viernes, 19 de febrero de 2010

Apoteósico rencuentro de la OFUNAM con los jóvenes


Cientos de jubilosos espectadores colmaron el auditorio del plantel 6, en Coyoacán


Al final del concierto en la Prepa 6, como corolario a la euforia generalizada, toda la orquesta y los asistentes entonaron una efusiva goooya, también dirigida por Rodrigo
Periódico La Jornada
Viernes 19 de febrero de 2010, p. 3
Gritos, alaridos, silbidos y aplausos interminables. El auditorio de la Preparatoria número seis de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se convirtió en un epicentro de alegría colectiva.

Los músicos de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM) simplemente sonreían, entre incrédulos y satisfechos, y agradecían tan cálido reconocimiento durante el apoteósico recuentro con su público originario: los jóvenes.

El concierto había concluido y los chavos querían, clamaban más. Habían sido cerca de 50 minutos electrizantes, de júbilo, de emociones a flor de piel. Una postal más propia de una tocada de rock o pop. Dinamita pura de euforia, que cerraría con la emblemática porra del Goooya, que hermanó a atrilistas y estudiantes.

Mañana del jueves y sobre la ciudad no cesaba la lluvia; soplaba un airecillo gélido. Eso no fue impedimento para que desde media hora antes de que comenzara la sesión musical, fuera del auditorio de la prepa seis, la de Coyoacán, se congregaran decenas de estudiantes, profesores y trabajadores administrativos.

El aforo del auditorio fue insuficiente, no obstante las sillas extra que fueron colocadas para la ocasión en el recinto, y fueron varios los que se quedaron con las ganas de ingresar.

Es el penúltimo concierto que la agrupación universitaria ofreció como parte de su gira por las prepas de la máxima casa de estudios, tour que comenzó el pasado 12 de enero y cierra este viernes en el plantel número ocho, en Álvaro Obregón.

Diálogo sin ambages

Nada de falsas poses ni sobriedad innecesaria. Desde el principio, el director asistente de la OFUNAM, Rodrigo Macías, marcó la pauta y entabló un diálogo directo con ese joven auditorio, el cual se mostró receptivo, dispuesto a disfrutar.

Guardó silencio respetuoso cuando había que hacerlo y estalló en bulla en el momento indicado.

Entre las butacas podía apreciarse el intercambio de miradas, entre ingenuas y pícaras, de varias chavas que comentaban lo bien parecido que es el director y, al final del concierto, no fueron pocas las que dijeron que irían a pedirle incluso matrimonio.

Todo quedó, sí, en una petición, pero de autógrafos, a los que el joven músico dedicó varios minutos. Atendió con amabilidad a cada una de esas jovencitas que hicieron larga fila y momentos antes le habían gritado y ovacionado cual si se tratase de un galán de cine, o lo habían fotografiado con el teléfono celular o la cámara digital.

Como en los otros seis puntos de esta gira, la OFUNAM interpretó un programa casi totalmente mexicano, con el Intermezzo de la ópera Atzimba, de Ricardo Castro; cuatro de las Danzas cubanas, de Mario Ruiz Armengol; el Danzón 2, de Arturo Márquez, y el Huapango, de José Pablo Moncayo.

También incluyó La entrada de la reina de Saba, de Händel, y la obertura de El barbero de Sevilla, de Rossini.

Como preámbulo a cada una de las obras, el gerente de la filarmónica, Alejandro Guzmán, y el propio Rodrigo Macías se alternaban para explicar datos técnicos sobre cómo está integrada y cómo funciona una orquesta sinfónica, así como una breve semblanza sobre cada pieza musical.
Nada mejor resume la experiencia vivida ayer en la prepa seis de Coyoacán, que lo manifestado por Mariana a dos amigas, Andrea y Mariana, las tres estudiantes del último año de bachillerato:

“No manchen, manas, estuvo repadre el concierto. No quiero exagerar, pero la piel se me puso chinita en varios momentos, sobre todo con el Huapango.”

El propósito es acercar la experiencia de la música en vivo a ese público: Rodrigo Macías

Ángel Vargas

Para el director asistente de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM), Rodrigo Macías, “lo más importante de esta gira es que ha permitido el recuentro de la agrupación con su público original”.

El músico hace alusión a la serie de nueve conciertos que el conjunto universitario efectúa desde el pasado 12 de enero por igual número de las escuelas preparatorias de la UNAM, ciclo que concluirá este viernes con la actuación en el plantel número 8.

Han sido casi dos meses en los que la orquesta ha trabajado con el cometido de “acercar la experiencia de la música en vivo al público joven”, de cuyos resultados el director se expresa plenamente satisfecho al día de hoy.

“Desde todos los puntos de vista, ha sido absolutamente positivo el resultado de esta gira. El primer público de la orquesta de la UNAM son los alumnos, para eso fue creada esta orquesta”, señala en entrevista.

“Aunque contamos con un público fijo y frecuente en la sala, no habíamos tenido la oportunidad de regresar al origen, a las raíces, en particular a las prepas, donde ha sido fascinante y sorpresiva la reacción del público, que es más joven.

“Sitio al que hemos ido, sea sala, teatro, gimnasio o patio, ha estado repleto.

“Eso nos llena de orgullo, nos prende, porque es una respuesta mutua; ellos, los chavos, nos prenden y nosotros los prendemos; se crea una dinámica, una interacción muy afortunada.”

Importante cercanía

A punto de cumplir 33 años, en marzo, Macías está convencido de que ésta ha sido una experiencia muy enriquecedora en lo profesional y lo humano, para él y los atrilistas. De allí que espere se pueda repetir cuando menos una vez al año.

“Siento que hay gozo entre los músicos. Aunque es el mismo programa y existía el riesgo de caer en la rutina, no nos cansamos. Muchos colegas de la orquesta me han dicho que se sienten contentos, porque en este tipo de espacios se da una comunicación que no ocurre en la sala (de conciertos); los jóvenes se acercan a ellos, les preguntan, les piden autógrafos y se toman fotos con ellos”, resalta.

“La cercanía (entre público y orquesta) ha sido lo más importante. Además, los chavos no vienen a los conciertos predispuestos, sino en una actitud normal; para ellos es un día más, hay una familiaridad que permite que no se sientan inhibidos, como ocurriría en la sala. Aquí, ellos están en su casa. Seguramente muchos de ellos se convertirán en nuestro público habitual.”

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