Hay diferencias. En todos los rubros del quehacer cotidiano, hay gente que hace bien su trabajo y otros que no, hay organizaciones que cumplen con su deber y otros que traicionan sus principios. No toda la sociedad civil hace bien su trabajo.
El actual debate sobre la decisión del Gobierno de entregar los apoyos sociales a los ciudadanos y no a intermediarios agrupados en asociaciones civiles, fundaciones, sindicatos, movimientos y otras formas de organizaciones dedicadas a la atención de víctimas o a la filantropía, ha generado una serie de cuestionamientos que ameritan ser revisados.
Primero, habrá que señalar que en México existen 40 mil organizaciones de la sociedad civil (OSC) que reciben anualmente más de 4 mil millones de pesos del presupuesto federal. ¿Cuántas de ellas incurren en corrupción? ¿Cuántas cumplen cabalmente con su función?
La opacidad y la falta de rendición de cuentas afecta a este tipo de organizaciones. Dudar de su eficacia y decencia se considera un anatema. Hay líderes de la sociedad civil envueltos en la bandera de heroicidad que no permiten el mínimo cuestionamiento sobre su trabajo. Son dueños y señores de las causas. Algunos incluso, se vuelven más importantes que las víctimas que dicen defender.
Conozco extraordinarios “derechohumanistas”, gente realmente comprometida con la sociedad civil, honrados, éticos, maravillosos seres humanos dedicados a rescatar y cuidar a otros.
Pero también conozco “derechohumanistas” que han encontrado en la actividad de la sociedad civil, un modus vivendi que les permite adquirir un nivel que difícilmente les otorgaría otro tipo de trabajo. Este tipo de “derechohumanistas” utilizan las subvenciones y los presupuestos también para su beneficio propio. Algunos viven sólo de eso y viven muy bien. Hay algunos incluso que mezclan las cuentas bancarias personales y las de sus asociaciones o fundaciones bajo el argumento de la “discrecionalidad”. Un auténtico desorden presupuestal que nadie se atreve a cuestionar, vigilar ni mucho menos auditar.
Cuestionar a este tipo de derechoshuanistas, es arriesgarse a parecer un ingrato, porque se supone que son ellos los que salvan al mundo y a la humanidad y nadie tiene derecho a atreverse tan sólo a dudarlo. A la turbiedad de sus cuentas presupuestales hay que añadir su poca o nula efectividad en su cometido.
Igualmente sucede con algunas asociaciones civiles. Conozco a OSC que cumplen cabalmente con su objetivo. Sus directores y trabajadores se dejan la piel en favor de los demás. Pero también conozco asociaciones civiles que se apropian de las víctimas para obtener mayor número de ingresos, presupuestos y subvenciones. Es un círculo vicioso que no cierra, una forma de operar, cubierta con la nebulosa de altruismo y también la sombra de la corrupción.
Tal vez por eso, el Gobierno actual ha tomado las riendas del destino de estos presupuestos. La solicitud de información al Sistema de Administración Tributaria (SAT) que ha hecho con base en una auditoría fiscal federal para que realizar una investigación contable sobre este tipo de asociaciones de la sociedad civil llamadas “no lucrativas”, ha arrojado verdaderas sorpresas, relacionadas con organizaciones presididas por el empresario Claudio X. González Guajardo.
Destacan las asociaciones siguientes: “Unión de Empresarios para la Tecnología de la Educación (UNETE), A.C. y la “Unión de Empresarios para la Tecnología de la Educación (UNETE) I.A.P., cuyos donantes han sido gobiernos estatales y municipales de estados como Puebla, Chiapas o Guerrero e instituciones como Pemex, SEP y la Lotería Nacional.
Peor aún, la información del SAT desvela que Claudio X. González Guajardo con “Mexicanos Primero, Visión 2030, A.C.” ha recibido en concepto de “honorarios”, casi 10 millones de pesos en dos años del periodo comprendido entre 2013 y 2015.
El Sr. González recibió como ingreso promedio mensual 383 mil 519.65 pesos de otra organización de la sociedad civil: “Mexicanos contra la Corrupción e Impunidad, A.C.”, durante 2016, lo que da un total de 4 millones 602 mil 235.86 pesos en un año. Pero eso no es todo. Sus ingresos producto del erario y otros “donativos” son más, según esta información, porque sumados a los 3.3 millones e pesos percibidos de “Mexicanos Primero, Visión 2030, A.C.” dan un total de 7 millones 902 mil 235.86 pesos al año, es decir, un promedio mensual de 658 mil 519.65 pesos. De acuerdo a estos números, el Señor Claudio X estaría recibiendo presuntamente 1 millón 317 mil 039.3 pesos al mes, es decir más de 15 millones de pesos anuales.
Y como dicen: por una, la llevan todas. Es evidente que la corrupción que ha dañado al propio sistema político, también ha alcanzado a las organizaciones de la sociedad civil que se han convertido en mecanismos para tener el flujo de recursos que a veces no llegan a la gente.
Evidentemente, esto afecta a miles de personas que han sido beneficiadas por este mecanismo, no sólo sus directores y líderes, sino personas de a pie que se verán afectadas en lo inmediato, como mujeres, niños o personas de la tercera edad.
La estrategia del Gobierno de darle el recurso a los ciudadanos sin intermediarios ha molestado a muchos evidentemente. Tal vez, no sea la solución definitiva, pero si la momentánea para revisar los excesos, desfalcos y robo al erario que estas asociaciones han estado acostumbrados a realizar.
No se puede tener un Gobierno paralelo comandado por la sociedad civil. Decía Antonio Gramsci que “el Estado es apenas una trinchera avanzada tras la que se asienta la robusta cadena de fortalezas y fortines de la sociedad civil”. Ojalá eso cambie y en México tengamos un estado robusto con una sociedad civil fuerte, pero también transparente.
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