Antecedentes: Las Letras Libres del Gobierno en turno
Como se sabe, Enrique Krauze es un empresario que utiliza la red cultural para adquirir dinero y poder. Una de las vías por las cuales consigue esta meta es sosteniendo campañas de desprestigio contra opositores del gobierno. Ya muerto Octavio Paz, Krauze ha prestado servicios al gobierno de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, por ejemplo, realizando ataques contra López Obrador (presa ideal para este tipo de campañas sucias).
Krauze sólo necesita publicar textos a favor del presidente cada cierto tiempo (su negocio depende de disimular que trabaja para el gobierno) pero necesita mantener permanentemente su campaña a favor de causas afines al gobierno (por dar un solo ejemplo: defender la “Reforma Energética”, es decir, la entrega del petróleo a las transnacionales, atacando a la oposición a esta entrega).
Krauze utiliza sus empresas culturales (como Clío y Letras Libres) para legitimar intelectualmente tanto negocios como elecciones fraudulentas del gobierno.
Lo que Krauze hace, en general, es construir plataformas que parezcan intelectuales (históricas y literarias) para negociar con el gobierno en turno. Estas actividades, por supuesto, han hecho un daño terrible en México, básicamente construyendo un falso mapa de la historia del país y un aún más falso mapa de la literatura de las últimas décadas.
En las Letras, Krauze elige autorías afines (mujeres y varones) para legitimarlos (publicándolos en su revista, conectándolos en puestos de gobierno, facilitándoles becas, premios y publicaciones en editoriales), logrando hacer una élite que, a su vez, lo protege. En otras palabras, mientras Krauze negocia con el gobierno y beneficia intelectuales menores, éstos le devuelven el favor no metiéndose con sus negocios y atacando a quienes lo denuncian o se oponen a esta red de cacicazgo, desinformación y corrupción.
A grandes rasgos, así esa es la estrategia de Krauze en cuanto Letras Libres.
Del 2012 electoral a Letras Libres hoy
2012 fue el año de las elecciones fraudulentas que llevaron a Enrique Peña Nieto a la presidencia en México. Durante toda ese año (y mucho antes) Krauze y su equipo sirvieron como parte de la campaña oficial contra el principal contrincante electoral del gobierno del PAN-PRI en ese entonces. Cuando la elección ocurrió el 1 de julio de 2012 con toda clase de fraudulencias (medios a favor del candidato oficial, acarreos el día de las elecciones, compra masiva de votos, irregularidades en conteos en casillas, etc.), Krauze, por supuesto, tuvo que publicar en prensa nacional e internacional su defensa abierta del fraude electoral.
Léase el lenguaje grandilocuente con que describe el fraude (escondiéndolo totalmente) en este artículo (del 5 de julio del 2012) en El País:
“Cuarenta y nueve millones de personas acudieron a votar, un millón de ciudadanos contó los votos y otro millón supervisó el proceso electoral. La ‘dictadura perfecta’ quedó en el pasado. Lo que vivimos ahora es algo más prosaico y normal: una democracia en construcción. Y nuestras acciones, pronto se verá, irán al alza”
En este artículo vergonzosamente titulado “México: democracia en construcción”, Krauze desinforma a sus lectores (sobre todo internacionales) haciéndoles creer que hubo una elección respetable y que la llamada “dictadura perfecta” (que fue como Vargas Llosa llamó al gobierno mexicano del PRI) “quedó en el pasado”, una idea que hoy en 2017 resulta no sólo cretina sino brutalmente ofensiva como, de hecho, ya lo era entonces. Pero resulta involuntariamente cómica la cómplice suficiencia (típica de Krauze) con que remató su artículo: “Lo que vivimos ahora es… una democracia en construcción. Y nuestras acciones, pronto se verá, irán a la alza”.
Concientemente, Krauze se refería a su visión neoliberal (y bastante patológica) en que un país es visto como una serie de “acciones” en la bolsa de valores de Wall Street. Pero leída en retrospectiva, la frase hoy también parece haber descrito cómo las “acciones” de sus empresas personales se irían a la alza al cobrar estos servicios de legitimación del fraude electoral.
Y, efectivamente, sus acciones se fueron a la alza, como veremos a continuación.
Me concentraré aquí en Letras Libres.
Después de sus servicios de fraudulencia intelectual a favor de la fraudulencia gubernamental antes y durante las elecciones de 2012, el gobierno casi duplicó su pago a Krauze en el siguiente año fiscal en 2013 (uno de varios pagos) vía publicidad oficial. En 2012 el gobierno le había dado a Letras Libres 1,234,240 pesos. Pero al año siguiente de las elecciones, como premio a sus servicios “intelectuales”, el gobierno le dio casi un millón de pesos adicionales, ahora entregando a Krauze la bonita cantidad de 2,221,400 pesos de presupuesto público.
(En este otro texto se difundieron esos montos totales: 27 millones para Krauze)
Pero los pagos van más allá de estos 3 millones y medio entregados a Krauze (con el pretexto de publicidad) en unos cuantos meses. Veremos ahora cómo el fraude de Letras Libres se extiende. Concentrémonos en ese mismo periodo.
Como pago adicional a los servicios de ataque a la oposición y defensa abierta del gobierno en momentos críticos, ese mismo 2013 el gobierno compra a Krauze decenas de miles de ejemplares de su revista. Aquí subo los datos públicos de ese contrato.
En 2013, entonces en menos de un año el gobierno compró 7500 suscripciones, es decir, 67 mil 500 ejemplares de Letras Libres. (De los números de abril a diciembre).
Esta compra de 2,320,350 pesos escapa a todo proceso de licitación. Simplemente funcionarios del gobierno mediante la simulación de un “comité” realizaron la “adjudicación directa” del dinero público que se entregó a Krauze vía la empresa “Editorial Vuelta” que, por lo que vemos todavía conserva el nombre que tenía en tiempos de Octavio Paz.
No queda claro porqué el gobierno compra 7500 suscripciones. Pero es muy probable que lo justifiquen mediante la cantidad de “bibliotecas públicas” que el gobierno simula tener operando en el país, una cifra que, como sabemos, sólo existe en papel o, en el mejor de los casos, su vasta mayoría opera bajo condiciones realmente lamentables. Entonces, el acuerdo entre Krauze y el gobierno implica que se le compran nueve meses de números de Letras Libres (no olvidemos: nada más en ese 2013) a poco más de 34 pesos por ejemplar.
¿Qué significa esta compra de más de 67 mil ejemplares? Bueno, según cifras oficiales, Letras Libres tiene un tiraje mensual de 35 mil ejemplares.
Esto significa que la quinta parte (exactamente 21.43%) del tiraje total de Letras Libres la compra (cada mes) el gobierno.
Esto explica porqué una revista tan poco relevante en el campo literario internacional, sin embargo, puede pagar colaboraciones para maquillar (digamos, pagar un texto de Vila-Matas) y mantenerse a la venta en puestos de revistas (a pesar de sus pocas ventas reales). Si sumamos los millones que el gobierno da a Letras Libres en publicidad y los millones que el gobierno le da mediante la compra masiva de ejemplares, queda claro que Letras Libres sólo simula ser una empresa privada; en realidad, es una empresa para-estatal irregular, mantenida con dinero público.
En 2013, recordemos, solamente de la Secretaría de Cultura recibió 2 millones 200 mil pesos (2,221,400, para ser precisos) por pagos de páginas de publicidad y, al mismo tiempo, vía la Dirección General de Bibliotecas, se le dan otros 2 millones y 320 mil (2,320,350), o sea, que nada más por estos dos pagos del gobierno (pero debe haber otros) en un mismo año, Letras Libres recibió 4 millones 541 mil 750 pesos.
Letras Libres, como pueden ver, está financiada por el gobierno.
Es un negocio redondo.
El gobierno la mantiene vía su publicidad y luego el mismo gobierno compra los ejemplares que financió. Simplemente, Letras Libres es un fraude a la nación.
Si ustedes revisan los datos públicos (anexos aquí) algunos indican la leyenda “cuyo tiraje mínimo garantizado es de 35,000” lo cual abre la posibilidad de que Letras Libres haga ese tiraje simplemente para poder justificar algún reglamento que permite hacer ese tipo de pagos por adjudicación directa en cantidades millonarias a publicaciones, aunque, la vasta mayoría de los ejemplares quede sin venderse y luego sean rematados por 5 o 10 pesos.
Esto explica, además, porque Letras Libres puede inventar autorías, promover las que se le dé la gana sin tener que responder en lo mínimo a los lectores que, a su vez, no enterados de toda esta corrupción en la “Cultura”, creen que la presencia de Letras Libres en Sanborns o librerías del gobierno es una garantía de su influencia intelectual, circulación real y la calidad de sus colaboradores o libros reseñados. En todos los términos, Letras Libres es una estafa muy bien planeada.
El financiamiento integral, sin embargo, no se reduce a un año (2013, como vimos arriba) sino que ha sido constante.
Desde 2002, el gobierno ha dado 27 millones vía “publicidad” de la Secretaría de Cultura (antes Conaculta). Pero no es la única rama del gobierno que hace estos pagos, como puede verse si revisamos la publicidad en la revista.
Y, por ejemplo, sólo en el periodo de 2013-2015, las fechas de inicio del contrato (siempre entre marzo o máximo abril) y terminación (siempre los últimos días de cada año), indican que se compraron 7500 suscripciones de 9 meses (en 2013) o 10 meses completos (en 2014 y 2015), lo que daría un total de 217 mil 500 ejemplares que se han comprado a Letras Libres con dinero público en estos 3 años de muestra.
¿Se imaginan que ustedes tuvieran ya garantizada pagos de publicidad (como estos de abajo de la Dirección General de Comunicación de la Secretaría de Cultura) cada año?
¿Se imaginan que tuvieran ustedes ya garantizada vender CIENTOS MILES DE EJEMPLARES durante años sucesivos, que seguramente ya serán uno o dos MILLONES de ejemplares desde que Letras Libres se abrió?
¿Ustedes creen que a Krauze y su equipo de sicarios intelectuales al servicio del gobierno les interesa verdaderamente la literatura o los problemas que viven a diario los mexicanos?
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