jueves, 30 de abril de 2009
La columna de Julio Hernández
Astillero
Tapabocas, un mito genial
Porosos e ineficaces: Lezana
Pánico, una “manera de actuar”
Los tapabocas casi no sirven de nada en el caso específico de la influenza hoy en fase 5, pero fue la gente por sí misma la que demandó” ponérselos para así sentirse “más segura”, según la desparpajada versión que ahora da un funcionario mexicano que para nada usa los famosos protectores faciales, ni más ni menos que la máxima autoridad burocrática en materia de esas enfermedades infecciosas, el doctor Miguel Ángel Lezana, director general de vigilancia epidemiológica y control de enfermedades de la Secretaría de Salud, que con desfachatez de la misma cepa reconoce que la alarma mundial creada fue “una manera de actuar” que buscó reducir el número de muertes.
Las esclarecedoras palabras del doctor Lezana no fueron arrancadas con profesionalismo crítico por los varios entrevistadores de radio y televisión que en estos días han tenido constantemente en sus estudios al destacado funcionario pero sólo para que junto con otros especialistas genere un continuo flujo de información técnica que hace a los escuchas fortalecer sus miedos (“periodismo informativo” de preguntitas médicas de consultorio, sin ir al fondo del asunto ni exigir verdades).
Primero fue ante corresponsales extranjeros donde Lezana soltó la frase en la que acepta modalidades actorales. Inquietos porque las cifras mexicanas no cuadran por ningún lado que se les vea, los representantes de medios foráneos pidieron a la administración calderónica que alguna autoridad en la materia les explicara el enredo en el que conforme pasan los días son menos los muertos por el virus ahora pandémico pues, como en un programa televisivo de pastelazos, al estilo Capulina, el secretario Córdova anunció la noche del pasado martes que, luego de ajustes en los que nada habría tenido que ver el IFE, el número de fallecimientos técnicamente relacionados con la mencionada gripe mutante eran... siete. Para explicar los milagros aritméticos a los corresponsales extranjeros fue comisionado el médico Lezana y, según publicó en El País el reportero Pablo Ordaz, en una entrega intitulada “Lo que México no responde”, el funcionario así reaccionó cuando le hicieron ver que el propio Felipe Calderón había mencionado originalmente 159 muertes relacionadas con la influenza, y luego se había hablado de 20: “¿Y el resto? ‘El resto sólo huelen a influenza’, reconoció Lezana. ¿Podría pasar que, de las 159 muertes anunciadas, finalmente sólo fuesen atribuibles a la influenza 10 o 20? ‘Podría ser posible’. Entonces, le preguntaron los periodistas, toda esta alarma mundial… ‘Era la única manera de actuar, si no lo hubiésemos hecho así, en vez de 30 muertes podríamos haber tenido 3 mil’”. Producciones Calderón presenta, para fines benéficos, “La alarma necesaria”.
El mismo Ordaz consiguió luego una cita con el mencionado Lezana en sus oficinas. En las calles, todo mundo llevaba tapabocas, inclusive, escribió en su entrega de hoy en el citado diario hispano, “los soldados de un retén del Ejército dedicado, precisamente, a repartir mascarillas. La sorpresa llega cuando el periodista entra en la Secretaría de Salud. Nadie lleva mascarillas. Ni la recepcionista, ni nadie del servicio de limpieza, ni las secretarias, ni el jefe de Prensa ni, por supuesto, el doctor Lezana. Así que la primera pregunta no puede ser otra. ¿Por qué no llevan ustedes mascarillas? ‘Porque la porosidad que tienen permite fácilmente el paso de las partículas, y porque además es muy poco viable que el virus pueda transmitirse por el aire sin estar en contacto con ninguna superficie’. Y entonces –la siguiente pregunta también es obvia– ¿por qué han repartido millones de mascarillas? ‘Bueno, es más una demanda de la población. La gente se siente más segura llevándolas, más tranquila, y no les hace ningún daño’. La declaración del funcionario no deja de ser sorprendente, sobre todo porque, durante los primeros días del brote, la población asistió angustiada a la escasez de mascarillas, y los políticos en tropel –en vez de hacer el discurso de Lezana– se lanzaron a prometer mascarillas como si en ellas estuviera la salvación. Lezana explica entonces que el virus sólo es capaz de vivir en el aire cuestión de segundos, pero que donde sí se hace fuerte es sobre los objetos. ‘Por eso lo importante es lavarse mucho las manos, limpiar mucho los objetos que otras personas han tocado’”. También reveló el doctor Lezana que uno de los primeros brotes de los que se tuvo noticia fue el de la comunidad veracruzana La Gloria, el cual “se inició el 9 de marzo y concluyó el 10 de abril” y afectó a “treinta por ciento de la población”, pero sin defunciones. El funcionario no lo mencionó, pero la empresa acusada de provocar esos males es Granjas Carroll de México, la trasnacional de la que ayer se escribió aquí. “La noticia de otro brote llegó el 12 de abril. Una mujer de 39 años, encuestadora de opinión, fue ingresada en un hospital y falleció al día siguiente”, explicó Ordaz con base en las declaraciones de Lezana. Finalmente, el funcionario aceptó que la danza regresiva de número de muertos se debe a que “tenemos un problema de comunicación”.
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