CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El gobierno de Donald Trump anunció sanciones al régimen de Nicolás Maduro al día siguiente de las impugnadas elecciones para la Asamblea Constituyente realizadas el 30 de julio, sin llegar a la medida extrema que habían anunciado antes: suspender la compra de petróleo crudo de Venezuela, el tercer país exportador más importante para Estados Unidos.
El Departamento de Tesoro estadunidense ordenó sanciones a Maduro al incluirlo en la lista de la Oficina del Control de Activos en el Extranjero. La medida se suma a las sanciones anunciadas el 26 de julio contra otros 13 funcionarios venezolanos. Esto significa la prohibición a ciudadanos estadunidenses para realizar transacciones comerciales y financieras con los acusados, así como el congelamiento de cuentas bancarias.
Estas sanciones de la administración Trump perfilan el tipo de “intervención” que Estados Unidos prepara en Venezuela: repetir el modelo en contra de Manuel Antonio Noriega, el exhombre fuerte de Panamá, expulsado del poder en 1989, durante el gobierno de George W. Bush, bajo el pretexto de sus vínculos con el narcotráfico.
Estas sanciones de la administración Trump perfilan el tipo de “intervención” que Estados Unidos prepara en Venezuela: repetir el modelo en contra de Manuel Antonio Noriega, el exhombre fuerte de Panamá, expulsado del poder en 1989, durante el gobierno de George W. Bush, bajo el pretexto de sus vínculos con el narcotráfico.
Noriega fue una pieza útil para Estados Unidos cuando se le necesitó en la triangulación de fondos provenientes del narcotráfico para financiar a la Contra nicaragüense. El control de la zona del canal de Panamá derivó en el montaje de una intervención para defender la “democracia” en el país centroamericano cuando Noriega se volvió demasiado peligroso y fuera del control de Washington.
Quizá piensan el canciller Luis Videgaray y su jefe Enrique Peña Nieto que así se “protegen” de la furia de Trump y de posibles acusaciones en su contra para salvarse en la sucesión de 2018. No se dan cuenta que simplemente se vuelven más vulnerables frente al bullying cotidiano del autócrata de la Casa Blanca y embarcan a la diplomacia mexicana a una aventura peligrosa.
La empresa encuestadora Parametría confirmó recientemente que la aventura contra Venezuela y contra el gobierno de Maduro no tiene el respaldo mayoritario de la opinión pública mexicana, a pesar de la intensa campaña mediática y del activismo de personajes de dudosa autoridad moral como los expresidentes Vicente Fox o Felipe Calderón.
Según la encuesta en vivienda realizada a 800 personas entre el 24 y el 30 de junio pasado, el 96% considera mala la situación económica y social de Venezuela, pero el 52% está en contra de que el gobierno mexicano opine sobre la situación interna de este país. Sólo el 37% está de acuerdo y el 64% en desacuerdo con la intervención del gobierno mexicano en los asuntos internos del país andino.
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