jueves, 23 de octubre de 2008

Ya somos muchos los que estamos hartos :

Y ahora… Jalisco


El narcotráfico y sus daños colaterales ya forman parte de nuestros usos y costumbres, por no decir que forman parte activa e irreductible de nuestra historia.

Dos granadas de mano, de esas de las que nadie sabe cómo y de dónde llegan al país, explotaron hace unas noches frente a las oficinas principales de la Secretaría de Seguridad Pública de Jalisco, dejando por lo menos a cinco personas gravemente heridas, entre ellas a un menor de edad.
Como noticia, pareciera que ya no alcanza ni para un párrafo en la página 40 de los diarios, ni mucho menos un seguimiento serio en las primeras planas. Sin embargo, como suceso que se ha vuelto cotidiano, junto con la bárbara cadena de asesinatos, decapitaciones y otras patologías de nuestra época, viene a significar un ingrediente más al grave riesgo de la costumbre, es decir, de acostumbrarnos como sociedad a ver todos los días la fuerza de la delincuencia y la debilidad gubernamental para combatirla.
Nadie pone en duda el peligro que enfrenta el país ante el embate incontenible del narcotráfico, pero tal pareciera que ya lo adoptamos como parte, incluso, de nuestro folklore nacional y, junto con ello nuestra capacidad de asombro disminuye en proporción directa a nuestra confianza en el gobierno.
En pocas palabras, el narcotráfico y sus daños colaterales ya forman parte de nuestros usos y costumbres, por no decir que forman parte activa e irreductible de nuestra historia.
Cuando Felipe Calderón se puso serio y lanzó un “¡ya basta!” ante la ola de violencia que ahoga al país, vino de inmediato a la memoria el “¡ya basta!” de Ernesto Zedilllo aquel diciembre de 1997, cuando invitó a la sociedad a emprender una “cruzada nacional contra el crimen y la violencia”.
Acto seguido en nuestro folklore nacional, Zedillo, que hoy ve desde su mullida silla en la banca internacional como nos revolcamos en el caos, anunció severas reformas constitucionales para atacar la delincuencia organizada. Y su locuacidad fue más allá:
“Aprendamos a no tener ninguna tolerancia con quienes obstruyen el avance de nuestro desarrollo violando la ley, robando, secuestrando, matando.
Y por qué no: también creó el Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En fin, como se ve, no hay nada nuevo bajo el sol. El “¡ya basta!” de Calderón no ha espantado a nadie y le siguen soltando granadas por todos lados; lo que Zedillo llamó “cruzada nacional contra el crimen y la violencia”, Calderón lo llama “Acuerdo Nacional para la Seguridad y la Justicia”; lo que Zedillo llamó “Sistema Nacional de Seguridad Pública”, Calderón lo llama “Ley General de Seguridad Pública Nacional”.
Cuestión de cambiar una o dos palabras, pero el caso es que ni Zedillo, ni mucho menos Fox, y ahora camina por el mismo filo Felipe Calderón, han podido darle a los mexicanos un país seguro.
Hoy más que nunca, aunque resulte ocioso y reiterativo, México vive una auténtica crisis de seguridad pública, un problema que se extiende como el cáncer por todo el territorio nacional sin que nadie atine a detenerlo.
Ya se vive igual en el campo que en las ciudades y afecta gravemente todos los campos de la vida pública y privada, lo cual, una vez más, pone en riesgo la soberanía e integridad de México. Y es que para muchos en las altas esferas políticas y empresariales, “el país no les es prioritario, únicamente su enriquecimiento a costa de vender a la nación”, como me lo dijo un general retirado de cuyos análisis se ha dado cabal cita en entregas anteriores.
Ahora le tocó a Jalisco el granadazo. La muerte, a un jefe policiaco de Lagos de Moreno, también en Jalisco y así hasta llegar el lunes pasado a superar la cifra de muertos en Irak, por ejemplo. Pero a nadie extraña ni a nadie conmueve. Son nuestros nuevos usos y costumbres. Pero cuidado, los delincuentes también se cansan de espantar con el petate o de ajustar cuentas de poca monta. Pueden subir la mira en cualquier momento.
Ahora que hay otros que también se cansan. Llega a Fuerzas Armadas la siguiente misiva, de la cual reproduzco una parte, firmada por Federico Carballo Jiménez:
“Para Fox y Calderón las fuerzas armadas han sido un juguete, nunca le han dado el valor que verdaderamente tienen. Al inicio de nuestros estudios en el glorioso Colegio Militar, casi niños, juramos Bandera. En tal juramento manifestamos con toda nuestra integridad defender la soberanía e integridad de México. Pero eso no lo valoran los civiles, sean del gabinete del presidente o del Congreso de la Unión”.
Y luego va directo a la yugular: “Nosotros no fuimos educados ni entrenados para andar de policías callejeros, a eso han denigrado al Ejército y por supuesto a la Marina”.

Fecha: 2008-10-23 10:47:43

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