CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Tere Carmona perdió a su hijo en este torbellino de violencia que empezó durante el gobierno de Felipe Calderón. Ahora que el joven Francisco Rubén Rodríguez sacó un cartel donde advertía a Margarita Zavala: “Su esposo le arrebató la vida a mi padre. ¿Usted quiere arrebatármela a mí?”, le recomienda que no le crea a la panista que quiere ser la primera presidenta de México.
Según el joven Francisco, luego de que expuso al cartel reclamándole a Margarita Zavala la vida de su padre, la panista le dijo que le daría el mensaje a su esposo Felipe Calderón y le daría “una verdad”.
“No le creas a esta señora, Paco, lo mismo me dijo a mí, casi se le salen las lágrimas y todo. Simulación, codicia, desprecio por las víctimas de la guerra de su marido a quien apoyó siempre y a quien pretende meter a los Pinos de nuevo. Mejor organízate y resiste, te abrazo muchacho y celebro tu valor”.
Estas son las palabras que Teresa Carmona le escribió a Francisco, que el fin de semana pasado, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, sorprendió a Margarita Zavala poniéndole el mensaje en la mesa donde estaba autografiando su libro “Margarita, mi historia”.
La panista tiene un pasado como primera dama muy cuestionado por las familias de víctimas de las últimas tragedias que ha sufrido el país. Tal es el caso de los padres de los niños de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, quienes fallecieron en un terrible incendio provocado por funcionaros del gobierno de Eduardo Bours que quemaron papelería oficial en una oficina aledaña a la guardería.
Una de las socias del parvulario, Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella, era prima de Margarita Zavala, quien al día siguiente del siniestro se trasladó a Hermosillo para pedirles a los padres de los niños muertos que no demandaran porque todo había sido un accidente.
A pesar de tener una responsabilidad directa la socia de la guardería fue exonerada gracias a los apoyos y buenos oficios de su prima.
Margarita Zavala tampoco hizo algo por las familias de víctimas de la guerra contra el narcotráfico que su esposo Felipe Calderón se atrevió en llamarles bajas colaterales.
Cuando acompañó a su esposo en los encuentros públicos con los integrantes del Movimiento de Paz con Justicia y Dignidad que se realizaron en el Castillo de Chapultepec, Margarita solo miró el dolor de quienes pedían justicia. Acaso se atrevió a darles un abrazo de condolencia y prometerles, como recuerda Teresa Carmona, “darles una verdad”.
En su libro “Margarita, mi historia”, la panista que quiere ser candidata presidencial para el 2018, difícilmente habría incluido estos pasajes incómodos de su paso por Los Pinos como esposa de Felipe Calderón.
Esta parte de su vida no está incluida en su biografía porque le incomoda ya que se trata de uno de los principales cuestionamientos éticos y morales que se le hacen cada vez que se presenta en público.
Seguramente sus seguidores dirán que Margarita no tuvo nada que ver con las decisiones de su esposo Felipe Calderón y que por ende no es responsable de las muertes que ocasionaron la declaración de guerra al narcotráfico que hiciera en Michoacán en 2006, cuando incluso se vistió de militar para darle un carácter más formal e institucional a esa manifestación.
Pero en lo que si tiene una responsabilidad directa es no haber cumplido con su palabra de darles una verdad a las familias que se le acercaron y le pidieron su ayuda, su apoyo, para encontrar a su ser querido o saber cómo había muerto en esa guerra absurda que su marido declaró y de la cual nunca manifestó su opinión.
Y en todo caso, si les respondiese a los familiares de las víctimas, cuál sería la verdad que les daría, ¿que su esposo es responsable? ¿Qué ella también lo es por omisión? Seguramente eso no se los diría.
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