Ler o no ler, e ahí la cuestión
Rocha, caricatura en La Jornada (17 de noviembre de 2016)
El periodista que firma como Rocha, publicó su hamletiana caricatura para “poner a buen seguro lo que ha preparado” Ernest H Gombrich: El arsenal del caricaturista, ensayo de su libro: Meditaciones sobre un caballo de juguete), donde aparece Nuño con una calavera en la diestra, un garrote en la siniestra (¡tenía que ser en la siniestra!) y repitiendo su “clásico” mal hablar ante un grupo de niños: “Ler o no ler e ahí la cuestión”, parafraseando la célebre frase de Shakespeare: “¡Ser o no ser: he aquí la cuestión!”. Logró Rocha retratar la ignorancia, la falta gramatical en la jerga del… ¡secretario de Educación!, que se ha permitido, con las porras de “Mexicanos Primero” que quieren privatizar la educación pública, aunque Gilberto Guevara Niebla diga que no y, entre líneas festeje las reformas-contrarreformas nuñistas-peñistas (en su 1ibro “para leer” con el título: Poder para el maestro, poder para la escuela (ediciones Cal y Arena).
La caricatura de Rocha viene a cuento porque Nuño, quien nos ha recetado su autobiografía como ejemplo a seguir, en la crónica de Luis Pablo Beauregard (El País, 17 de noviembre de 2016), delante de unos niños, en la Feria del Libro Infantil y Juvenil, los convocó, textualmente: “Ahorita los van a llevar para que vayan y puedan tener los libros que les gustan, para que los empiecen a ler, ¡seguro los van a ler! (y les reiteró): ¿ustedes los van a ler?”. El reportero Axel Avendaño (El Universal, 16 de noviembre de 2016) nos informó sobre el mal hablar de Nuño. Y quien sometió a los maestros, a los que no tomó en cuenta para esa contrarreforma con visos de reforma estructural que ha recibido críticas más que elogios (Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero, Nos quieren más tontos. La escuela según la economía neoliberal, editorial El viejo topo). No fue un desliz o un lapsus linguae. Realmente así habla Nuño quien, como su antecesor Chuayfett, se cree un resucitado Vasconcelos, aunque no están del todo mal si se refieren al oaxaqueño arrepentido de su participación obregonista y converso a una religiosidad deschavetada y reaccionaria.
Como sea y “haiga sido como haiga sido”, en la jerga calderonista, al despedirse Nuño de los niños a los que dio clase de gramática con su pésima ortografía al hablar, una alumna, que ahora sabemos se llama Andrea Lomelí, notó lo de “ler” por tres veces y comedidamente, de frente a Nuño, le dijo: “No se dice ler, se dice: leer”. Le corrigió el mal hablar del funcionarle peñista que despidió a miles de profesores, abusó del poder para perseguir a la disidencia que no estaba de acuerdo con la evaluación. Y por eso Rocha lo caricaturizó con un tolete policiaco. No toleró Nuño las manifestaciones de la democracia directa, él salido de una designación de quien (me refiero a Peña), obtuvo una victoria pírrica en la elección de la democracia indirecta. Obviamente que Nuño fue evaluado y del examen obtuvo un cero por no hablar correctamente y sí rebuznar.
El reportaje de Teresa Moreno (El Universal, 17 de noviembre de 2016) entrevistando a la niña Andrea Lomelí, alumna del tercer año de primaria y las fotos de Valente Rosas, nos muestran a una maestra de lectura y el buen hablar. Y no obstante que la niña Andrea Lomelí, discretamente, casi en la oreja (de burro) de Nuño, lo corrigió, cínicamente Nuño no le hizo un cumplido a la niña, sin duda alguna molesto por la llamada de atención. Lo reprobó. Y no lo dijo, pero Nuño obtuvo un cero a la izquierda y a la derecha. Es como para que sea despedido como titular de la SEP, ya que tuvo una actuación de analfabeta, dándoselas de educador… ¡y ante los niños!
No lo echarán. Ni le suspenderán su cuantioso sueldo de funcionario privilegiado al que le cuelgan, con su amigo Videgaray, ser el autor del “Pacto por México” con las 11 dizque reformas estructurales que naufragan en el mal gobierno peñista, con todo y que las andan festejando para producir resultados… ¡para dentro de 20 años! Nuño se anda candidateando, no para competir contra Osorio Chong, sino para desbancarlo de la precandidatura presidencial. Burlón, al final de su visita a la feria donde lo evaluaron y salió reprobado, a voz en cuello y el micrófono abierto, les gritó a los niños: “leeer, eso, leeer, muy bien”. En las redes, donde todos los días ponen pinto y colorado a Peña, le soltaron merecidas críticas y lo dejaron como palo de gallinero.
Con los bueyes de mi compadre no se puede bien concluir el sexenio de un Peña plagiario, que ahora nos pide “unidad” (no unión, como corresponde en una democracia), para enfrentar las embestidas de Trump. Y menos con un Nuño que se la ha llevado imponiendo su proyecto autoritariamente. Y quien dejó muy mal heridos a los maestros que no están de acuerdo y no tuvieron otra opción que ganar la calle y protestar; porque Nuño, apoyado por Videgaray, Peña y los Claudio X González, impuso su capricho contra viento y marea, porque no tolera discrepancias. Es un tecnócrata al que le molesta, como dice Guevara Niebla: “el nudo que no acabamos de desatar por completo y que es la recurrente intromisión de la política en la educación”. Nuño y sus admiradores necesitan toparse con otra Andrea Lomelí para ver si aprenden a leer y dejan de ler.
Álvaro Cepeda Neri
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: CONTRAPODER]
Contralínea 519 / del 19 al 25 de Diciembre 2016
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