martes, 1 de marzo de 2011

¿QUÉ ES ANARQUISMO?

La palabra anarquía suena mal
a la mayor parte de las
personas porque se la
presentan como sinónimo de
maldad, relajamiento, caos.
Estiman que los anarquistas
son una banda de viles
facinerosos que desconocen el
uso del peine i del jabón;
resueltos a matar a los ricos
para repartirse su capital. Sin
embargo, la anarquía es para
sus adeptos una teoría social
que procura obtener el orden
con ausencia de todo gobierno
del hombre por el hombre;
significa en una palabra,
completa libertad individual.
Si hasta aquí la palabra
anarquía ha sido interpretada
como significando un estado de
ilimitado desórden es porque
se ha enseñado a la jente que
deben ser dirijidos, que son
gobernados sabiamente i que el
gobierno es una necesidad.

En los pasados siglos, todo individuo que afirmaba que la humanidad
podía seguir su camino sin ayuda de una autoridad terrena ni espiritual,
pasaba por loco i concluía sus días en un asilo de alienados o en una
hoguera; mientras que hoi hai impios hombres i mujeres a centenares de
miles, que se rien de la idea de un Ser sobrenatural.
Pero los librepensadores de hoi, por ejemplo, creen aun en la necesidad de
un Estado que proteja a los hombres, sin penetrar en la barbarie de las
instituciones gubernativas. No comprenden que el gobierno jamás ha
existido ni puede existir sin opresión, que toda autoridad se haya hecho
culpable de grandes crímenes contra la sociedad.
La autoridad se ha desarrollado sucesivamente de despótica anarquía,
oligarquía, plutocracia; pero nunca ha dejado de ser una imposición.
No se puede negar que es grande el número de personas de buenos
sentimientos i de mejor voluntad que deseen mejorar las condiciones
presentes; pero no está su espíritu suficientemente emancipado de los
prejuicios i de las superticiones de los siglos bárbaros para comprender lo
que hai en realidad en el fondo de la institución llamada gobierno.

¿gobierno? -dicen unos-. Si nuestro gobierno no es bueno procuremos
reemplazarlo por otro; pero en absoluto no podremos prescindir de él".
Lo malo es que el buen gobierno es una ilusión, porque su misma
existencia está basada en la tiranía de una clase sobre otra. "Pero los
hombres deben ser gobernados -observan-; desean estar guiádos por leyes".
Pues bien; si los hombres son niños que es preciso conducir, ¿quién es
bastante perfecto, bastante sabio, bastante puro para estar en el caso de
gobernar i guiar a sus compañeros?

Nosotros pretendemos que los hombres se
gobiernen por sí mismos individualmente. Si
para esto no están aún maduros, en el mismo
caso se hallan para gobernar a los otros. ¿Es
posible, además, que un solo hombre o un
pequeño número de hombres dirijan los
millones de ciegos que componen una nación?
"Pero necesitamos a los menos alguna
autoridad" -nos dice uno de nuestros amigos.
Ciertamente, i esa autoridad nosotros la
tenemos también; es aquel poder irresistible de
las leyes naturales, que se manifiesta lo mismo
en el mundo social.

Comprendamos o no esas leyes, es menester obedecerlas, porque forman
parte de nuestra existencia. Somos esclavos absolutos de ellas; pero esta
esclavitud de ningún modo es humillante, ni está estbalecida en los
códigos.
La esclavitud, tal cual existe hoi, tolera una amo esterior, un lejislador
estraño a los que le obedecen; las leyes naturales, al contrario, no están
fuera de nosotros, sino en nosotros. Y solamente conforme con estas leyes
vivimos, respiramos, nos movemos; no siendo ellas enemigas nuestras,
sino nuestras bienhechoras.
Las leyes establecidas por el hombre i reunidas en los códigos, ¿están en
conformidad con las naturales? Nadie puede ser capaz de afirmarlo.
I porque las leyes que han hecho los hombres no están en conformidad con
las de la naturaleza, la humanidad sufre tantos males. Es un absurdo
hablar del bienestar humano mientras no seamos libres.
Nada tiene de asombroso el que ciertas personas combatan con tanto
encarnizamiento la anarquía i sus propagandistas; esta doctrina exije una
cambio demasiado radical de las reglas actualmente admitidas, i la activa
i celosa propaganda de sus propagandistas ha de herir a muchas
conciencias con sus grandes i nuevas verdades.

Se predica la paciencia i la resignación a los pobres, a cambio de
recompensas utlraterrenas. Pero al miserable paria que nada tiene suyo, i
que ha de implorar un pedazo de pan, ¿qué le importa que las puertas del
cielo se abran para él mas ampliamente que para el rico? En presencia de
la inmensa miseria de las masas, tales promesas parecen una amarga
ironía.
He encontrado pocos hombres i mujeres intelijentes que defiendan con
honradez i conciencia los gobiernos existentes; todos estaban de acuerdo
conmigo en muchos puntos; solo en el momento decisivo de los hechos
les faltaba valor moral para demostrar i declararse francamente
partidarios de los principios anarquistas.

Nosotros, que tenemos escojido el
sendero que nos trazan nuestras
convicciones, en defensa de
principios científicos i naturales,
combatimos la organización llamada
Estado, i proclamamos el derecho igual
a la producción i a gozar de la vida.

Una vez libertados de las restricciones de una autoridad estraña, los
hombres pactarán libremente; las organizaciones se formarán de
voluntades autónomas; cada uno contribuirá al bienestar común i al suyo
propio, trabajando lo que pueda i consumiendo lo que necesite.
Todos los descubrimientos i todas las invenciones técnicas modernas
servirán para hacer el trabajo más fácil i agradable; i la ciencia, la
instrucción, el arte, accesibles a todos, perfeccionarán i enoblecerán la
raza i la mujer será igual al hombre.
"Todo está muy bien -replica uno-; pero los hombres no son ángeles, son
egoístas".
¿Y qué? El egoísmo no es un crimen ni un obstáculos; lo es solamente
dentro de las condiciones que permiten a un individuo stasifacer su
egoìsmo en detrimento de los otros. En una sociedad anarquista cada uno
buscará satisfacer su yo; pero como la naturaleza, nuestra madre, ha
arreglado las cosas de manera que aquellos sobrevivan solo con la ayuda
de sus vecinos, el hombre, a fin de satisfacer su yo, estenderá su ayuda a
los que le prestarán la suya; i así, el egoísmo, resultará un bien.
Tal es nuestro ideal.
Un puñal en una mano, una antorcha en la otra i todos los pórticos
desbordantes de bombas de dinamita; he ahí como pintan al anarquista
sus enemigos. Se le considera un semiloco i un semibribón, que no tiene
más objeto que el desbarajuste universal; no conociendo otro medio para
llegar al fin que asesinar al primero que halla a su paso. El esbozo es una
horrible caricutura, pero no es de estrañar que sea jeneralmente aceptada,
por cuanto esta idea se vocea a grandes gritos entre un público siempre
dispuesto a creer los sueños mas fantásticos con una terquedad digna de
mejor causa.
Entretanto, nosotros pensamos que la anarquía, es decir, la libertad
individual, no se obtendrá sin violencia, i que es la misma violencia la
que arrastra a las Termópilas i a Maraton.
Mas claro i fuerte que nunca el pueblo reclama la libertad i las
condiciones para llegar a este fin son cada vez mas favorables.
Es evidente que a traves de la historia se elabora una evolución, a la que
cederán todas las esclavitudes i la violencia bajo todas las formas. I de
aquella evolución ha de salir la libertad plena i sin límites, libertad para
todos i libertad para cada uno. De ahí claramente se desprende que el
anarquismo no puede ser un movimiento retrógrado como se insinúa; en
el ejército de la libertad, los anarquistas marchan a la vanguardia. Es
absolutamente necesario que la masa del pueblos jamas olvide la lucha
jigantesca que debe preceder a la realización de nuestras ideas, i los
anarquistas usan de todos los medios a su disposición: la palabra, la
prensa, la acción, para apresurar el desenvolvimiento revolucionario.
El bienestar delos hombres no es posible sin el comunismo i la anarquía,
sin la igualdad en economía, sin la libertad en derecho. El sistema
comunista escluye lójicamente toda relación de amo a criado i significa
en realidad anarquismo; pero para llegar a este fin, precisa haber una
revolución social.
En cuanto a la violencia que para la jente caracteriza al anarquista, no se
puede negar i no se negará que la mayor parte de los anarquistas están
convencidos de que la "violencia" no es mas de condenar en un individuo
que en un pueblo oprimido que se vale de ella para conquistar la libertad.
Los tiranos han condenado siempre la rebelión de los oprimidos: la Grecia
asombra a la Persia, las Horcas caudinas a Roma i Bunker III a Inglaterra
¿La anarquía puede establecerse sin las leyes de la fuerza que lo gobiernan
todo?

Emma Goldman

[Versión del año 1902, aparecida en el periódico anarquista de santiago de chile
LA AJITACIÓN.
La transcripción es literal por lo tanto las reglas ortográficas a comienzos de
siglo XX no eran las mismas que las actuales: i en vez de y, j en vez de g, etc..]

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