Editorial EL UNIVERSAL
Todos los que invirtieron una vida de trabajo deberían tener derecho a una pensión digna, es lo menos que merecen llegada la vejez. Por desgracia, dicho anhelo es algo que no puede conseguirse por decreto. La volatilidad del mercado laboral mexicano los últimos 15 años, producto a su vez de una economía estancada, hace que el modelo de las Afores hoy vigente sea una bomba de tiempo social y financiera.
Hasta 1997, una pensión mínima podía obtenerse después de haber cotizado 500 semanas. El problema es que ese esquema resultaba insostenible para las finanzas públicas a largo plazo, pues cada vez había más jubilados —no necesariamente de la tercera edad— mantenidos con recursos aportados por trabajadores en activo, dejando así vacías y con deudas las arcas del IMSS. Luego de esa fecha, el instituto exigió una base de mil 250 semanas cotizadas para una pensión mínima. Se pensó que las aportaciones de cada trabajador a su propia pensión serían suficientes para garantizar un retiro digno. Más de una decada después parece que no será así, al menos no para todos, porque cada vez menos personas conservan un trabajo fijo por años.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) de los 41 millones de cuentas con registro en las Afores, cerca de 50% están inactivas, es decir, no hay aportación patronal en los últimos 36 meses. Esto significa que los trabajadores a quienes les corresponden esas cuentas están desempleados, ocupados en la economía informal o contratados bajo la modalidad de outsourcing que ciertas empresas emplean para evadir impuestos.
Lo que sucedió durante la crisis de 2008 es un ejemplo drástico de la tendencia. De acuerdo con el INEGI, la proporción de trabajadores que ganó más de cinco salarios mínimos bajó de 12% a fines de 2006 a 9% al finalizar el tercer trimestre de 2010. En cambio, en ese lapso aumentó de 20% a 23% la cantidad de gente que ganó de uno a dos salarios mínimos mensuales. En el balance, los empleos de 2010 son peores que los de 2008. ¿Cómo ahorrar en esas condiciones?
Es cierto, como dice Hacienda, que este sistema de pensiones es “solvente” en la medida en que el Estado no adquiere deudas para pagar las Afores, pero ese no debería ser el objetivo único, aunque cuadre en la ortodoxia económica.
Una postura responsable debe llevar a una revisión del modelo de pensiones, a menos que se decida enviar a la vejez precaria a millones de personas, lo cual, desde luego, no es una opción
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