Un seguidor de Twitter me llamó, en tono de mofa, “Nostradamus Guedea” porque en mi pasada colaboración (una semana antes de las elecciones en Edomex) advertí que pese al arrastre que llevaba la morenista Delfina Gómez, ésta no ganaría las elecciones, sino su contrincante priista Alfredo del Mazo, familiar del Presidente Peña Nieto, tal como ha sucedido, aunque falten todavía las impugnaciones, la revuelta cívica, etcétera, que serán debidamente reprimidas y sofocadas por el aparato de Estado.
En un régimen autocrático como el nuestro no se necesita ser nostradamus para saber que un estado en el que ha gobernado el PRI toda la vida, un estado que es la cuna política del actual presidente de la República y un estado que, además, tuvo como su candidato a la gubernatura a un familiar del Ejecutivo federal, va a perder las elecciones así nada más porque sí. Eso jamás.
Tan no fue así, que el propio PRI cooptó no sólo al candidato Juan Zepeda, del PRD, hoy tercera fuerza de esa entidad, sino que también menguó a una ya deslucida panista Josefina Vázquez Mota, quien mandó a un triste cuarto lugar a su fuerza política, todo con el fin de que el camino se le despejara (henchido de claridad y de bastante sangre) a Alfredo del Mazo contra una aguerrida Delfina Gómez, a quien no le ajustó el hartazgo social en el que viven los mexiquenses bajo el corrupto gobierno de Eruviel Ávila, quien deja un Edomex arrodillado por la violencia, para asegurarse un contundente triunfo, como se esperaba.
Lamentablemente, el mensaje que envía la elección del Estado de México es un duro golpe tanto para Morena a nivel nacional como para todos los que han visto en este movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador las señales de un verdadero cambio para México, aun cuando en las elecciones para gobernador del resto de los estados (Nayarit y Coahuila) Morena no haya figurado con fuerza, ni tampoco en las elecciones que se llevaron a cabo para presidentes municipales en Veracruz, donde este estado se pintó prácticamente de azul-amarillo, por la antinatural alianza PAN-PRD que parece ha venido dando resultado en las últimas elecciones.
Está claro, pues, que si hay un enemigo a vencer para las elecciones presidenciales de 2018 ese es Andrés Manuel López Obrador. Así lo indicaron ayer en entrevista con López Dóriga los dirigentes del PAN, Ricardo Anaya, del PRD, Alejandra Barrales, y del mismo PRI, Enrique Ochoa, siendo el PRI también el objetivo a exterminar por parte de la alianza PAN-PRD, la cual parece que empieza a imponerse como la vía de triunfo para los comicios del 2018.
Si a estas “oligarquías domésticas”, como las llamó Mario Benedetti, les aunamos las imperiales, esas que toman la forma de las trasnacionales que gobiernan la mayoría de los países latinoamericanos (incluido el nuestro), entonces el futuro de verdadero cambio de los mexicanos (y el deseo de triunfo de AMLO) se alza desolador y desconcertante, ya que no parece que podamos tener una salida digna a este sistema de aniquilación sistemática del que formamos parte.
AMLO tiene todo en contra, tiene a todos en contra, y Edomex (laboratorio de las elecciones del próximo año) ha dejado clara muestra de que el PRI no piensa perder el poder nada más porque la voluntad popular así lo quiere, como si –así lo piensan- esta voluntad popular fuera tan importante.
AMLO tiene todo en contra, tiene a todos en contra, y Edomex (laboratorio de las elecciones del próximo año) ha dejado clara muestra de que el PRI no piensa perder el poder nada más porque la voluntad popular así lo quiere, como si –así lo piensan- esta voluntad popular fuera tan importante.
1 comentario:
EL PRI Y EL PAN QUE SON LO MISMO DEBERAN AHORA DE DESCONVENCER QUE EL INR ESTA TRABAJANDO SOLO BAJO UN CIRCO MEDIATICO ELECTORAL.
Publicar un comentario