Catarsis colectiva a los pies del monumento del general Lázaro Cárdenas del Río
Jaime Avilés
A los pies de la estatua del general Lázaro Cárdenas del Río, 71 años después de la nacionalización del petróleo, miles de personas gritan y mueven la mano de izquierda a derecha como un péndulo gritando ¡no!, cada vez que Andrés Manuel López Obrador les pregunta si les merece respeto Felipe Calderón. Él dijo que sería el presidente del empleo. ¿Cumplió?, insiste el tabasqueño. ¡No!, responde la gente. ¿Debemos respetarlo? El ¡no! de la multitud se repite ante la enumeración de cada promesa de campaña incumplida por el panista, y la secuencia culmina con una frase digna del mármol: Nunca serán dignos de respeto los que no respetan al pueblo.
López Obrador había dejado la lectura de su discurso después de recordar que, apenas el 11 de marzo, el director general de Petróleos Mexicanos, Jesús Reyes Heroles, otorgó un millonario contrato en dólares a Mexssub, empresa para la que cabildeó cuando era consultor particular en el sexenio de (Vicente) Fox. Y entonces empezó la catarsis colectiva. “Estoy seguro de que hoy mismo, en los noticieros de la noche, van a dar esta primicia. Y mañana la van a publicar todos los periódicos a ocho columnas, ¿verdad que sí? Y todas las estaciones de radio se van a pasar el día diciendo que Reyes Heroles es un corrupto, y no faltará quien pregunte cómo se puede ser coyote y director general de Pemex al mismo tiempo”, dice el dirigente opositor, y la gente le aplaude y se ríe.
También estoy seguro de que todos los medios van a denunciar que hoy por la mañana hubo una reunión de delincuentes, de rateros de cuello blanco, en la que estuvieron celebrando la expropiación petrolera el presidente pelele, (Carlos) Romero Deschamps, el gobernador de Puebla (Mario Marín) y Reyes Heroles, abunda López Obrador, antes de matizar que en el fondo de su corazón el pueblo de México siente un gran respeto por sus autoridades; algunas personas a veces me piden que ya no le diga tan feo al mequetrefe de Calderón, pero yo les pregunto a ustedes: ¿debemos respetar a un presidente espurio que no cumplió ninguna de sus promesas de campaña?
El primer ¡no! marca el inicio de la retahíla de preguntas y respuestas, en el clímax de un discurso particularmente duro en el tono y en su carácter desafiante hacia el gobierno federal, en una coyuntura en que éste es percibido como débil dentro y fuera del país, mientras los medios vuelven a la carga, un día sí y otro también, diciendo que ya no representamos a nadie, contra el movimiento nacional en defensa del petróleo, la economía popular y la soberanía nacional.
Andrés Manuel López Obrador, durante su discurso en Eje CentralFoto José Carlo González
Además, el acto, que duró dos horas a un costado del Eje Central, posee un rasgo nuevo, algo que no suele verse en los mítines encabezados por López Obrador: la presencia de organizaciones políticas extranjeras, como la poderosa central obrera estadunidense AFL-CIO (American Federation of Labor-Congress of Industrial Organization), el Consejo Laboral de San Francisco y el Sindicato Nacional de Trabajadores del Ministerio del Poder Popular para la Energía y el Petróleo de Venezuela.
De acuerdo con Frank Martín del Campo, representante de los sindicatos de San Francisco, California, la participación de la AFL-CIO en el templete es producto de un acuerdo de asamblea, aunque él, en nombre de sus representados, trae el mandato de expresar el apoyo de los mexicanos que viven y luchan en Estados Unidos al movimiento de López Obrador.
La razón que explica esta confluencia de activistas y observadores extranjeros es la reunión que se dio ayer por la mañana entre representantes sindicales de los países miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte –México, Estados Unidos y Canadá–, a la que se sumaron directivos de Petróleos de Venezuela (Pedevesa), que después de hablar acerca de la crisis acudieron a escuchar el discurso de López Obrador y a conocer en forma directa el movimiento que lo respalda.
Octavio Romero Oropeza, integrante del gobierno legítimo, detalló largamente el tráfico de influencias de Reyes Heroles en torno al contrato a Mexssub, y Antonio Gershenson explicó la incongruencia que existe entre el hecho de que Pemex queme 20 por ciento de la producción nacional de gas natural y a la vez lo importe. Pero el plato fuerte de la tarde-noche fue el discurso del presidente legítimo, quien casi al término de su arenga recomendó a los que han destruido a México, que no se confíen porque les va a llegar su hora. Y a la gente, vivamente emocionado, le aseguró: Se los prometo.
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