José Agustín Ortiz Pinchetti
Las grandes epidemias han marcado la historia de México con crueldad. Durante la Colonia redujeron la población indígena de 20 millones a 3.5. En forma recurrente regresaron para aniquilar a miles y para detener el progreso. Durante la Revolución, la influenza española se llevó a millones en 1918 y los campesinos la vinculan con los desastres de la guerra. Hablan de los 4 jinetes del Apocalipsis. Hoy, la capital despoblada y temerosa respira penosamente como un enfermo bajo la canícula y el viento que arrastra el polvo. El costo sobre una economía maltrecha será grave. El gobierno intentará aprovechar para dar golpes mediáticos. Ha enviado un conjunto de iniciativas al Senado que no han provocado el repudio que se merecían. Se intenta militarizar el país y amenazar a quien desafíe el orden vigente aun por las vías pacíficas. Hay escasez de materiales preventivos y mal trato a los enfermos. El sistema de salud ha sido desarticulado por la política reaccionaria.
Lejos de todo esto, hemos regresado a trabajar a los comités municipales obradoristas en Puebla. Nuestros compañeros lo están haciendo en todo el país. A los que venimos de la ciudad de México contaminados por tantas calamidades, incluyendo las opiniones de los “expertos”, nos purifica este duro y fructífero trabajo en la base. Estamos tocando la mejor veta del pueblo de México.
Tengo amigos priístas y me siento orgulloso de su amistad. Algunos nos preguntan sobre nuestros métodos para constituir los comités. Se asombran que no ofrezcamos nada, sino trabajo, dignidad y capacitación. Muchos de ellos han formado comités municipales del priísmo. Lo han hecho con apoyo de los presidentes municipales y gobernadores priístas. Convocan a un pequeño grupo y reparten dinero a los que ven que tienen más agallas. Ellos serán los responsables del comité. El apoyo de las autoridades es inapreciable, les dan chamba a los miembros del comité y facilitan sus gestorías.
La partidocracia vigente supone que la gente no entiende sin “incentivos”. Que todos se acercan a la política “para ver qué sacan”. Lo contrario es quijotismo. Y según ellos no funciona. Las causas, los ideales, se diluyen. De ahí que los partidos realmente existentes se parezcan tanto entre sí y sean repudiados por la gente. Nosotros estamos comprobando que en México hay una corriente poderosa, aunque no mayoritaria, de gente patriota y desinteresada que no cuadra con la opinión escéptica y cínica. Suponemos que la convocatoria de Andrés Manuel López Obrador tiene, entre otras cosas, el poder de mover a los que están hartos de la politiquería. Son los indicios de una nueva clase política.
jaorpin@yahoo.com.mx
domingo, 3 de mayo de 2009
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