Con el país prácticamente vaciado de legitimidad política e institucional porque el encargado del ejecutivo sólo es aprobado por el 12% de la población (o reprobado por el 88%), con el gabinete asimismo atado a ese porcentaje, con la mayoría de los diputados, senadores, titulares de la administración de la justicia y la alta burocracia en general repudiados por su abusiva e insensible conducta llena de privilegios que se auto complace frente a la crisis y la miseria del país, es importante que alguien dé la cara por los mexicanos -alguien con legitimidad ganada a pulso- cuando la integridad de la nación está amenazada por el ascenso al poder del nuevo e ilegítimo presidente de los Estados Unidos (ilegítimo porque perdió por casi tres millones de votos directos y fue elegido por un absurdo y antidemocrático colegio electoral) que en su egolatría sin fin está dispuesto a todo para hacer valer y cumplir sus amenazantes promesas de campaña: ir, entre otros y sobre todo, contra México y los mexicanos; los de aquí y los de allá.
Esto podría significar cientos de miles de deportaciones, cohibir a las compañías gringas su desarrollo en México (como ya se demostró con Ford), cancelar el Tratado de Libre Comercio (ese punto tal vez convenga a los mexicanos, hay que analizarlo) y, sobre todo, construir el humillante e indignante muro a lo largo de la frontera (más bien concluir el que ya existe). Y lo ofensivo no es que el tipo se burle una y otra vez diciendo que será pagado por los mexicanos, sino el sólo hecho de que sea pensada su construcción.
A principios de diciembre de 2016, Andrés Manuel López Obrador prometió a la población del norte del país que estaría con ellos el 20 de enero del siguiente año -día en que Donald Trump habría de asumir la presidencia estadounidense- en los municipios de Acuña y Piedras Negras, Coahuila, para emitir un pronunciamiento de acuerdo a lo que manifestase el nuevo gobernante. Consideró que había que estar atentos a los temas de las “deportaciones masivas de migrantes, la construcción del muro y la cancelación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte de manera unilateral” (La Jornada, 10-12-16). De hecho, sugirió que bien haría Peña en estar presente en algún otro punto de la frontera norte con el propósito de enviar mensajes de fortaleza interior; claro, esto fue antes del “gasolinazo” y el 12% referido (en diciembre se reportaba un magro 24% de aprobación social a su gobierno).
La nota de El Universal un día antes del 20-01-17 no sólo lo confirmó, especifica que el líder de oposición respondería el discurso inaugural de Trump sobre tres puntos: 1. Defensa de los migrantes. 2. Defensa del pueblo de México. 3. Defensa de la soberanía mexicana.
Ante la intimidación que significa Trump –pasó de ser un bufón patético a un siniestro payaso amenazante- es importante demostrar fortaleza y unidad en valores básicos de y entre los mexicanos, de otra manera el país andará a la deriva como estuvo durante el infausto siglo XIX, cuando la ambición de los gringos, en complicidad con la negligencia, ambición y corrupción de los políticos locales de entonces, se apoderó de más de la mitad del territorio mexicano.
Sería absurdo e irresponsable confiar y dejar en manos de una presunta amistad, la de Videgaray Caso con el yerno de Trump, la política exterior de México y mucho menos los intereses nacionales, la defensa de la soberanía y la dignidad. Conociendo los antecedentes, quién sabe qué de cosas y a qué costo se negociarían; por otra parte, contrario a la “tradición”, Peña no será recibido en la Casa Blanca, la de Washington, por el momento.
Y bien, después discurso de Trump y ya en Acuña, López Obrador ha propuesto un bien definido plan para hacer frente a las políticas del gobierno estadounidense. Señaló que Trump fue menos “directo y vulgar” pero que “las amenazas a los intereses de los mexicanos se mantienen presentes” y significan un retroceso en las de las relaciones diplomáticas entre ambos países (SDPnoticias.com; 20-01-17).
Por lo anterior, propone lo siguiente: 1. Que Peña formalice una reunión con Trump “para dejar en claro las prioridades de México en la nueva dinámica bilateral… para hacer valer los derechos humanos y conducir él mismo este asunto de interés nacional. Nada de trasladar responsabilidad a otros” (seguro se refiere a Videgaray). 2. “Los consulados mexicanos deben convertirse en procuradurías de defensa de los migrantes” (tendrán que empezar por cambiar a los cónsules pedantes que se dan la buena vida en vez de trabajar). 3. “Abandonar las ‘medias tintas’, y fijar una postura de gobierno en contra del muro en la frontera y las deportaciones masivas”. 4. “Si se cumplen con las acciones necesarias en defensa de la soberanía nacional, Morena estaría dispuesto a formar parte de un Acuerdo de Unidad Nacional de gran alcance, con instituciones, asociaciones civiles e intelectuales”. 5. “Las medidas contempladas incluirían el relanzamiento de la industria energética, la autosuficiencia alimentaria, diversificación de relaciones comerciales y el ahorro de más de 300 mil millones de pesos.”.
En tanto hay una definición del gobierno federal, López Obrador y Morena iniciarán algunas acciones en defensa de los mexicanos: 1. Contratación de 100 abogados y traductores para ser desplegados en ciudades fronterizas y ayudar a paisanos. 2. Trasladarse él y sus colaboradores a ciudades estadounidenses para difundir su campaña de apoyo entre mexicanos inmigrantes. 3. Realizar en los próximos 100 días una gira por ciudades y estados del país vecino: “Vamos al encuentro con pobladores de origen mexicano y de otras nacionalidades. Empezaremos estos encuentros el 12 de febrero, vamos a estar en Los Ángeles, y posteriormente estaremos en Chicago, en Phoenix, en El Paso, en Nueva York, en Laredo y San Francisco”.
Sin duda se trata de una propuesta y un programa específicos. Es necesario que se pronuncien y hagan presentes asimismo otras figuras nacionales, las que anteponen la dignidad y el sentido patrio a los mezquinos intereses personales o de grupo. Es urgente que las mayores capacidades de la nación se preparen para enfrentar el poco halagüeño porvenir. Es decisivo tomar la crisis local y la bilateral con Estados Unidos como una oportunidad de reconstrucción nacional. De allí la importancia de que alguien como López Obrador esté presente el 20 de enero de 2017 en esa herida mexicana que se llama frontera norte con Estados Unidos. Ojalá otras figuras destacadas y significativas para el país, así como la sociedad misma, se manifiesten con urgencia y responsabilidad.
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