Jaime Avilés (@desfiladero132)
13 de diciembre de 2016.- Hay noticias frescas, muy frescas, sobre los reacomodos políticos en las altas esferas de los bajos fondos. Manlio Fabio Beltrones perdió la presidencia nacional del PRI pero se convirtió en ideólogo del PRD. Dante Delgado perdió los instrumentos de navegación de Movimiento Ciudadano: ya no cuenta con la mayoría de las bases.
Margarita Zavala creó el hashtag #TodosSomosMaZ (todos somos maceta o todos somos el matrimonio de los Calderón más los Zetas) para refrendar su lealtad a Killary: continuar la guerra “contra” el narco hasta 2024. Y lo hizo en plan de Margaret Thatcher despidiendo a las tropas inglesas destinadas a las Malvinas: “regresen a sus cuarteles victoriosos”. (Nota: en inglés británico, Thatcher se pronuncia “tacha”.)
Su cuñada, Cocoa Calderón Hinojosa, su prima, Mariana Gómez del Campo, y el ex secretario de la destrucción del trabajo, el ultraderechista poblano Javier Lozano Alarcón, apoyarán —¿y aprobarán en fast track con el PRI y el PRD?— la ley de seguridad interior que concederá al equilibrista la red que, según el general Cienfuegos necesita el Ejército, “para no regresar a sus cuarteles” (y no dejar a Peña como lo está dejando el director del Banco de México: solito solito frente al cambio de paradigmas que se avecina.)
La dictadura salinista estorba a los nuevos proyectos de Estados Unidos: continuar la guerra civil propiciada por Salinas, Zedillo y Fox, declarada por Calderón y profundizada por Peña, no le interesa a Trump: le interesa a Bill, a Barack y a Kíllary en tanto mercado gigantesco para los productos del complejo industrial militar. Trump viene con otras ideas. Rogelio Ramírez de la O, analista económico y asesor financiero de grandes consultoras internacionales, señala que hay “una masa de dos trillones de dólares” (en números gringos) que anda rebotando por el planeta y Trump desea que se invierta en Estados Unidos.
El propio economista predice que Trump dará prioridad a las obras de infraestructura para crear empleos, como Cuauhtémoc Cárdenas lo propuso en 1994 y en 2000, y López Obrador en 2006 y en 2012 y lo propondrá nuevamente en 2018. Pero ya que de ex jefes del GDF se habla, toca decir que Alejandro Encinas cometió el error de convertirse en una caricatura del digno alcalde capitalino que, el 15 de septiembre de 2006, ante un Zócalo a reventar, dio el grito de independencia contra Calderón y la derecha panista. Nada que ver con el ex perredista, siempre rodeado de perredistas, que el otro día apalearon una piñata de Trump.
Encinas quiere ser, por segunda vez, candidato del PRD al gobierno del Estado de México. Alguien, sin embargo, ya lo vetó: Dandy Delgado dice que sus votos “no alcanzan” y que Movimiento Ciudadano se inclina por el PAN. Esto es tan cierto como que Dandy ha celebrado cabalmente en Twitter que Ricardo Anaya, presidente del PAN, esté haciendo un esfuerzo por dar a sus hijos “una formación bicultural”. Vamos, que lo apoya para el 2018 aunque su familia viva en Estados Unidos. ¿Moraleja?
Lo que no se dice mucho es que Anaya gobierna el PAN con amplia ventaja sobre Margarita Zavala. El nulo historial político de Márgaret Facha, su reducida base de apoyo orgánico y su fidelidad conyugal a un fanático religioso y genocida, le impedirán ser candidata presidencial por lo menos de ese partido. En distintos espacios de discusión vengo sosteniendo que, a raíz de los superlativos acontecimientos históricos de 2016, la “normalidad”, lo que nos parecía “cosa de todos los días”, ya no existe No hay lugar aquí para ahondar al respecto, pero no me sorprendería si Margarita Zavala fuera candidata presidencial del PRD.
Manlio Fabio está operando en los escombros de esa organización criminal para darle vida artificial a una pareja de tontos que se hacen llamar “los galileos”. Los galileos son Guadalupe Acosta Naranjo —sinaloense avecindado en Nayarit donde empezó su carrera como líder agrario, que en las elecciones de 2005 al gobierno de esa entidad, perdió en 18 de 19 municipios, y el único donde ganó tenía un candidato local que él no impuso— y Fernando Belaunzarán. Ambos se ostentan como “la izquierda que logra acuerdos”. Para promover su proyecto de negocios se han retratado con Márgaret Facha, el abogado Fernández de Cevallos y Beltrones.
Belaunzarán se convirtió, como decimos, en “el chico de los recados” para Beltrones durante el trienio que cohabitaron en San Lázaro. Dos intelectuales del neoliberalismo, José Woldenberg —creador del IFE— y Roger Bartra —autor de obras como La jaula de la melancolía y El salvaje en el espejo— han manifestado públicamente su simpatía por los galileos. Bartra en declaraciones a Reforma y Beltrones en un acto protagonizado por Acosta Naranjo y Belaunzarán, al que asistió Woldenberg.
¿Cuál es el vínculo que ha unido siempre al padre de nuestras jóvenes instituciones electorales con el ex gobernador de Sonora y ex jefe del Poder Legislativo? Un hombre de bajo perfil llamado Felipe Solís Acero. Escudero de Beltrones desde que se inventó la política —tan viejos son los dos— Solís Acero llevó de la mano a Woldenberg para ayudarlo a organizar el IFE, toda vez que se le considera maestro de maestros de los que se roban el voto de todas todas, sí o sí, desde siempre.
Nadie se confunda: no es tan aparatosa la relación de Beltrones con los galileos como para que Solís Acero ande también cerca de ellos. El ex secretario general del IFE apostó por Miguel Ángel Osorio Chong y éste es todo un dato: si el Estado es la única esperanza de los pobres, como he oído decir a Pablo Iglesias, el fraude electoral es la única esperanza de Chong.
Siendo ésta la posición que guardan las distintas fichas sobre la mesa, no sobra saber que Beltrones hizo una propuesta hace un par de meses. Dijo que si el ganador de las elecciones no supera a su más cercano competidor por más del 42 por ciento, deberá formar un gobierno de coalición con éste. El pasado 8 de noviembre, Héctor Bautista López, líder de otra de las tribus perredistas en peligro de extinción, la corriente Alternativa Democrática Nacional (ADN o Arrímate Dinero Non-sancto), defendió como propia esa idea.
Tras un aburrida presentación de datos estadísticos sobre pobreza, desigualdad y otras calamidades provocadas por él mismo, los ahora galileos y los desfallecientes Chuchos que apoyaron las reformas de Peña Nieto a través del Pacto por México, Bautista desgranó un plan de 10 puntos, de los cuales nueve son paja. Transcribo el décimo:
“10. Estado Democrático y Gobierno de Coalición. Instaurar un gobierno de coalición obligatorio cuando el triunfador de la elección presidencial no alcance el 40% de la votación total válida emitida; con Gabinete integrado en proporción a la votación obtenida por los coaligados, y con mayoría estable en la Cámara de Diputados y de Senadores”.
En otras palabras, si Ricardo Anaya no puede, si Jorge Castañeda, El Bronco y el EZLN no dispersan el voto suficientemente en favor de Márgaret Facha; si los dineros y mecanismos secretos del fraude no bastan para detener a la coalición antisalinista que encabezará el candidato de Morena, si la dictadura, en otras palabras, no logra evitar el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, Manlio Fabio Beltrones tiene una receta para garantizar que si AMLO gana de todos modos no gobierne.
El último candidato presidencial que ganó por más del 40% fue Vicente Fox en 2000: el IFE le atribuyó 42.5. En 1970 Luis Echeverría obtuvo el 84.6; en 76, José López Portillo el 93.5; en 82, Miguel de la Madrid el 74.3; en 88, Carlos Salinas el 48.9; en 94, Ernesto Zedillo el 48.7. Ah, pero en cuanto se vio que la “transición democrática” era una estafa, a Felipe Calderón le inventaron un 35.9 sobre el 35.3 que le reconocieron a AMLO, y a Peña Nieto un 39.1 contra el 32.4 del político tabasqueño que, hasta ahora, en dos elecciones consecutivas, ha recibido en total más de 30 millones de votos.
Habida cuenta de que el régimen salinista es una máquina expulsora de mano de obra, el proyecto de López Obrador —completamente opuesto— desalentará las ideas más absurdas de Trump en cuanto a migrantes, muros y musarañas. No es inevitable, por otra parte, que al saberse perdedores de antemano en el 18 e incompatibles con Trump desde el mes que entra, los partidos del Pacto por México aprueben la ley de seguridad interior para conservar el poder y negociar con el futuro presidente de Estados Unidos a nombre de un régimen cuartelario, un gobierno militarizado, o por qué no, al frente de un ejército listo para declararse en estado de emergencia ante una “eventual” agresión de Washington.
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