CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En los próximos días, autoridades de la delegación Tlalpan demolerán la primera de las tres fincas campestres que exfuncionarios perredistas construyeron ilegalmente dentro del paraje La Rufina, en la zona de El Ajusco.
Dicho sitio es considerado por la normatividad ambiental y de desarrollo urbano vigentes como área natural protegida, primordial para la preservación del ecosistema de la urbe, por lo que está prohibido la construcción de viviendas de uso habitacional.
Se trata de la finca que, a decir de los propios comuneros del pueblo de Santo Tomás Ajusco, donde se encuentra el paraje La Rufina, pertenece al exdirector general de Desarrollo Social y actual diputado local Carlos Hernández Mirón, quien inexplicablemente dejó agotar los tiempos legales para intentar frenar la acción del gobierno delegacional que encabeza la morenista Claudia Sheinbaum.
En su resolución sobre el primero de los tres expedientes abiertos a raíz de que el semanario Proceso dio a conocer el asunto en su edición del 17 de julio pasado (número 2072), el director general Jurídico y de Gobierno de Tlalpan, Fernando Aureliano Hernández Palacios Mirón ordenó la demolición “total” de la construcción, determinó aplicar una multa al propietario del 5% del valor de la construcción, y decretó la clausurara “total” de la superficie ocupada por el inmueble en cuestión.
Lo anterior por no acreditar la posesión del predio y carecer de la licencia de construcción especial, así como por violentar la ley ambiental al remover la cubierta vegetal para construir vivienda habitacional en suelo de conservación, entre otras disposiciones legales.
El pasado 8 de agosto la delegación Tlalpan inició el procedimiento administrativo relacionado con la finca propiedad de Eloy Fuentes Ortega, exdirector general de Servicios Urbano y operador financiero del extitular de la demarcación, el también perredista Higinio Chávez García.
A diferencia de su compañero y vecino Hernández Mirón, que no reconoció como suya la finca, Fuentes Ortega si compareció a la garantía de audiencia ante la autoridad delegacional. En la diligencia, el exfuncionario confesó que el predio se lo compró a su expatrón, el exdelegado Higinio Chávez, y como prueba de ello exhibió un contrato de compraventa privado.
En dicho documento se acredita la venta del predio de mil 864 metros cuadrados por la cantidad de 700 mil pesos.
Igual que en el anterior caso, Fuentes Ortega no acreditó la legitima propiedad, tampoco presentó la licencia especial para construir en suelo de conservación y menos aún no logró probar que tiene interés jurídico sobre la propiedad.
Por tal motivo, la autoridad delegacional está en espera de que venza el plazo legal para emitir cerrar el procedimiento administrativo correspondiente con la orden de demoler la finca y recuperar el terreno.
El tercer procedimiento iniciado por la delegación Tlalpan corresponde a la residencia campestre del exdelegado y actual diputado local con licencia, Higinio Chávez García, aunque su esposa Susana García Cárdenas se acreditó como dueña de la misma en la audiencia de garantía.
Según la mujer, el terreno de 9 mil 069 metros cuadrados se lo compró el 10 de marzo de 1999 a Guillermo Vega Camacho por la cantidad de 475 mil pesos. En este caso en particular, se trató de una cesión de derechos posesorios.
Aun así, las autoridades delegacionales prosiguieron con el procedimiento, pero la defensa legal de García Cárdenas interpuso un juicio de nulidad ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo de esta capital el pasado 2 de septiembre con el argumento de que se están violando sus garantías.
Curiosamente, los defensores que asisten a la esposa de Higinio Chávez operan en el módulo delegacional de su hijo y actual diputado local suplente Luis Alberto Chávez García. Se trata de los litigantes Alfredo Yudico Romo, María de los Ángeles Hernández Martínez y Jorge Ambrosio Rocha.
Este caso en particular podría alargarse por las medios de defensa que presente la parte afectada.
La finca de Higinio Chávez es la más ostentosa de las tres. Bautizada por sus propios dueños como Rancho Los Frutales, la casa campestre tiene un estacionamiento para seis automóviles, vivienda para conserje, horno para barbacoa, terraza-bar, casa de muñecas, salón de fiestas con dos y medio baños, gallineros, baños exteriores y amplios jardines.
Construida con ladrillo rojo recocido y acabado de madera, la cabaña principal tiene sótano y dos niveles. En la planta alta hay dos terrazas –una de ellas con jardín—cocina, antecomedor, comedor, oratorio, estancia doble, bar, recámara en tapanco, acceso principal y chimenea; la de la parte alta tiene tres recámaras con clósets; todas tienen baño, y una cuenta con un sanitario adicional para los invitados.
Los pisos son de loseta cerámica y de cantera en el exterior, mientras que en el interior predomina la duela de madera natural.
Chávez no escatimó en gastos. En el jardín mandó instalar un temazcal y un spa con vestidor y regaderas, así como un cuarto de masajes.
También construyó un estanque artificial rodeado de árboles frutales, cinco caballerizas, un picadero y una palapa de descanso, desde donde se puede apreciar la inmensidad del bosque del Ajusco.
También construyó un estanque artificial rodeado de árboles frutales, cinco caballerizas, un picadero y una palapa de descanso, desde donde se puede apreciar la inmensidad del bosque del Ajusco.
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