiento de casos de suicidios de niñas de 10 a 14 años también es el mayor de todos los grupos, va de 1.5% a 17%. Es decir, una de cada 100 niñas muertas violentamente en 1990 se suicidó, mientras que el número brincó a 17 de cada 100 en 2009.
No pueden controlar la ansiedad
La nueva tendencia al alza de esta conducta suicida femenina también se reporta en el Hospital Psiquiátrico Infantil Doctor Juan N. Navarro. En los últimos cinco años, los casos “han crecido en el grupo de menor edad”, dice la doctora Armida Granados, jefa de Enseñanza y Capacitación.
Granados observa que dicha tendencia se presenta particularmente en niñas con sintomatología siquiátrica que viven “pobreza, abuso sexual, maltrato físico o consumo de sustancias” a temprana edad.
El Psiquiátrico Infantil, el único especializado en su tipo en el país, atiende principalmente a pacientes de origen popular de la capital y de la provincia.
La especialista dice que de las 3 mil 88 consultas atendidas en urgencias en 2010, 40% fueron conductas suicidas. De éstas, 69% eran de mujeres y el resto de varones.
Históricamente, se registran más intentos de suicidio por parte de mujeres que de hombres. Pero la tendencia emergente muestra que del total de casos de mujeres con intento de suicidio atendidas en urgencias en 2010, las niñas de 13 a 15 años representaron 61% de los casos, cifra superior a 37% de casos de adolescentes de 16 a 17 años con 10 meses, la edad límite de admisión para pacientes en el hospital.
La doctora señala que desde hace seis años se presentan casos de niñas con autolesiones: “Se cortan no con fines suicidas, sino de manejo de emociones”. Ellas no pueden controlar la ansiedad o intentan llamar la atención del otro. En los últimos tres años, tales casos se han incrementado “por lo menos al doble”, dice.
La punta del iceberg
Elvia se suicidó en su casa cuando el pueblo estaba de fiesta, el día de San Sebastián. Sólo hay dos fiestas patronales al año en Cuentepec, motivo por el cual una pequeña feria se instala en la plaza, y las muchachas, tradicionalmente encerradas debido al alto índice de alcoholismo y drogadicción en la calle, salen acompañadas.
Ella quería estrenar un pantalón en la fiesta. Se lo pidió a la mamá, que vende comida. “No tengo dinero, otro día te lo compro”, le dijo. La familia fue a la plaza. Elvia miró el castillo de fuegos artificiales. Estaba “nomás parada, nomás callada”, recuerda Rosa. Al regresar a su casa se envenenó.
El mismo año que Elvia se suicidó lo hicieron una muchacha y un muchacho en Cuentepec, ambos también estudiantes de secundaria. Cada uno por su lado ingirió la pastilla de nombre Aluminium Phosphide 20 Fumigation, usada para que el maíz desgranado y seco no se pique. El envase con estas pastillas cuesta 35 pesos.
El suicidio de Elvia y el de la otra muchacha no se registraron en las cifras oficiales. De acuerdo con el INEGI, en 2007 sólo se suicidó un niño del grupo de entre 10 y 14 años, en todo Morelos. La entidad está integrada por 33 municipios; Cuentepec pertenece a Temixco.
Los casos de Elvia y los otros dos estudiantes provocaron que en 2007 las autoridades de Temixco solicitaran a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos una encuesta para conocer la realidad de mil 273 menores de 16 años, 55% de ellos mujeres estudiantes de los 16 planteles de educación secundaria y preparatoria de la municipalidad.
En la lista figuró la telesecundaria a la que asistía Elvia. Si bien el estudio no arrojó resultados por género, ni especificó sobre la condición indígena, sí mostró que la mitad del estudiantado padecía desintegración familiar, ansiedad, depresión e impulsividad, conductas agresivas y problemas con el abuso del alcohol y de las drogas.
En el caso de Cuentepec, el sicólogo Octavio Saldaña, coordinador de la encuesta de la administración de Temixco, observó que los adolescentes sufrían por la discriminación en su contra y renegaban de su raíz indígena, y detectó casos de abuso sexual y violencia contra niñas de secundaria.
En su opinión, el suicidio de los tres estudiantes fue la expresión extrema de “chicos y chicas muy dolidos y violentados, en condiciones de pobreza y marginación”.
Desde la Secretaría de Salud, el doctor Joaquín Pereira, jefe de Investigación de los Servicios de Atención Psiquiátrica, reconoce que la tasa de suicidios en la niñez y la adolescencia está lejos de ser revertida.
“Existen pocos programas preventivos en general en siquiatría y en particular en suicidio, por lo que veo difícil que las cifras bajen”, dice.
Explica que 25% de los menores de edad tienen un padecimiento siquiátrico, y sólo 6% puede acudir con un especialista llamado paidosiquiatra. Una sesión privada con uno de ellos cuesta de 500 a mil 500 pesos.
Pereira dice que el tratamiento farmacológico que éstos brindan ayuda a enfrentar padecimientos siquiátricos como la conducta impulsiva o el consumo de drogas.
En México sólo hay 887 paidosiquiatras concentrados especialmente en las tres principales urbes: la ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, mientras en entidades como Nayarit y Colima no se cuenta con uno de ellos, dice Granados.
La doctora del Psiquiátrico Infantil, Armida Granados, dice que su centro médico es el único especializado en el país con hospitalización para menores. Y sólo cuenta con 11 paidosiquiatras para consulta externa y seis que atienden a los hospitalizados.
Para Granados el trabajo del sector salud es insuficiente.
“A nivel nacional no hay un esfuerzo articulado, eso sí lo puedo decir abiertamente, los recursos que hay para atender a la población son muy pocos”, opina.
Como prueba, pone el caso del pueblo de Elvia, donde en los últimos años hubo además dos suicidios de señoras, uno de una muchacha de 18 años e intentos por quitarse la vida de otras dos chicas de secundaria.
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