Muchas cosas han cambiado en Ciudad Juárez desde hace más de tres años, manejar es una de ellas. En verdad, conducir por las calles de esta frontera se ha vuelto una actividad de alto riesgo y en toda una odisea cotidiana. En muy poco tiempo se han cambiado las costumbres al conducir y los patrones de conducta de los automovilistas juarenses se han modificado sustancialmente, en ocasiones, de una manera dramática.
Se percibe un cierto nerviosismo en la forma de manejar de quienes conducimos en esta frontera. Y es normal que esto suceda, ya que la mayor parte de los asesinatos que ocurren diariamente en esta ciudad, ocurren en vehículos que circulan por las calles y avenidas de esta atribulada metrópoli. Ya sea en las grandes avenidas, o en alguna calle de cualquier colonia los frecuentes acribillamientos ocurren en cruceros muy transitados o solitarios y a cualquier hora del día, provocando una sensación de inquietud en los miles de conductores que utilizan las principales rutas para dirigirse al trabajo, a la escuela de los hijos o de compras.
Hay temor y angustia en muchos ciudadanos mientras se está haciendo un alto, en el estacionamiento, o en la esquina, y ya no se ve mucho tráfico por las noches. Tampoco se ven muchas familias salir de paseo en el vehículo de la casa. En estos momentos, lucir los coches ostentosos es riesgoso, también lo es salir con los cuates, ya que ahora vehículos con dos o más varones son detenidos frecuentemente en cualquiera de los retenes, o corren el riesgo de ser confundidos por los criminales. Todos los conductores en Juárez se alejan en cuanto pueden del convoy de las fuerzas de seguridad por miedo a estar cerca de un ataque, pero también tienen pánico de toparse con ellos y ser víctima de un accidente vial, como los cientos de incidentes que han protagonizado al desconocer las vialidades de la ciudad.
Todo lo que tiene que ver con el automóvil se ha vuelto cada vez más complicado. Desde los incrementos a las gasolinas, lo caro de las refacciones, los baches o la imperiosa necesidad de pagarle al parquero, y tener que asegurarlo, ponerle un cortacorriente, o mínimo un bastón de seguridad. Y es que es alarmante el número de vehículos que se roban diariamente, muchos de ellos con lujo de violencia. Sumado a todo esto lo complicado que se ha vuelto el poder conseguir autopartes y lo incómodo de tener que ir en estos momentos a los talleres y yonques de la frontera, donde antes se podía convivir toda la tarde con los mecánicos, y donde ahora, muy seguido ejecutan a clientes y a encargados.
Se extraña mucho los paseos en coche acompañado de la familia, la novia, o los amigos, muchos adultos vivieron los domingos de su juventud en la avenida 16 de Septiembre; a otros les tocó la avenida Juárez, el Campestre y Rincones, el Pronaf, o los distintos “drive inns”. Las familias juarenses y paseñas extrañan salir tranquilamente al Chamizal, al parque Borunda, al cine o a cenar. Se añora ver vehículos circulando por todas las calles y esos tiempos donde los jóvenes y las familias disfrutaban de Juárez de día y de noche sin retenes ni revisiones.
Existe un gran parque vehicular debido a la facilidad de poseer un auto y ante la falta de un trasporte digno en la frontera. El auto es una extensión del patrimonio y es una imprescindible herramienta de trabajo para muchos ante las largas distancias. Sin embargo, ahora hay cada vez menos carros en las calles y más talleres cerrados. Se evitan cruceros peligrosos en cuanto obscurece, modificando drásticamente el modo de manejar en Juárez.
Se ha eliminado la tenencia en el Estado y se ha facilitado la obtención de una licencia de conducir, pero aún hay mucho que hacer. Urge una verdadera solución a la legalización de los miles de vehículos chuecos, ya que muchos son utilizados para cometer más delitos. También la industria de los autos generaba una gran derrama económica y muchas fuentes de empleo, ya sea en la venta de vehículos o de autopartes, o en el lavado y mantenimiento de las unidades. Antes existían muchos talleres mecánicos, eléctricos, de pintura y enderezado, negocios de venta de llantas, de accesorios y de cristales, que daban servicio a juarenses y paseños, de los que dependían miles de familias.
Es muy grave el daño que se le ha hecho a este sector, por eso es urgente que regrese la tranquilidad y la seguridad a las calles de esta ciudad, con ello regresarán los autos, las familias y el dinamismo a esta gran frontera. Debemos recuperar la confianza y el gusto de manejar por las calles de Juárez.
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