Nueva afrenta a la democracia
Los en extremo desaseados comicios del domingo 4 en Coahuila y en el Estado de México unieron de manera coyuntural a partidos de ideologías en apariencia irreconciliables, principalmente al PAN y a Morena, que, documentos en mano, consideran fraudulentas las elecciones en ambas entidades. Lo que ya se perfila como un amplio frente político para denunciar y llevar a tribunales las trapacerías de sendos procesos electorales exhibe una vez más la vena corrupta del PRI y de sus aliados en todos los niveles de gobierno.
Fraude y elección de Estado son los términos que utiliza el consejero del Instituto Nacional Electoral (INE) para el Estado de México, Bernardo Barranco, al referirse a la polémica jornada electoral del domingo 4 en esa entidad.
En la tierra del presidente Enrique Peña Nieto, dice, la estrategia se fraguó en connivencia con los tres niveles de gobierno, cuyos operadores recurrieron a todo para controlar el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), amenazaron a los contendientes de la oposición y recurrieron a las campañas negras, así como a la sustitución de 5 mil funcionarios de casilla el día de la votación y a la manipulación de las actas.
Ese modus operandi, sostiene, estuvo en acción durante todo el proceso electoral para hacer ganar a la fuerza al candidato del PRI, Alfredo del Mazo Maza. “Hubo un conjunto de viejas acciones que han sido reactivadas. Siguen presentes en la práctica electoral y son solapadas por los institutos electorales”, afirma Barranco, quien ha sido consejero electoral del Estado de México en distintos momentos desde 2009: en los comicios en los cuales obtuvieron la gubernatura Enrique Peña Nieto y Eruviel Ávila. Ahora, como consejero representante del INE, siguió la campaña del también priista Del Mazo.
A la luz de las controversias generadas por una jornada electoral plagada de irregularidades, expresa su desencanto y reitera: “(Hubo) prácticas fraudulentas por parte del Estado, como la politización de los programas sociales, la compra y coacción del voto, las amenazas a consejeros electorales y levantones de funcionarios de casilla. Fue una campaña sucia contra Delfina Gómez. Todo eso incidió en el ánimo ciudadano y en el resultado electoral”.
La “lógica del mapacheo”
En el Estado de México, las elecciones han sido controladas por las autoridades mexiquenses por medio del Instituto Electoral, un instrumento que históricamente utilizan para administrar, dirigir y orientar a los partidos, candidatos y campañas políticas, comenta Barranco a Proceso.
Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde obtuvo su licenciatura en economía, y con una maestría en sociología del catolicismo contemporáneo cursada en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Barranco abunda:
“Cuando los partidos políticos hablan de una elección de Estado, me provoca una sensación de insuficiencia. Es una expresión que dice todo y no dice nada; incluso puede desorientar. Pero cuando se dice elección de Estado en los comicios mexiquenses estamos hablando de la transformación o transfiguración del aparato de gobierno en aparato electoral muy poderoso y aceitado, con mucho dinero, recursos y estructura.”
Para Barranco, el proceso electoral mexiquense del domingo 4 tuvo cosas muy novedosas y, como llamó la atención en el ámbito nacional, se inhibió la acción abierta del gobierno de Eruviel Ávila.
Sin embargo, aclara: “No quiere decir que no la hubo, pero no fue como antes, cuando se controlaba la prensa y había un riesgo calculado. Pero al convertirse en una elección tan visibilizada, se inhibió un tanto la actuación descarada de esa práctica fraudulenta y el gobierno (mexiquense) fue más discreto”.
Muy al principio del proceso electoral, dice, hubo “una invasión de funcionarios federales, pero se retiraron cuando fueron cuestionados; pero la estructura del gobierno estatal y la de los municipios actuaron de manera fuerte.
“Al acercarse la jornada electoral –cuando las encuestas mostraron una competencia cerrada– se aceleraron las estrategias y se endurecieron las acciones: campañas negras contra de Delfina Gómez, y sobre todo la intimidación a los funcionarios de casilla y los levantones”.
Eso, puntualiza el consejero, le preocupó mucho.
El sábado 3 por la noche, cuenta, proliferaron las amenazas telefónicas a consejeros y funcionarios de casilla; estrategia que tuvo sus resultados, pues el día de la votación hubo por lo menos una sustitución en 3 mil 808 casillas. En total fueron 5 mil 386 cambios emergentes, lo que equivale al 7.23%, si se considera que en total eran 74 mil 400 los funcionarios.
De esos 5 mil 386 ciudadanos sustituidos de última hora 19 eran presidentes de casilla, 398 secretarios, mil 465 escrutadores y 3 mil 504 escrutadores segundos. Es mucho, insiste Barranco, “porque pueden incidir en esa lógica del mapacheo”.
Todas estas amenazas se concentraron en Ecatepec, Atizapán, Tlalnepantla, Ixtapaluca y Zumpango, los municipios con mayor número de votantes.
“Fue una acción concertada –subraya–. A mí me mentaron la madre; a otros les dijeron que no fueran (a las casillas) porque les iba a ir muy mal; además, se difundió propaganda con los logos del IEEM en la que se advertía sobre una presunta balacera, dejaron cabezas de cochino cerca de algunas casillas, hubo levantones y una presencia intimidante de la policía.
“Todos estos son factores que, se quiera o no, inhibieron la participación plena de la ciudadanía.”
Barranco insiste: la pregunta es si hubo fraude. Y la respuesta es: “Hubo un conjunto de viejas acciones que han sido reactivadas y que siguen presentes en la práctica electoral y que son solapadas por los institutos electorales”.
“El pecado original” del IEEM
El consejero electoral conoce los entresijos del IEEM como pocos. Sabe de los beneficios que obtienen los funcionarios por los miles de millones de pesos que les autorizaron para los comicios recién concluidos y de las vinculaciones políticas de los consejeros.
El presidente del órgano electoral, Pedro Zamudio, por ejemplo, entró al instituto por su relación con el exgobernador Arturo Montiel; el secretario ejecutivo, Francisco Javier López Corral, es muy cercano a Enrique Peña Nieto, y la consejera Guadalupe González Farfán tiene vínculos con el gobernador Ávila.
El consejero Saúl Mandujano fue magistrado supernumerario del Tribunal Electoral del Estado de México desde 2002; antes de ser consejero electoral se desempeñó como asesor de Margarita Favela cuando ella fungió como magistrada. Ahora, Favela es consejera del INE y juega una posición importante para el PRI por su cercanía con Peña Nieto y Eruviel Ávila.
A su vez, la consejera Natalia Pérez es gente del secretario ejecutivo general del IEEM, Francisco Javier López Corral, uno de los hombres de entera confianza de Ávila.
Otro consejero, Miguel Ángel González, del PAN, viene de la corriente más criticada de su partido en el Estado de México, encabezado por Ulises Ramírez –uno de los integrantes del grupo Tlalnepantla–, muy cercano a los famosos Golden Boys, grupo al que pertenecieron Peña Nieto, Luis Videgaray y Aurelio Nuño.
En cuanto a la consejera Palmira Tapia, quien fuera asesora del consejero Benito Nacif, propuesto por el PAN, sufrió un cambio radical y ahora está más cercana a las posturas de los priistas en el IEEM.
Con respecto al dinero que maneja el instituto –2 mil 701 millones de pesos, pese a que, de acuerdo con la reforma electoral de 2014, 70% de sus funciones se redujeron–, Barraco lo considera excesivo.
Y hace comparaciones con jornadas anteriores: “En los comicios en los que Peña Nieto ganó la gubernatura, el presupuesto fue de mil 750 millones de pesos; nos sobraron como 600 millones; en la de Ávila, la suma bajó a mil 600 millones. A pesar de eso se otorgó mucho dinero al IEEM, que fue manejado con mucha opacidad”.
El segundo problema grave del IEEM son los topes excesivos en los gastos de campaña: 285 millones de pesos, lo que permitió a los contendientes y sus partidos, sobradamente el del PRI, despacharse con la cuchara grande.
Según Barranco, el IEEM jamás tuvo una estrategia de promoción del voto y una de sus pifias más graves fue la opacidad en el uso del Programa de Resultados Preliminares (PREP).
Recuerda que el organismo rechazó el uso de los teléfonos inteligentes con un programa que les permite tomar fotos a las sábanas electorales –las actas de cómputo–, las cuales de manera automática pasan a una gran base de datos.
“Eso lo rechazó el IEEM. El gran cuestionamiento es por qué no lo aceptó. A eso se debe que a las 4 de la mañana del lunes 5 el conteo aún no estuviera terminado, y ese tiempo es clave para los operadores políticos”, indica.
Por lo que atañe al conteo rápido, también hubo muchas suspicacias. Al principio se aceptó la revisión de mil 800 casillas, pero luego, sin explicación, se redujeron a mil 270. Eso causó mucho desconcierto, señala el entrevistado.
Y añade: “El pecado original del IEEM es la conformación partidaria de sus integrantes. Si bien en 2014, con la reforma electoral, a los gobernadores les arrebataron los institutos electorales, las cuotas de los partidos permanecieron inalteradas”. El IEEM tiene siete consejeros, de los cuales cinco son allegados al PRI.
–¿Hubo mano negra?
–¡Claro! Hay un sesgo de intereses, de compromisos, de cultura. Evidentemente hay sesgos, si no no se explica por qué no aceptaron el PREP de casilla, sino el método tradicional, que es lento y opaco. La estructura de los consejeros se defendió con argumentos leguleyos, pero en el fondo hay esto que le llamo “el pecado original”, y es este sesgo partidario que los hace totalmente predecibles.
En suma, dice, la elección en el Estado de México no es confiable. Y añade que en esto también tiene una responsabilidad el INE, porque se lavó las manos. “No quiso entrarle” y eludió con estratagemas legales la petición de los candidatos del PAN y PRD para que interviniera.
Triunfo cuestionado
La actitud triunfalista del PRI en el Estado de México deja mucho que decir, insiste Bernardo Barranco, pues afirma que hubo demasiadas anomalías. Apunta: la diferencia que consiguió Del Mazo ante Delfina Gómez, la candidata de Morena, no convenció a nadie.
“No sé si siguen el ejemplo de Felipe Calderón de 2006 de ‘haiga sido como haiga sido’, pero los priistas están con la idea de triunfar a costa de todo y a pesar de todo”, advierte el consejero.
Considera que para el PRI y el gobierno federal lo importante no es sólo ganar, sino dejar claro que cuentan con todo el aparato, los recursos y las estructuras del Estado.
Sin embargo, insiste: “Creo que la incertidumbre y la depresión del PRI continúa, a pesar del triunfo de Alfredo del Mazo, porque gana perdiendo. Si comparamos la elección de Eruviel, ganó con 3 millones; Del Mazo gana con 2 millones. ¿A dónde se fue ese millón de votos?”
Barranco alude también al PAN. En la elección de 2011, con Felipe Bravo Mena, los panistas obtuvieron 400 mil votos; ahora, con Josefina Vázquez Mota cosecharon más de 500 mil; en esos comicios el PRD, con Alejandro Encinas, consiguió 1 millón de votos, un poco menos de lo que ahora alcanzó Juan Zepeda.
Con respecto a Morena, puntualiza, “le bajó el millón de votos al PRI, que tuvo una caída porcentual. Los priistas dicen que tienen 1 millón y medio de simpatizantes, pero tuvieron sólo 500 mil nuevos votantes. Esa no es la bocanada de aire que requería Peña Nieto para 2018. Por el contrario, queda bajo sospecha, porque incluso el voto mayoritario no fue al PRI”.
Y concluye: “No es el triunfo que esperaban los priistas. Creían que iba a ser más contundente. Para esta elección en el Estado de México y Coahuila, el PRI se atrevió a hacer todas esas cosas. Eso nos marca un derrotero de lo que puede ser el 2018”.
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