Estudiantes y maestros respaldan a la CNTE en Guadalajara, Jalisco. Foto: Rafael del Río |
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En México, la mayoría está a favor de “sacudir” el sistema educativo y considera que de las 11 reformas impulsadas por Enrique Peña Nieto la educativa es la más importante, señala en un artículo el semanario inglés The Economist.
Sin embargo, “el gobierno se tambaleó” ante las crecientes movilizaciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que obligaron a la federación a sentar las bases para un diálogo.
El artículo “Una batalla para alimentar a la mentes jóvenes”, intenta responder a la pregunta: “¿Por qué los maestros son tan desobedientes?” y atribuye a la CNTE, “el sindicato militante mexicano”, la responsabilidad del freno a la reforma.
En México, señala el artículo, en muchas escuelas, los sindicatos están a cargo del reclutamiento, además que las plazas docentes son “más o menos hereditarias y es casi imposible despedir a los malos profesores”.
Por ello, abunda el semanario, no es de extrañar que alrededor del 55% de los mexicanos carece de las habilidades básicas en matemáticas, de acuerdo con los resultados de las pruebas del Programa Internacional de la Evaluación de los Alumnos realizada en 2012.
Refiere que la CNTE, objeta en particular la aplicación de una prueba unitaria para todos los maestros.
“Su base de poder está en cuatro de los estados más pobres, incluyendo Oaxaca; por lo que, dicen, un examen en todo el país es injusto para los que enseñan en lugares demandantes. Su influencia está en juego. Bajo los términos de la reforma, muchos de sus activistas (no todos ellos son maestros) perderían su estatus profesional, por lo que se han manifestado contra el cambio desde 2013 y el sellado de las carreteras es ya una táctica bien practicada”, explica The Economist.
Sin embargo, señala, esta vez “todo resultó más feo de lo habitual”, cuando a principios de junio dos líderes de la CNTE fueron detenidos por cargos de lavado de dinero y robo agravado y las protestas se intensificaron.
Luego, recuerda, el 19 de junio la policía desafió una barricada a las afueras de Nochixtlán, en el noroeste de Oaxaca y en el enfrentamiento resultaron ocho manifestantes muertos.
“El gobierno se tambaleó. El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se reunió con los miembros del sindicato, pero Aurelio Nuño, el secretario de Educación, fue menos entusiasta en el diálogo”, subraya el semanario.
A pesar del acercamiento, dice, los bloqueos de carreteras permanecieron y al 1 de julio había 26 de ellos, con tres mil 500 personas involucradas.
Luego analiza las razones por las que considera que el gobierno no echó mano de la fuerza policial para desalojar los bloqueos instalados en centros comerciales, carreteras y puentes fronterizos en los que los más afectados fueron los productos de grandes empresas trasnacionales.
“Por razones históricas, los gobiernos mexicanos se esfuerzan para manejar este tipo de situaciones de un forma mesurada. En la memoria persisten los manifestantes estudiantiles masacrados en 1968 y 1971; el ‘trauma nacional’ hace que el Estado vacile sobre el uso de la fuerza, dice el analista político, Francisco Berlín Valenzuela”, cita el semanario.
Y añade que cuando las autoridades intentan reprimir, “las cosas pueden salir mal, como lo ocurrido en el evento de Nochixtlán”.
Pese a que hay una investigación en curso, dice, este pueblo se ha unido a la lista de lugares donde “las atrocidades son atribuidas a actores estatales”, como el caso de Ayotzinapa, Guerrero, donde 43 estudiantes normalistas desaparecieron en 2014.
“Como Alejandro Hope, un analista de seguridad, lo describe: ‘El gobierno no tiene confianza en que la policía estatal y federal llevará a cabo una operación limpia’”, señala el artículo.
Y añade que el 1 de julio cuando Osorio Chong dio “una clase de ultimátum” al decir que “en poco tiempo” se adoptarían decisiones para desbloquear carreteras estratégicas, cuatro días después, según el gobierno el número de bloqueos se redujo y Osorio Chong se reunió de nuevo con líderes de la CNTE a quienes ofreció diálogo con la Secretaría de Educación.
A pesar de ello, señala The Economist, las personas que simpatizan con los maestros temen acciones “más draconianas”.
Y cita a José Gastón García, de la Universidad del Mar en Oaxaca, quien dice que el gobierno podría aprobar una ley en la que compare las acciones de los profesores con el terrorismo.
“Pero ambas partes parecen interesadas en evitar más violencia, y el desmantelamiento negociado de los bloqueos parece lo más probable. Será entonces cuando los argumentos reales sobre el futuro de la educación en México puedan comenzar”, concluye el semanario inglés.
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