miércoles, 5 de noviembre de 2008

Carlos Marín en el paroxismo del chayote :

Mouriño y Vasconcelos

Más Juan Camilo Mouriño que José Luis Santiago Vasconcelos, ambos venían capoteando el vendaval de la insidia: el primero la calumnia de “corrupto”, y el segundo la de “protector de narcotraficantes”.
La revelación de que el ex secretario de Gobernación había firmado contratos con Pemex como apoderado legal de una empresa familiar de transporte, cuando ya era funcionario público, probó nada más que Mouriño, como sus linchadores, también cometía errores, pero el negocio fundado por su padre comenzó con diez carros pipas, los contratos eran renovables de manera rutinaria, y resultó tan “próspero” que las unidades se volvieron ocho.

De Santiago Vasconcelos vino murmurándose que “pudo estar detrás” de los funcionarios de la SIEDO acusados de servir al crimen, pero lo único verificable es que fue el mayor experto de México en la persecución de la delincuencia organizada; que gozó de reconocimiento internacional más que nadie, y que aspiraba a la Suprema Corte para que hubiera, por fin, un ministro especializado en el escabroso tema.

Qué cruda ética la de sus calumniadores.

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